El prodigio tintineó, era el primer aviso, aún le quedaba tiempo.

Marinette estaba hablando con un hombre en un callejón, la estrelló contra la pared. Bunnyx continuó retrocediendo hasta dar con el principio de la escena. Dejó que el tiempo avanzase normal mientras Marinette se adentraba en el callejón.

—Tantos años siendo amiga de Juleka deberían de haberte enseñado que en los callejones desiertos pasan cosas malas —murmuró atenta.

Comprendió la situación de su amiga. Era como un jefazo de los prodigios, uno de los que daban órdenes. No entendió por qué, simplemente, no le lanzó el prodigio a la cara. Un prodigio contra el chico al que amaba, ella veía muy clara cuál sería su elección, así que supuso que había algo más.

Buscó más atrás, ignoró el segundo aviso. Vio a Marinette y a Luka sentados ante la caja de los prodigios y dejó de retroceder. Tal vez en aquella escena encontraría alguna respuesta:

—De todos los portadores que he elegido —explicaba Marinette abrazada a uno de los cojines del sofá—, sólo hay una que no logró comprender.

—¿Por qué le has confiado un prodigio?

Marinette le miraba como si hubiese olvidado que Luka podía hablar.

—No lo he hecho.

—¿Entonces?

—Timettager. Apareció una heroína adulta, Bunnyx, es Alix.

—¿La de los patines?

—Sí. Adoro a Alix, es una buena amiga, pero no es la persona a la que recurriría para darle un prodigio porque... no sé. —Marinette se dejaba caer de lado teatralmente y cerraba los ojos—. No es que no confíe en ella, lo hago, pero es un poco...

—¿Poco reflexiva?

—Eso.

No iba a ofenderse porque era justamente así.

Marinette había compartido su secreto con Luka, ahora también con ella. Eso significaba que había dos personas, a parte del jefazo de los prodigios, que conocían su identidad.

La sensación de que no volvería a verla más regresó con fuerza. Inquieta se decidió a buscar el origen, necesitaba saber qué iba a pasar y si estaba en su mano cambiarlo. Aún le quedaban unos minutos. Ya volvería a entrar.

Deslizó los dedos de izquierda a derecha y el tiempo avanzó a toda velocidad, pasó de largo el altercado de cajón, la ruptura, la entrega del prodigio y se detuvo cuando la ventana temporal parpadeó como si estuviera a punto de quebrarse. Apartó los dedos nerviosa.

Ante sus ojos se desarrollaba una escena fea. Hawk Moth tenía acorralada a Ladybug, estaba sola.

—¿Por qué estás sola? —preguntó como si esperase que la Ladybug de la pantalla le contestase.

Hawk Moth la golpeaba mientras se reía para, finalmente, hacerse con su prodigio.

—Si hubiese sabido antes que para derrotarte sólo necesitaba destruirte mentalmente —soltó el villano riendo como un psicótico.

El hombre del callejón apareció junto a Hawk Moth, las piezas encajaron.

La Marinette de la ventana, tirada en el suelo, era una persona quebrada por completo. Aquella Marinette no se parecía en nada a la que ella conocía. No era capaz de descubrir si estaba viva o muerta. La imagen se desvaneció convertida en niebla.

El prodigio protestó con energía, Bunnyx se apresuró a abandonar la madriguera. Dejó que el tiempo se agotase del todo, conmocionada por lo que acababa de ver.

Sous le ciel de ParisTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon