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El que fuese día sábado no fue un impedimento para que Jimin se levantara temprano, le gustaba acompañar a su madre a hacer las compras en el mercado, ayudarla con las bolsas y probar de las deliciosas frutas que le ofrecían para vender

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El que fuese día sábado no fue un impedimento para que Jimin se levantara temprano, le gustaba acompañar a su madre a hacer las compras en el mercado, ayudarla con las bolsas y probar de las deliciosas frutas que le ofrecían para vender.

A mediodía se movieron al ritmo de las canciones que se reproducían en la radio y, tomando las zanahorias como micrófonos, empezaron a preparar el almuerzo. Jimin tenía una buena relación con sus padres, pero definitivamente era más cercano a su mamá, en ella encontraba a su mejor amiga, la mejor confidente y la mejor dando consejos, estaba agradecido de su apoyo y de estar presente cada vez que lo necesitaba.

Por otro lado, estaba su padre, un hombre divertido pero muy sabio, amable, cariñoso, responsable y trabajador.

—En dos semanas más tendremos un nuevo examen de literatura —comentó Jimin sentado en la mesa mientras cortaba las verduras y su madre aliñaba los trozos de carne—. La profesora dijo que será más exigente, pero he estado estudiando en mis ratos libres así que no creo que obtenga una baja calificación.

—Me has hablado de tus tareas, informes y exámenes, pero no me has contado si hay algún chico lindo en tu salón —dijo con picardía, viendo el adorable sonrojo que comenzaba a aparecer en las mejillas de su hijo. La primera vez que vio un interés de Jimin hacia los chicos fue cuando tenía siete años y escribió una carta de amor a su compañero, eran sólo dos palabras y un corazón pero no tuvo la valentía suficiente para entregársela y quedó guardada entre los cuadernos que ahora estaban en el ático, ella no le mencionó nada al respecto porque sus gustos podían cambiar a medida que fuese creciendo, pero cuando le preguntaba sobre chicas su reacción era normal, y cuando lo hacía con chicos ocurría lo que estaba pasando en ese momento: se ruborizaba y le parecía lindo.

Jimin aún no experimentaba los sentimientos y las emociones de su primer amor.

Aun no se había cruzado en su camino.

O quizás si lo había hecho, pero no lo sabía.

—Mamá —la regañó con voz suave, bajando la cabeza para volver a su labor con la comida.

—¿Lo hay? —insistió de manera divertida.

—No —sentenció con el ceño ligeramente fruncido, acomodándose los anteojos redondos. Era verdad, en su salón de clases nadie llamaba su atención—. No lo hay.

—Jiminie.

—No lo hay —repitió de mala gana, haciendo reír a su mamá por la divertida mueca en sus labios.

—¿Qué no hay? —Llegó el señor Park a la cocina luego de haberse ocupado del jardín—. ¿Pimientos? —preguntó con preocupación.

—Jiminie me iba a contar sobre el chico lindo de su salón —molestó la madre del menor, soltando una risa al ver la expresión de indignación del pequeño.

—¿Te gusta alguien de tu salón? —El señor Park miró a su hijo, alzando sus cejas—. ¿Cómo es? ¿Ya sabe que te gusta?

—No me gusta nadie. —De sólo pensarlo, se le revolvía el estómago porque estaba seguro de que no tendría ni idea de cómo actuar con alguien que le gustase.

 —De sólo pensarlo, se le revolvía el estómago porque estaba seguro de que no tendría ni idea de cómo actuar con alguien que le gustase

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Pink boy [Yoonmin] [Adaptación]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora