Capítulo 1

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Corea del Sur

-¡Señor las ventas están subiendo cada vez más!

El ayudante del señor Jung, hablaba sumamente emocionado mientras servía un poco de wiski en dos vasos para celebrar.

-Señor Jung, llegó su hija- La secretaria interrumpió la conversación mientras la hija del jefe entraba a empujones por la entrada.

-¿Qué ocurre hija?- Habló mientras bebía un poco de wiski.

-¿Por qué no autorizaste mi viaje a las Vegas?-Cruzó sus brazos indignada- ¿Acaso te hice algo? Mis amigos irán y yo no, seré el hazme reír del grupo.

La habitación fue inundada por el sonido que hacían los zapatos de la hija al chocar contra el piso repetidas veces.

-Hija calma, no podrás ir porque tenemos un evento. Es la semana de...-Se vio interrumpido por su hija.

La semana de la moda en Paris, ya lo sé papá y si no recordabas ya fui con mamá. No pienso ir contigo así que tendrás que autorizar el viaje.

Salió de la oficina de su padre enojada empujando a la secretaria que seguía de pie en la puerta.

-_(tn) no era así, ella era amable. Parece que fue ayer cuando la veíamos corriendo de un lado a otro con tu corbata enredada en el cuello- Lo dijo con tristeza al recordarlo.

-Es así desde que murió su madre, quizá es la forma en la que lleva su duelo- Tomó la botella para servirse más wiski. 



Estaba saliendo de la empresa aún con el enojo dentro de mí y se hacía cada vez más grande al pensar lo que me había hecho. Caminaba un tanto distraída a la parada de autobuses que se encontraba a unas cuantas cuadras del rascacielos. Es muy irónico que la hija de uno de los hombres más ricos de Corea del Sur tenga a su hija transportándose en autobuses sucios y asquerosos. Para ser sincera conmigo misma yo me lo busqué al chocar dos autos en menos de una semana, el último aún recuerdo que era mi favorito, un Ferrari F12.

Estaba sumida en mis pensamientos hasta que algo en mí reaccionó, sentía desde hace un rato que algo andaba mal. Dejé mis pensamientos de lado y presté atención, giré discretamente a mi alrededor, un auto estaba siguiéndome y lo peor es que no sabía cuánto tiempo llevaba haciéndolo. Era una camioneta de repartidor de correo, sus vidrios estaban polarizados, conducía lento, en ese instante se me enchinó la piel y mi corazón comenzó a latir más rápido, apresuré mi caminata para llegar lo más pronto a la parada por lo menos ahí estaría segura por un momento.

Comenzó a surgir un gran miedo a medida que avanzaba y la camioneta se ponía al par conmigo, mis manos sudaban y temblaban mucho al grado que cruzar mis brazos para que nadie lo notara y mi respiración se agitaba como si estuviera corriendo. Caminaba casi corriendo inconscientemente hasta que la gente me miraba y me detuve para ver si estaba otra vez, ya que durante unos minutos bajé mi cabeza, no sabía que hacer me quedé en blanco.

Cuando volteé la camioneta no estaba. Llegué a la estación de autobuses y busqué con la mirada al auto, se estaba estacionando frente a la parada, de repente sonó mi celular ocasionando que me sobresaltara.

-Amor ¿Dónde estás?

-En la parada de autobuses, ¿por qué?

-¿Fuiste con tu padre?

-Sí- Dije un poco molesta al recordarlo.

-Cariño espera ahí, iré por ti.

No me despedí y simplemente colgué, no le quité la mirada de encima a la camioneta que estaba estacionada del lado contrario de donde se encontraba la parada de autobuses. Mientras lo esperaba, alcé de nuevo la vista y pude ver a tres hombres apuestos bajando de la camioneta, vestidos con traje algo que no era concordaba con la camioneta en la que estaban. Uno de ellos volteó y fijo su mirada en mí mientras metía un arma en su pantalón, mi cuerpo se paralizó y un claxon me regresó a la realidad. Mi novio estaba esperándome mirándome con el ceño fruncido, corrí al auto y entré en el azotando la puerta.

Me enamoré de un criminalWhere stories live. Discover now