—No pienso ir a tu casa. No quiero volver a saber de ti. —Respondió Yuna desde la otra línea.

—¿Yuna? ¿Qué acabas de decir? ¿Es una broma? Porque si lo es, déjame decirte que no hay peor tiempo para bromear.

—Como oíste. No quiero verte, no te bastó con engañarme con Aeri ¡También me mentiste! ¡Dijiste que estabas con tu abuela! ¿¡O me dirás que tu abuela es una maldita prostituta!? —Los gritos de Yuna hicieron que alejara el celular de su oreja, luego suspiró y volvió a intentar conseguir su ayuda.

—Mira, Yuna. No puedes creerle a Park, lo conoces, sabes que no hace bien su trabajo y sólo culpa al primero que se le cruza. Tienes que creerme a mí ¡Soy tu novio! ¡Y mi carrera está en riesgo!

—"Mi carrera, Mi carrera" —Dijo Yuna en un tono burlesco. —¡Lo único que te importa es tu sucia y asquerosa carrera! ¡Puedes meterte por el culo tu famosa carrera! Y no me hagas perder más mi tiempo. Tu preciada carrera se fue a la mierda y nuestra relación también. —Respondió y colgó la llamada antes de que Byungchan pudiera responder.

—¡Maldita sea! ¿¡Yuna!? ¡Yuna! ¿Cómo te atreves a colgarme el teléfono? Lo vas a pagar, maldita perra.

Byungchan arrojó su carísimo teléfono por el balcón. Nada podía importarle más ahora que su carrera. Carrera que estaba perdida, todo por culpa de Park y los bastardos de Kwon y Yuna. Todos se habían aliado para dejarlo solo en el peor momento de su vida.

Volvió a tratar de recobrar la compostura mientras daba vueltas por la habitación, las opciones que tenía eran limitadas y ninguna parecía llevarlo a alguna parte, hasta que recordó que aún le quedaba una persona más en el mundo a la cual recurrir.

—Ji yong me despidió, pero Jennie aún no me ha dicho nada. Si ella no me ayuda me rendiré. —Dijo en voz alta esbozando una sonrisa.

Contento con su gran idea buscó su teléfono para marcarle a la otra dueña de J&J Entertainment. Hasta que recordó que lo había arrojado minutos atrás por el balcón.

Tomó sus llaves y salió del departamento en búsqueda de un teléfono público, aún recordaba el número de Jennie y tenía un par de monedas en los bolsillos. Y con un poco de suerte nadie lo reconocería en el camino.

—Jennie, escúchame. Yo soy inocente de esto ¡Park mintió! Jamás le haría algo así a Yuna, y tampoco soy capaz de matar a alguien. Vamos Jennie, ten un poco de compasión.

Byungchan le rezó a todos los santos y dioses del mundo esperando a que su otra jefa pudiera ayudarle en esa complicada situación.

—No es mi decisión, Choi. Ji Yong no quiere saber nada de ti. Lo lamento pero yo tampoco te creo, y no arriesgaré mi puesto por ti.

Y desde la otra línea le colgaron, dejándolo sin ninguna opción nuevamente.

—Vaya mierda. —Soltó entredientes.

Byungchan, ya muchísimo más frustado que antes azotó el teléfono público contra la pared de la cabina. Provocando que se rompa y los vidrios estallen al rededor. Llamó la atención de muchas personas que iban pasando, y por desgracia para él. Lo reconocieron.

—¡Miren es Choi Byungchan! —Gritó un hombre que vendía periódicos justo frente a donde estaba él.

—¡Ese hijo de puta! ¡Atrapenlo! —Gritó una anciana que pasaba por la calle de al frente, mientras las personas comenzaban a amontonarse para ver, y otras tantas comenzaban a correr hacia dónde estaba él.

Byungchan estático en su lugar tomó uno de los vidrios más grandes que encontró y lo usó para defenderse. Hirió al menos a dos mujeres y cinco hombres, pero también recibió golpes por parte de la multitud. La avenida se llenó de llantos y gritos mientras Byungchan trataba de salvar su vida, y huir del lugar.

Pudo escuchar los autos policiales acercarse al lugar, su vista se volvió borrosa mientras observaba sus manos llenas de sangre. La gente ya no se le acercaba, todos intentaban curar a los heridos. Pero estaba seguro que si se movía de ahí nuevamente lo rodearían, y un par de pedazos de vidrio ya no serían suficiente para defenderse de los cientos de personas que se habían reunido alrededor.

No debió haber hecho eso. Nada de eso. Ya no tenía cómo huir de ahí, y el miedo le hizo tomar la decisión más importante de su vida, y probablemente la última.

Se clavó tan fuerte cómo pudo aquel pedazo de vidrio en la muñeca y lo movió bruscamente cortando su piel, dolió como la mierda, pero tomó el pedazo y cortó la otra muñeca de la misma forma. La sangre comenzó a caer tan rápidamente que estuvo seguro que moriría antes de que la policía llegara al lugar.

El dolor valía la pena, mientras pensaba en que quizás no alcanzo a cobrar venganza de todos los que no quisieron ayudarle, pero al menos no iría a la cárcel. Dios lo ayudaría, y lo perdonaría. Y si no iba al cielo, entonces se encontraría con Aeri, en el infierno. Y la haría pagar una vez más por todo lo que le había hecho.

Murderer [JaeYong, DoWoo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora