Capítulo 5 - El viaje inesperado

Comenzar desde el principio
                                    

 –  Está bien, iré con vosotros  – Mi decisión les alegra  – . Pero con una condición: prometedme que haréis todo lo posible por rescatar a Michael.

Llevándose la mano derecha al corazón e inclinado levemente, el doctor Foster me mira con una fuerza que me hace sentir repentinamente débil.

 –  Te lo prometo.

Y no puedo evitar confiar en sus palabras.

Esa misma noche abandonamos nuestro hogar temporal en una antigua furgoneta que durante todo el camino gruñe, dispuesta a romperse en pedazos en cualquier momento. El plan es simple: coger un bus desde Barcelona que nos llevará sin demora a París, donde embarcaremos en un avión rumbo a nuestro destino. Nunca he subido en avión, así que estoy aterrada y emocionada al mismo tiempo.

Es la primera vez que salgo de España. Mi padre era inglés pero, tras su muerte, el leve contacto con mi familia anglosajona se perdió por completo, dejando sólo un nombre que, según mi madre, había elegido mi abuela antes de que naciese.

Michael era mi único contacto con el mundo más allá de España. Recuerdo que llegó con sólo nueve años a la escuela, por ese entonces tenía un fuerte acento irlandés y la cara poblada de pecas. Él hizo que dejase de ser esa niña rara que hablaba con su padre muerto. Me aceptó como a una hermana más, tendiéndome la mano cuando yo era incapaz de levantarme por mí misma. De todos mis amigos, él es el único que me conoce lo suficiente como para saber lo que pasé por esa época.

Pensar en mi añorado amigo hace que pase todo el viaje en silencio. Tengo varias preguntas sin respuesta que quiero hacerle a Luna, pero ella anda perdida entre cabezadas varias y divagaciones, haciendo que me vea obligada a darle más vueltas a las cosas de las que querría. Con todo esto, ni siquiera he podido hablar seriamente con ella sobre el demonio que le acompaña.

Deben de ser las dos de la madrugada cuando llegamos a Barcelona y subimos al autobús, prácticamente fantasma. Cansada ya de tanto ir y venir caigo sumida en un profundo sueño, del que despierto cuando finalmente llegamos a París, con un brillante sol anunciando un nuevo día.

El autobús nos deja bastante cerca del que va a ser nuestro hotel durante escasas horas, pero tengo las piernas tan entumecidas del largo viaje que casi me parece un milagro ver aparecer el oscuro y silencioso hostal, situado entre dos estrechas callejuelas, donde podré por fin echar una cabezada en una cama de verdad.

En la entrada, una joven pequeña, de cara ancha y pelo corto nos espera con una sonrisa pintada en unos labios. Durante unos minutos habla con nuestros acompañantes, pero no consigo entender lo que dicen así que la despedida de Leonard y el doctor Foster me pilla por sorpresa.

   –    Alice os acompañará el resto del viaje. Con ella estaréis en buenas manos –. Leonard nos da dos sonoros besos a cada una y no deja de hablar, como si le diese cierta pena despedirse de nosotras.

      –    Buena suerte –. Es lo único que oímos decir al doctor Foster antes de marchare, silencioso, por donde hemos venido.

Miro a mi nueva guía y protectora, sintiéndome aún más vacía que antes. Estoy en un mundo que no me pertenece, las cosas que creía ya no son y las que son ahora antes eran imposibles. Quizás yo tampoco soy la misma persona que era antes de coger ese autobús.

Alice no nos deja salir de la habitación, así que pierdo definitivamente mis esperanzas de ver ese lugar que tantos llaman la Ciudad de la Luz. Las horas pasan y en cada una de ellas mi deseo de coger ya ese avión aumenta. Dormimos un rato, pero estamos la mayor parte de la mañana esperando a nuestra guardiana, que se ha marchado misteriosamente mientras paseábamos por el mundo de los sueños.

Outsiders (en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora