Capítulo 8 [Sweet Janelle]

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Janelle Bullrich

Cuando llegamos, Amelia se apresuró con demasiada velocidad a salir del auto. Se quedó asombrada por la belleza del lugar. Y no la culpo, este lugar de verdad es bellísimo.

Hace maso menos un año, en un momento que quise salir con mi auto sin rumbo, terminé encontrando un lugar lleno de cerezos de un color muy hermoso— eran violeta. Sabía cuanto le encantaba a Amelia lugares como estos, a ella le fascinaba encontrar cascadas, ríos, árboles casi de todo tipo, más claro a ella le encanta la naturaleza en sí. Ella disfruta de lo simple de la vida, a pesar de que su familia es tan adinerada tanto como la mía, ella simplemente es desinteresada de eso. Y vive feliz.

Le gusta vestirse con sus vestidos acampanados y sandallas, siempre lleva un moño desordenado en su cabeza, pero para asombro de cualquiera, le queda muy hermoso. Siempre que la veo pienso en lo afortunado que será el hombre que ella escoja para su vida.

—Janelle... esto es muy hermoso, pero de verdad mucho. Jamás había vistos tantos cerezos y menos de este color.

Sigue caminando uno metros más hasta que llegamos al lago, pero ella aún no se ha percatado.

— ¡Dios mira! Todo el camino es igual de violeta que los árboles— me dice muy emocionada mientas va observando cada detalle del lugar.

—Sabía que te encantaría, cuando encontré este lugar en lo primero que pensé fue en ti—y ella volteó a sonreírme—. Hay que ponerle un nombre.

Abre los ojos y asiente con una mano en la barbilla.

—Haber... ¡Dios! — chilla y sale corriendo cuando alcanza a ver el pequeño lago— Janelle, mira hay muchos cisnes. Voy a volver a llorar, esto es muy bello, este lugar definitivamente será nuestro— me dice con esos ojos turquesa brillosos.

—Lo sé hermosa, y si va a ser nuestro necesita un nombre, así que piensa en uno— sé que no le costara mucho, le encanta ponerle nombre a los lugares que conoce.

Es como si tuviera una lista preparada en su cabeza.

—Ya lo sé, "Sweet Janelle" — me dice volteándose a verme con una hermosa sonrisa, esta niña definitivamente me va matar de dulzura.

Por un momento me quedo sospesando lo que acabó de decir.

—¡Demonios Amelia, te amo tanto! — me acerco a abrazarla.

—Este lugar ya es nuestro y cada vez que vengas aquí, quiero que me recuerdes— me dice

—No me digas eso, porque ya te vas a ir y me va a dar mucha tristeza recordarte niña— le digo empezando a sentir su ausencia.

—No te preocupes, vendré cada vez que pueda, ok—asiento. El que haya puesto ese nombre a este lugar es una de las tantas cosas más dulces que ha hecho— ¿Traes pan?

Me limpio una lágrima que se me salió.

— ¿Pan, para qué? — le pregunto.

—Para los cisnes Jane, acaso has venido aquí y jamás les has dado de comer, de verdad te pasas— me dice poniendo sus brazos en la cintura.

—Es que es la primera vez que los veo, vinieron por ti, no por mi — le digo, aunque ya lo había hecho en fechas anteriores—. Pero si quieres en el auto hay algunas semillas, ve a traerlas— me rio cuando me mira achinando sus ojos.

—O sea que, si sabias que estaban aquí, mentirosa—negué divertida. Realmente no lo sabía—. Está bien, ya vuelvo— me dice sonriente.

Y así pasamos la tarde entre charlas de parte mía locuras, de parte de ella uno que otro concejo, de lo que debo hacer para que no me aflija tanto el tema del casamiento, le doy uno que otro tip para que pueda hablar con ese chico que le gusta, se llama Tom Jones, solo espero que quien quiera que sea no le rompa el corazón a mi niña, porque entonces si me van a conocer furiosa.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora