Capítulo 9

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Olivia.

Cierro el libro. Romeo y Julieta es tan triste... pero esa forma de amar es preciosa. Amar tanto que no crees que el mundo pueda seguir existiendo sin la otra persona, que el aire se volverá irrespirable sin él, que el sentido de tu vida ha terminado con su último aliento.. Me seco la cara con el reverso de la mano.

Me duele la cabeza horrores, apenas he conseguido dormir un par de horas de seguido... Otra noche aquí. "¿Es que mi padre se niega a pagar? ¿De verdad tiene tan poco apego por su única hija?" Me duele confirmar lo que siempre he pensado.

La bandeja del desayuno sigue en el suelo. Esta mañana vino de nuevo él a dejarla... No deja de mirarme fijamente a los ojos, pero nunca dice nada. Me gustan esos ojos, tienen un color y una calidez que te absorben.

"Creo que debería ducharme"- pienso al pasarme la mano por la cabeza y notar mi pelo apelmazado y grasiento.

Me acerco a la estantería y compruebo de nuevo la ropa... Al menos parece limpia y la ropa interior está precintada aún de la tienda.

Con la toalla en una mano y la ropa limpia en la otra me quedo inmóvil mirando a la puerta, me entra el pánico sólo de pensar que entren justo ahora y me aterra aún más que sea el mismo que me arrastró por la furgoneta hasta dejarme fuera de juego. Respiro hondo una y otra vez...
"Sí voy a hacerlo, que sea rápido"- En un minuto estoy en la ducha sin quitarme la ropa interior y sin perder de vista la puerta del baño que no he conseguido cerrar del todo.

El agua empieza a salir caliente ¡no puedo creérmelo! La siento caer por mi cabeza, sobre mi cara... Sobre mis hombros...me pesa más de lo que jamás pensé que pudiera pesar el agua y entonces me doy cuenta de que vuelvo a estar llorando y no puedo parar. Los sollozos se vuelven más fuertes, me cuesta tomar aire y mi vista está totalmente nublada por las lágrimas, el agua y el vapor que comienza a formarse.

Me deslizo por la pared y me siento en el suelo de la ducha dejando que el agua caiga sobre mi como una cascada, dejando que el peso me aplaste. Me olvido de todo y sólo oigo el ruido de mis pulmones reclamando oxigeno entre sollozos y el agua estrellándose sobre mi cuerpo.

"Ya me da igual todo... mi padre no va a echarme de menos, creo que casi le han hecho un favor... Quizás ni se hayan dado cuenta de que falto, quizás nadie se haya dado cuenta"

Sr. Álvarez

- Por favor señor, yo solo la vi irse con una amiga. No se quien era ni su nombre, me dijo que iba de compras y yo la creí, me prometió que volvería a casa pronto y que...

-¡¡¡Te ordené que la trajeras directamente a casa!!!- gritó furioso a pocos centímetros de la cara del chófer que cerró los ojos aterrado y aguantó la respiración.

Bordeó el escritorio y se sentó en su silla.

Abrió de nuevo la nota doblada que descansaba sobre la mesa y volvió a leerla:

"¿QUE SE SIENTE CUANDO ALGUIEN TE ARREBATA LO QUE MAS QUIERES?. SI LLAMAS A LA POLICÍA, ELLA ESTÁ MUERTA"

Apoya los codos en la mesa y aprieta los dedos contra sus sienes.

- ¡Retírate!- le dice al hombre sentado frente a él sin mirarlo- y no digas ni una palabra de esto a nadie... ¿¿¿Está claro???

- Sí señor- dice haciendo una reverencia con la cabeza y saliendo a toda prisa del despacho del Sr. Álvarez, sintiéndose afortunado de poder hacerlo por su propio pie.

Se siente furioso con su hija por lo estúpida que ha sido poniéndose en esa situación, la hija a la que nunca ha sabido como tratar. Esa niña que tanto le recordaba al amor de su vida. A veces tiene que recordarse que ella no tiene la culpa de tener sus mismos ojos y su misma sonrisa... Pero no consigue superarlo y se aparta de ella todo lo que puede.

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