Capítulo Quince

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15.


La última vez o quizá la primera; el final de algo es el inicio de otra cosa quizá muy distinta a la anterior.

La luz del día hace parecer que la vida avanza rápido; por eso, las noches son eternas cuando no se le teme a la oscuridad.

—¿Cara o cruz?

Cada brecha del destino crea una historia por accidente. A veces un hermoso momento, otras una tragedia; pero siempre, una anécdota nueva para contar.

Jungkook volteó a ver al chico a su lado, quien sostenía una moneda frente a él.
Estaba oscuro, y la luz de la calle era lo único que le ayudaba a asimilar los objetos a su alrededor.

—Creí que estabas durmiendo —le dijo acomodándose para verlo mejor.

El chico negó viendo hacia el techo, y sentándose entre las sábanas de la cama.
—Elige, cara o cruz.

—¿Qué sentido tiene?

—Solo hazlo.

Jungkook frunció el ceño.
—Cruz —eligió sin saber realmente a qué se debía su pregunta.

—Entonces supongo que debo irme —le dijo.

El pelinegro se recompuso sobre la cama, sentándose al verlo comenzar a levantarse.

—Alto, alto, espera. Eso no es justo, no sabía las reglas de tu juego

—Elegiste cruz, así que sí.

—Eres un tramposo.

El chico rio negando con la cabeza mientras tomaba su ropa del suelo para volver a vestirse 

—De todas formas, si hubieses elegido cara también te habría dicho lo mismo.

—Dominic... —le llamó con suave voz sin dejar de verlo—. No tienes que irte.

El otro se puso de pie, abotonado su pantalón y batallando por ponerse sus zapatos sin tambalear mientras se sujetaba de la repisa de Jungkook.

—Odio ese nombre —le interrumpió—. Además, sí, tengo que, te recuerdo que tu padrastro está a dos habitaciones de esta.

—¿Le temes a Kim?

—No, pero seguir follando con su hijo no sería un gran agradecimiento de mi parte por sacarme de prisión.

Jungkook se rascó el cuello apenado. El chico ya estaba vestido, y Jeon le vio caminar hacia la ventana.

—Como sea, es tarde, las calles no son seguras a esta hora.

Este solo rio, y quitó el pestillo para abrir la ventana y empezar a pasar una pierna por el marco.

—¿Acaso no recuerdas de dónde vengo? —le dijo casi burlándose de él—. Chico, las calles de Nueva York podrían darle una paliza a las calles de San Francisco.

—Dejando tu altanería de lado, yo hablo en serio, podría sucederte algo. Es peligroso. 

El pelirrojo negó con la cabeza, antes de pasar la otra pierna por el marco y sujetarse el balcón.

—Tranquilo, sé cuidarme solo —respondió—. Descansa, Jungkook. Te veré en la mañana, no llegues tarde —dijo, antes de soltarse finalmente para trepar por los balcones, y aterrizar entre las hojas que estaban cerca de la acera de la casa de Jeon.

Jungkook suspiró y se dejó caer de espaldas sobre su cama de nuevo. No tenía idea de la hora, pero el sonido de su reloj sobre la mesa de noche era lo único en lo que podía concentrarse.

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora