Capítulo 5

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"Aullidos"

La reconstrucción de Vieja Corona estaba en marcha, los habitantes de Corona reparaban las casas que una vez fueron perforados por las rocas, con pinturas y algunos retoques el pequeño pueblo volvía a ser como antes. Entre las personas, dos jóvenes se divertían al mismo tiempo que contribuían en el trabajo.

—¿En serio tendré mi propia habitación?— preguntaba la inventora, que colocaba el vidrio de una ventana —. Supongo que es maravilloso.

Varian, que pintaba una pared, la escuchó desanimada, como sí tener un espacio para ella sola no fuera un gran plan.

—¿Acaso no te agrada la idea?— el alquimista se recargó en la pared —. Sólo imagina tu habitación repleto de tus máquinas, planos y herramientas.

(T/N)creó tal imagen en su mente, pero el recuerdo de la noche pasada le dio un escalofrío, que junto a la actitud extraña de las ovejas, el miedo la invadía más.

—¡Po-por supuesto!— tragó saliva —. S-será emocionante.

Quirin se aproximó a su dirección con una sorpresa, merecían una recompensa por su arduo labor.

—¡Oigan chicos!— llamó el mayor en un tono tranquilo —. Corona también donó ropa y les he traído esto.

(T/N) recibió su atuendo, una blusa blanca de manga larga, un corsé de cuero, un mallon negro y, si se presentaba cierta ocasión, un vestido azul de algodón, el señor Quirin conocía su forma de vestir, ya era hora que ella cambiara de estilo.

—¡Muchas gracias, señor Quirin!— sonrió (T/N), que planeaba agregar a la vestimenta sus guantes y botas.

—Te lo agradezco demasiado, papá— se apartó Varian al sentir su espalda húmeda —. Realmente lo necesito.

Los tres rieron por la ingenuidad del alquimista.

[...]

(T/N)

Al anochecer, me despedí de Varian y me dirigí a lo que sería mi nueva habitación (que por suerte estaba a lado de Varian), me sorprende la rapidez en que lo construyeron, qué gente tan solidaria; porque a parte de la cama, me brindaron un escritorio, un closet y una hermosa vista al cielo estrellado. 

Estaba dispuesta a dormir hasta que ciertos sonidos retumbaban en mi ventana ¡Era Rudiger!, de inmediato la abrí y él se subió a mi hombro como acostumbraba hacerlo.

—¡Rudiger!— dije emocionada, desde que Varian fue encarcelado también perdí su rastro, lo extrañaba tanto, aunque se le veía asustado —. Me alegro que hayas regresado,  no tienes idea de lo mucho que te extrañe, ¿Pero por qué estás temblan...—

Entonces el feroz aullido de la otra vez volvió a resonar en el cielo, sujete a Rudiger entre mis brazos y corrí a la habitación de Varian. No recuerdo haber visto lobos en el bosque, pero el aullido era tan estremecedor que me hacía pensar que no se trataba de cualquier lobo.

—¡Varian!— salte a la cama mientras Rudiger saltó a su cara, provocando que despertara —¡Hay un monstruo allá fuera!

Él talló sus ojos para aclarar su vista, estaba despeinado y una camisa cubría parte de su cuerpo. Tenía el sueño profundo porque tardó en reaccionar y estaba relajado como si no hubiera escuchado nada.

—Si le tienes miedo a la oscuridad pudiste habérmelo dicho sin problema— bostezó —. No es necesario tanto drama, sabes que tengo mucho espacio para ti— se arrimó para darme espacio en la cama.

De repente volvió a escucharse el aullido, esta vez acompañada de los gritos de la gente, Varian se sobresaltó tanto que se fijo en la ventana.

—Hay buenas noticias, Rapunzel está tratando de capturarlo— espere a que dijera la mala —¡Pero se trata de un hombre lobo lo que hay afuera, es totalmente imposible!— para él, la palabra magia no existía, aunque parecía no asustarle su voz quebradiza demostraba lo contrario.

Me estremecía por cada aullido, Rudiger sentado en mi regazo trataba de calmarme con sus patitas, hasta que Varian se sentó a mi lado.

—Tranquila, (T/N), te aseguro que todo estará bien— tomó una de mis manos —. Sé que tienes miedo y piensas que podría ocurrir algo malo pero aquí estoy para protegerte.

El apoyo, la calidez de sus palabras flotaban en el aire, podía sentir sus dedos sobre los míos diciéndome que no estoy sola, que él estará a mi lado sin importar las circunstancias o el peligro, contaba con su compañía para cualquier ocasión. Cerré los ojos, dejándome llevar por la suavidad de sus palabras, él me arrullaba con oraciones que alejaban mi miedo, pronto estaré durmiendo a su lado mientras sonrío entre sueños.

—Si tienes miedo cuentas conmigo para combatirla, si quieres huir escapare contigo, si quieres dormir soñaré contigo— poco a poco caía dormida —. Me alegro que estés aquí...

Escuche por último, tal vez se lo haya dicho a Rudiger pero su canto me demostró que dormiría segura, en un mundo de fantasía donde él estaría, quizá, besándome. 

Cuando Las Luces Se Apaguen (Varian x Lectora)Where stories live. Discover now