• Introducción •

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[Años atrás]

La extenuante jornada de entrenamiento había terminado y los bailarines se dejaron caer al suelo como si se hubieran agotado las fuerzas que les sostenían en pie. Sus pieles brillaban del sudor y sus pechos se movían con rapidez intentando recuperar el aliento perdido. El resto de asistentes fueron abandonando la sala, ignorando el hecho de que los jóvenes estuvieran devastados sobre la fría pista de baile. Jin fue el primero en levantarse y se dedicó a poner en pie a cada uno de sus compañeros.

Jungkook había dejado de jadear pero tenía los músculos engarrotados y el estómago encogido del hambre. Sabía que lo único que le esperaba en la cafetería sería un escueto trozo de pollo sazonado y una botella de agua, lo cual no era ni por asomo suficiente para saciar su estómago vacío. El resto de sus compañeros pasaban la misma hambre que él pero no solían admitirlo en voz alta, por lo que la sensación de incompetencia se hacía mayor de lo que debería.

Podía parecer que de su fatigante esfuerzo diario no obtenía recompensa, más que la propia sensación de mejoría y de realización personal. Sin embargo, a diferencia de los demás, sí obtenía algo al terminar su día y ese algo venía inserto en el teléfono móvil que le devolvían los entrenadores antes de la hora de cenar. Hana siempre le recibía con uno o varios mensajes donde le contaba cómo había ido su día y lo mucho que le extrañaba. Él, en cuanto podía, le respondía animado y ocultaba su displacer en la medida de lo posible para darle a ella su mejor versión de sí mismo. Tampoco necesitaba grandes dotes de actuación, pues el simple hecho de hablar con ella le llenaba de energía.

Sin embargo, esa noche no hubo comentarios acerca de su día ni fogosas declaraciones de amor que le hicieran sonrojar. Por el contrario, los ojos cansados de Jungkook se encontraron con el mensaje más doloroso e inesperado:

"No puedo seguir haciendo esto. Ahora me doy cuenta de que estaremos mejor solos. Por favor, no pienses en mí. No podemos seguir queriéndonos."

El corazón de Jungkook volvió a recuperar el ritmo frenético y acelerado de hace unos segundos, pero esta vez le dolía tanto como un cristal recién quebrado. Su relación con Hana se había complicado desde su entrada en la empresa, pues él tenía terminantemente prohibido tener pareja, pero aún con todas las imposiciones legales habían encontrado la forma de seguir adelante. Él nunca estuvo dispuesto a dejarla, y ella era tan persistente que jamás tuvo la intención de cortar su relación. Es más, la prohibición de su amor no había hecho más que calentar la llama de su pasión y les había enseñado a amarse de una forma más lejana y madura de lo normal. Aún eran jóvenes, sí, pero lo que sentían era dolorosamente real.

Es por esa razón, por la cual Jungkook no podía entender la repentina decisión de Hana ni tampoco comprendía por qué después de ese mensaje le olvidó para siempre. Cada noche lloraba sobre su almohada y la llamaba hasta que acabar memorizándose el contestador de la línea telefónica. Cada vez que tenía un momento la escribía mensajes suplicándole respuestas a sus preguntas, rogando por concebirle al menos una última conversación a través de la fría línea del teléfono. Por supuesto que nunca recibió respuesta alguna y en su desesperación se fue alimentando el monstruo de la soledad y el abandono. Fue entonces una noche cuando contestaron una de sus incesantes llamadas:

"Hana no quiere saber nada de ti. Por favor, Jungkook, respeta su decisión y no vuelvas a contactarla."

Las palabras de su madre resonaron en su cabeza durante días y mientras tanto se preguntaba qué había hecho mal para merecerse aquel desprecio o en qué momento las cosas habían cambiado tanto como para querer alejarle de su vida de una forma tan dramática. Nunca encontró respuestas a esas preguntas y el tiempo pasó y aquel niño abandonado se convirtió en un exitoso cantante con una fama inconmensurable y un autoestima discretamente dañada. A pesar de todo, no había podido superar cómo su primer y único amor le había apartado hasta dejarle caer en el olvido.

—¿Mi valor? No sé cuánto valgo, pero sé que no es mucho...

Car Crash {Jungkook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora