El corazón Púrpura (Evelynn x Akali)

Capítulo 1

Como el presagio de una mala noticia, un escalofrío le recorrió el cuerpo a Akali. Abrió los ojos en el momento exacto para ver la luz de un relámpago colarse por la ventana. Esperó, contando los segundos, a que sonara el trueno. Tomó una respiración profunda tratando de calmar su cuerpo.

Se levantó de la cama y fue, esquivando la ropa tirada por el suelo, a cerrar las cortinas. Las tormentas no eran de su agrado, realmente odiaba estar en una tormenta sin un techo en el que protegerse aunque, para su suerte, se encontraba en su casa. Echó un vistazo fuera y vio cómo caía la lluvia sin descanso. Apenas había luz en la calle, lo que le daba todo un toque bastante tétrico.

-Tranquila.- Se dijo a sí misma mientras cerraba los ojos. Con un suspiro, bajó la persiana y se dio la vuelta. Dio un vistazo alrededor de su habitación en busca de sus auriculares. No tenía muchas cosas en su habitación, un escritorio de color madera caoba con un portátil de última generación. En el centro de la pared principal, tenía una cama bastante más grande de lo que desearía, ya que se le hacía solitario por las noches. También tenía un armario más alto que ella, suficientemente vacío ya que la mitad de su ropa se encontraba esparcida por el suelo. En las paredes tenía colgados dos posters de sus cantantes favoritos y dos fotos con su madre. Realmente era una habitación bastante vacía. Akali deseaba que algún día la pudiera llenar de cosas que tuvieran un valor sentimental y le hicieran sentir esas cuatro paredes más suyas.

Después de rebuscar durante diez minutos, encontró sus auriculares debajo de la ropa que tenía en la silla del escritorio. Los conectó a su móvil y puso su playlist de relajación para aquellos días que se encontraba muy nerviosa. Se volvió a tumbar e intentó que su cuerpo poco a poco se relajara y pudiera dormir.

Si fuera pequeña, iría corriendo a la habitación de sus padres a camuflarse entre las sábanas y pediría que le leyeran un cuento. Su madre, por muchos considerada una copia adulta de ella misma, le reñíria por estar despierta tan tarde y su padre le daría un beso en la frente y le leería el cuento que ella eligiera. Ese recuerdo le dejó un sabor de boca agridulce.

-Papá...- murmuró Akali mientras una pequeña lágrima le caía de la mejilla. Akali no pudo evitar que le vinieran los flashbacks de cuando la policía vino a informarles que su padre había fallecido. Todo ocurrió de casualidad, al padre de Akali se le cayó un poste de la luz mientras iba de camino al trabajo un martes de 2020 a las 07:56. Hace ya un año de eso.

Akali echaba de menos a su padre cada día. Lo veía en su pelo oscuro azabache cuando se miraba en el espejo. En su afinidad por las artes marciales. En su porte elegante y su semblante fuerte. Tahno Tethi, un hombre de metro ochenta, facciones marcadas y fuerza destacable. Ojos oscuros y pelo de color carbón. Tenía una mirada intimidante pero un corazón bondadoso. Akali daría todo lo que tiene por poder volver a esa mañana y poder despedirse, darle un último abrazo, un último beso. Culpaba al ayuntamiento. Día tras día, desfogaba su ira contra un saco de boxeo pensando en la falta de competencia de la institución.

Por suerte o por desgracia, el ayuntamiento tomó la responsabilidad por no tener el poste bien sujeto y por lo tanto poner en peligro la vida de sus conciudadanos, dando a Akali y su madre una gran indemnización.

Indemnización que aprovecharon para cambiarse de casa, a una más grande, más bonita y que sobre todo no tuviera memorias de su padre en casa esquina. Esta se encontraba en un buen barrio, no se podría considerar que fuera de la clase más alta pero tampoco estaba mal situada.

Su calle se llamaba Heim Street, un barrio tranquilo con varias familias de clase media-alta. El primer día que llegaron, justo al inicio del verano, se presentaron tres vecinos, los más cercanos, con pastelitos y flores. Todos parecían muy amables y simpáticos aunque lo que realmente querían era cotillear y la mejor forma de empezar era por su casa.