Capítulo 37

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Estimada lectora, esta parte de la historia es muy especial porque va acompañada de la canción que se muestra en la multimedia, para que la experiencia sea más emocionante reprodúcela al momento en el que aparezca el asterisco(*). ¡Muchas gracias!

"Cuando Las Luces Se Apaguen"

(T/N)

Llegue a Antigua Corona después de un día de trabajo, deje a Alfons en su corral y estacione la carreta a lado de mi casa, al verla me percate que los faroles estaban apagados por dentro, habitualmente están prendidas porque indica que Varian permanecía adentro esperando mi llegada. Cuando entre una tenue luz iluminaba el comedor, se trataba de una vela colocada en la mesa y en ella también se encontraba una caja con una nota:

"Hoy la Luna parece emitir su propia luz, me gustaría que me acompañaras en esta noche para contemplarla. A su merced: Varian"

Dentro de la caja había un largo vestido de mi color favorito, desde ahí supe que Varian tramaba algo. Una vez que cambie mi atuendo, fui en su búsqueda y al salir de casa vi linternas flotando en el cielo, bailaban junto a las estrellas combinándose entre ellas. Entonces escuche un chillido, era Pascal montado en Rudiger haciéndome señas de que los siguiera con ayuda de las linternas. 

(*)

El ambiente que me rodeaba me llamaba para ser parte de su calidez, el viento soplaba sobre mi espalda como si estuviera empujándome hacia mi destino, parecía que en sus ráfagas sonaba la música de la naturaleza para que el cielo nocturno produjera más estrellas para bailar. Las linternas no perdían su rumbo hacia mi hogar, pensar en lo que se aproximaba me llenaba de emoción y sin darme cuenta los animales me guiaron afuera de la aldea, pero me iba acercando al lugar de la sorpresa. Unas ramas estropearon mi vista, me detuve un momento al escuchar ciertos instrumentos mezclarse con la melodía del viento, mi corazón estaba tan exaltado que expulse un suspiro para relajar los nervios. Ya decidida, arrime las ramas y seguí mi camino, lo primero que vi fue a las jóvenes Catalina y Enfado sobre la copa semidesnuda de un árbol, ellas eran las causantes de prenderlas y dejarlas vivir. Luego mi atención se dirigió a Pascal que arrimaba una farola detrás del tronco para iluminar a Rapunzel tocando el piano, Eugene acariciaba las cuerdas de una guitarra y Lance esperaba el momento para tocar el violín. Todos ellos se hallaban alejados a unos metros, me preguntaba porque resguardaban cierta distancia, sin percatarme de que la oscuridad obstruía mi vista a un corral que estaba a unos pasos frente de mí, me di cuenta de su presencia gracias a Rudiger que agitaba unos tubos de ensaye sobre la madera. Cada tubo desprendía un color distinto, iluminado así a toda la valla que formaba un perímetro cuadrangular. Cuando él terminó su trabajo, me indicó a entrar y a esperar pacientemente. 

Giraba mi vista para apreciar la escena, el castillo de Corona parecía estar muy cerca y sobre la punta de sus techos flotaba la gigantesca Luna llena, era el Sol de la noche, tan hermosa con su falda dorada por las casas de Corona. Las linternas sobre mi cabeza me hacían sentir en el cielo, cuando mire a Rapunzel ella me dirigió una mirada serena, me sonrió y cerró los ojos para dar su corazón en la música. Cuando la canción cambió su ritmo, fue la entrada de Varian, no vestía sus ropas de trabajo, ante mis ojos veía a un caballero portando el uniforme de su nación y su mechón se juntó con sus demás cabellos, dejándome ver al descubierto su bello rostro. Al mirarnos, retornamos al pasado cuando éramos adolescentes, como la vez que nos conocimos. Se acercaba lentamente hacia mí y empezó a murmurar para luego dar paso a su canto, transmitiéndome el mensaje que nos persiguió toda la vida, la luz de nuestras almas:

—Cuando las luces se apaguen en el reino,

apoya tu cabeza sobre mi pecho

y lejos nos iremos en este camino silencioso

Nunca lo sabremos.

Oh oh.

Estiró su brazo en un ángulo recto apuntando al cielo, era una invitación para bailar, el cual acepte entrelazando nuestros codos, girábamos y luego cambiábamos de brazo, nos perdimos en los ojos del otro. Sólo éramos él y yo en el universo, por lo que opté acompañar la letra después de que él finalizara:

—Cuando las luces se apaguen en el reino

envuelve tus brazos a mi alrededor, querida

Y con un agarre firme nos tomamos el tiempo

Nunca lo sabremos.

Enganchados de los codos, dábamos medio giro al terminar una oración y al iniciar otra cambiábamos nuestra dirección al contrario realizando los mismos pasos:

¿Y quién puede decir por qué nos vamos, querida?

¿Quién puede decir por qué nos hemos ido?

Oh, claramente esta roca no va a ninguna parte que sepamos.

Nos quedamos frente a frente, su mano se deslizo sobre mi cintura como yo coloque la mía sobre su hombro y con las manos restantes entrelazamos nuestros dedos con fuerza, fruncimos el ceño y sonreímos, era la muestra de que estábamos preparados. Bailamos con rapidez en toda el área de la valla, nuestros pies jugaban sobre el césped y mi falda volaba sobre sus botas, era un vals libre sin reglas, donde él me cargaba sobre su espalda para apreciar la noche y antes de bajarme me observó contemplándome como un ave extendiendo las alas y sintiendo la brisa sobre mi cara. Cuando sentí el suelo me aparte para girar sobre mi propio eje, Varian realizó lo mismo; la sensación de libertad se transmitía en nuestros cuerpos al combinarnos con la naturaleza. Cuidadosamente íbamos bajando la velocidad hasta que tocamos nuestros dedos. Respirábamos agitados por las constantes vueltas y pasos, sonreíamos como en los viejos tiempos, todavía veía al mismo niño del que me enamore y el brillo en sus ojos reflejaba la emoción, sus dientes de conejo salieron de su madriguera para expresar lo afortunado que era. Pegamos nuestras frentes y nos tomamos de ambas manos para recitar:

Cuando las luces se apaguen en el reino,

descansa tus manos dentro de las mías querida

Cuando las luces se apaguen en el reino 

Sabes que estoy contigo aquí

En sus manos recargó mi rostro, el quería gritar desde su corazón a su voz lo mucho que me amaba. Tome su mano que me arrullaba y cerré los ojos:

—Cuando las luces se apaguen

¡Oh, te has ido, pero nunca te has ido mi amor!

¡Oh, las luces del reino!

¡Cuando las luces se apaguen!

Terminó, observamos la Luna brillar en Corona, cuando sentí que sus manos descendían voltee para mirarlo y él estaba agachado, de su pantalón sacó una pequeña caja... Jamás imagine que este día llegaría.

—(T/N) Hildebrandt— abrió la caja en el que un anillo hecho por (T/N)drium yacía esperando —¿Me harías el gran honor de casarte conmigo?

—¡Acepto!— me abalance a él, quedando acostados sobre el césped, en el fondo se escuchaban los gritos de felicidad.

Varian me abrazó fuertemente, limpiamos nuestras pequeñas lágrimas para luego besarnos.







Cuando Las Luces Se Apaguen (Varian x Lectora)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu