La llevaré al hospital más cercano. Y el más cerca está a unos quince minutos de mi casa, por ende aumento la velocidad mientras conduzco. Ashley está inconsciente y ha estado sangrando. Decidí llevarla yo, puesto la ambulancia tardaría media hora en llegar y no sabía qué podría pasar en treinta minutos.

Las calles están despejadas, no hay tránsito, los semáforos estan de mi lado y llego al hospital en menos de quince minutos. Tras estacionar bajo del vehículo y luego llevo a Ashley entre mis brazos  a emergencias. Las enfermeras al verme y luego ver el pantalón de Ashley ensangrentado la dejan sobre una de las camillas, me preguntan lo que ha pasado, si es alérgica a algún medicamento y que cuantos meses tiene de gestación. Yo no sé nada, y solo les contesto con calma porque la he traído.

Suspiro y me quedo en medio del pasillo. Una de las enfermeras sale de donde han entrado a Ashley y se detiene frente a mí.

— Aconpañeme a depositar los datos de la chica por favor. —Me pide la enfermera. Asiento y la sigo hasta la recepción.

— El nombre de la ingresada y el suyo por favor. —Me pide la chica del otro lado del escritorio.

— Mi nombre es Geoffrey Rojas, el de ella es Ashley.

— El apellido por favor.

— No lo sé, solo sé su nombre. —Le digo. Estay realmente preocupado, miro mis manos ensangrentadas y me puongo aún más nervioso.

— ¿Qué es usted de ella?

— Un amigo, apenas la conocí hoy, no sé más nada de ella, solo sé su nombre.

La chica asiente y me envía q tomar asiento. Unos minutos después de estar sentado la enfermera anterior llega y me da unas toallas y me guía a lavarme las manos, luego de salir del baño voy a la cafetería por un café negro sin azúcar y regreso a la sala de esperas.

Un doctor sale de donde han entrado a Ashley y llama a los familiares de un chico, luego sale otro doctor más y va a la recepción, vuelve a entrar y al poco rato regresa.

— Ashley Torres. —Llama. Dudo y espero el segundo llamado.— Familiares de la ingresada Ashley Torres.

Me pongo de pies y me acerco a él.

— ¿La que está embarazada? —El doctor asiente .— Soy yo.

El doctor me mira atentamente por un momento, finalmente se quita los lentes y se queda callado durante varios segundos más.

— ¿Es usted el esposo de ella? —Me pregunta con cautela. Niego.— Ok, la pasiente está bien, por suerte no llego a sufrir un aborto espontáneo, aunque no se puede quitar la posibilidad de que llegue a pasar. Por eso es recomendable de que no pase ningún tipo de riesgos, su embarazo es de alto riesgo y podría no sólo causarle la muerte al feto, si no, también a ella.

— Sí. —Murmuro.— ¿Cómo supo su apellido?

— La joven es pasiente de este hospital. Esta mañana estuvo por aquí y se enteró de su embarazo. —Responde el doctor.

— ¿Puedo hablar a solas con usted? —Le pido. Él duda pero finalmente acepta.

Me lleva a una oficina y me pide tomarbasiento y comienzo  a hablarle sin ningún preámbulo.

— La conocí hoy, casi la atropello pero llegué a frenar antes. —Le digo. El semblante del doctor cambia, y su expresión de severidad pasa a ser de confusión.

— ¿Qué pasó después?

— Su esposo apareció y ella comenzó a llorar, en realidad no sé que pasa con ella y ese hombre, pero siento que no es nada bueno.

— ¿Por qué le interesa tanto lo que le pase a la joven? —Me pregunta.

— No lo sé, sentí que necesitaba ayuda, y aún lo siento así, ella tiene marcas en sus brazos y en su cuello, su ojo se está curando de un moretón y son indicios de que ese hombre la golpea.

El Doctor suspira y se acomoda en el sillón. Esperl a que diga algo pero no lo hace.

— Usted debe saber algo, de ser así dígame lo que sabe y así poder ayudarla.

— De hecho sí la golpea, lo hace todo el tiempo, la joven lleva asistiendo a consultas desde hace más de un año. Durante un tiempo dejó de asistir y volvió hace tan solo unos meses. —Dice mientras busca algo entre sus gavetas, saca unas placas y las deja sobre el escritorio y me muestra varios huesos fracturados.— Tiene fractura, en las costillas, hace poco se tosió una pierna y un brazo, tiene heridas de arma blanca y múltiples ematomas por todo el cuerpo.

Siento mi piel erizar y la impotencia se adueña de mí.

— ¿Todo se lo causa su esposo? —Le pregunto. El doctor se encoge de hombros y apoya los codos sobre el escritorio.

— Ella dice que, pero las marcas de manos en todo su cuerpo dice lo contrario. Esta mañana le dije que denunciaría el caso ante las autoridades, ella se negó y se fue. —Deja escapar un gran suspiro.— Así que, si usted quiere ayudarla intente convencerla y haga todo lo que pueda por ayudarla, ella lo necesita.

— ¿Puedo verla? —Le pregunto, el asiente.

— La pasamos a una habitación sola, es la número 213, está en el tercer nivel.

Casada Con Una BESTIA  | EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora