—¡Pensé que no vendrían!

La muchacha que se lanza a abrazar efusivamente a Dante e Isa parece una pequeña hada. No puede medir más de un metro sesenta a pesar de estar en unos tacos altísimos, tiene el cabello de color rojo fuego por el mentón y la piel perfecta, con unos llamativos ojos de color azul.

—Aquí estamos —dice Isa con una sonrisa... ¿tensa?

—Los chicos están en el reservado, ¿por qué no vienen? —Dice, pasando de mi como si no estuviera.

—Estamos bien aquí —zanja mi amiga—, vinimos por nuestra parte.

—¿Segura? —Dice y luego repara en mi, observándome de pies a cabeza, para luego agregar: —Ella puede venir si quieren.

—En serio, corazón —dice Dante, mientras rebusca a alguien detrás de ella—, estamos bien aquí —y luego se gira para mirarnos a mi y a Isa y agrega: —Enseguida vuelvo.

Y así sin más, desaparece por entre el gentío sin mirar una sola vez atrás.

—Anda Isa, vamos con los muchachos —insiste la muchacha, intentando tirar de su brazo—, prometo bebidas gratis para todos y aparte podrás verme desde un lugar privilegiado para cuando comience a tocar.

—Gina, en verdad no quiero ir con ellos —dice Isa, soltándose suavemente de su agarre—, estoy con mi amiga y no quiero dejarla sola, de todas maneras la música se escucha en todo el antro...

—Está bien —responde la muchacha, rodando los ojos—, te veo después —agrega antes de dejar un beso en su mejilla y desaparecer entre la gente contoneando su diminuta cintura.

—¿Qué demonios fue eso? —Pregunto, ya que me había quedado sentada en mi taburete observando todo mientras bebía mi cerveza.

—La intensidad en persona —responde ella con fastidio, dando un largo trago a su cerveza.

—¿Los muchachos son Xander y el resto? —Pregunto, para no decir Pierce, ya que cada vez que lo nombro mis mejillas se ponen coloradas por los recuerdos que me invaden.

—Si —responde ella, escueta.

—¿Y...? —Pregunto, incitándola a que hable.

—Y ella se folla a Xander —larga de sopetón.

—¿Qué? —Pregunto, sorprendida —¿Pero ella sabe lo suyo?

—Por supuesto que lo sabe —responde ella, rodando los ojos con enojo—, ella solo quería que vaya para que vea como se contonea en él.

—Menuda amiga —murmuro.

—Pues si, a decir verdad no quería venir, pero el hermano de Gina le gusta mucho a Dante, no quería que perdiera la oportunidad —dice ella, jugando con su botella de cerveza.

—¿Sabes que? —Digo de repente, llamando su atención —Cuando dije que hoy sería una buena noche, no mentía —digo, terminando mi cerveza de un solo trago—, ahora vamos a ir allí, vamos a bailar y unos chicos buenorros vendrán a por nosotras —y después de que esas palabras salen de mi boca, eructo.

Pero no es para nada un eructo normal, no, es uno que hace que hasta mis labios se muevan.

De todas maneras —y a pesar del bochorno que siento por haber llamado tanto la atención con mi eructo que pareció resonar a pesar de la música alta— vale la pena por la carcajada que lanza mi amiga, sin poder creer lo que acabo de hacer.

Pedimos otras cerveza, el chico del bar sonriéndome divertido por lo que acabo de hacer, y nos dirigimos a la pista de baile, contoneando las caderas y cantando a todo pulmón las canciones de moda que resuenan por los altoparlantes.

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora