11. La guerra continua.

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Una guerra eran gritos, sangre, lágrimas, sentimientos de impotencia por parte del bando perdedor y victoria para el ganador

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Una guerra eran gritos, sangre, lágrimas, sentimientos de impotencia por parte del bando perdedor y victoria para el ganador. Está vez no habría más que gritos desgarradores, súplicas no oídas y llantos desesperados por la muerte tocar a su puerta. La sangre derramada daba inicio a la guerra entre la humanidad contra el titán fundador.

Eren destruyó a los altos mandos en Liberio. Tomó el poder del titán martillo de ataque y a Zeke como rehén, aunque eso era parte del plan. Todas esas acciones fueron con el propósito de aplastar a su enemigo, fingiendo estar de acuerdo con la Legión del Reconocimiento. Su meta estaba más fija que en el pasado, aniquilaría a las personas que estaban fuera de las murallas. Antes se debatía, con miedo e impotencia por no cambiar el tráfico futuro, pero ahora veía al mundo con repulsión y aunque existieran personas buenas y malas, los habitantes de Marley eran terroríficos. Le habían arrebatado la libertad, a su madre, sus amigos y a su amada. La perdida de personas valiosas alimentó su sed de venganza llevándolo a un punto de quiebre dónde perdió la razón y se volvió un monstruo.

— ¡Mikasa, llévate este cuerpo dentro del Zepelin! —ordenó, entregando el inertes cuerpo de Eirene a la pelinegra, quien no podía entender nada, pero no mencionó palabras ni pidió explicaciones. No había tiempo que perder.

Ahora ese cuerpo estaba junto a Eren. Lo miraba al mismo tiempo que apretaba sus manos en puños y se aguantaba las lágrimas, apretando los dientes con coraje. Se llenó de impotencia, aún con todo el poder que tenía no había podido hacer nada para salvarla. Ocurrió frente a sus ojos y él no hizo nada para evitarlo. Recordar cómo sucedieron las cosas lo llenaba de amargura, una espina enterrándose en su corazón y nublado su juicio. El odio y la repulsión estaban nublando sus pensamientos. De la nada comenzó a reír, cayendo en su error por creer que las personas los escucharían. Fue tan patético confiar en una mujer soñadora.

Por fin pudo entender que arruinó sus planes y la condenó a sufrir un destino tan maldito como el que se le había impuestó. Acabó con la persona que más lo hacía feliz y humano.

— No debiste aceptar su mano. —recriminó Zeke, con la mirada en el pálido rostro de la joven inerte. Magath realmente mató a su hija—. Las palabras que salían de sus labios eran perfectas e irreales. Debiste ignorarlas para evitar arrastrarla a este cruel deceso. Fuiste un egoísta de mierda...

— Por favor, deténganse un momento. —murmuró, ignorado todos los reclamos y regaños por parte de Zeke, Levi y Hange. Incluso hizo oídos sordos a los gritos y llantos de Connie por la muerte de Sasha—. Ella quería conocer el mar. —acarició la mejilla fría de la albina, su rostro lucía tan tranquilo como lo había sido en vida.

Todos miraron a Eren sin comprender la situación. Parecía alguien diferente al que conocían. Había cambiado después de ver en las memorias de su padre, pero a diferencia del pasado, está vez su mirada triste y voz quebrada les hacía sentir intriga por esa mujer albina, a la cual miraba como si quisiera que abriera los ojos y se levantara.

Hange accedió a lo que le pedía, después de todo el descabellado plan y repentino actuar del joven, podía ver un rastro de humanidad en él. Quizás había esperanza. Las ataduras de Eren fueron removidas, él cargó el cuerpo de Eirene acercándose a la puerta y sintió el fuerte viento golpear su rostro. Miró el agua cristalina moverse con calma, las olas mecían el líquido. Aquel paisaje de paz era perfecto para ella.

— Perdóname por no protegerte. —se aferró a ella, apretándola a su pecho mientras enterraba su cabeza en el cabello blanco—. Sabía que ese plan no funcionaría, pero no dije nada porque no quería que te decepcionaras de la humanidad, no quería que perdieras la esperanza en la paz y la libertad. —su pecho se compromió, el dolor que sentía era casi comparable con el sentimiento de perdida que sufrió al ver a su madre morir—. Jamás había tenido este sentimiento de amor por otra mujer. Me enseñaste lo que significa amar. —Mikasa agachó la cabeza tras oír esas palabras, las lágrimas se acumularon en sus ojos—. Tú me enseñaste que había esperanza, que existía otra forma de detener la guerra...pero también fue gracias a ti que supe que ese camino de paz sería imposible de lograr. —su voz se volvió ronca y la alejó de su pecho para mirar por última vez el bello rostro de la mujer. Había reunido todo el valor y frialdad para decir aquello—. Gracias por eso, Eirene.

Sus brazos empujaron el cuerpo de la albina fuera del Zepelin. Miró como Eirene caía y se hundía en el fondo del mar llevándose el rastro de humanidad de Eren. Solo con ella pudo ser diferente, solo con ella pudo dejar de comportarse como ese ser lleno de odio e instinto de asesino, solo ella pudo volverlo débil.

— Siempre hay algo que te empuja a poner un pie en el infierno. La mayoría de las veces no es por voluntad propia, tu entorno y las personas te fuerzan a hacerlo. —pausó, sollozando ante los viejos recuerdos de la dulce mujer que lo amó—. Pero el infierno de quien se empuja así mismo es distinto, los que lo hacen ven algo más allá. Puede que les espere lo que tanto buscan, esperanza o puede ser más infierno. Yo aún no lo sé, solo lo descubren aquellos que siguen adelante. Seguiré adelante.

Ahora tenía fija su meta, su propósito de vencer a Marley había recobrado fuerza. Estaba preparado para la guerra.
Si antes pensaba que Eirene fue enviada para cambiar el futuro y darse cuenta de que existía otro camino, ahora estaba convencido de que el verdadero propósito de conocer a esa mujer fue para comprobar que no había otra manera para liberar a Eldia más que la masacre del resto de la humanidad.

Ella fue su debilidad y su fuerza.

— Yelena, tendrás que seguirnos y rescatar el cuerpo de Eirene

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— Yelena, tendrás que seguirnos y rescatar el cuerpo de Eirene. —ordenó Zeke mirando el paisaje de Marley, la ciudad que estaba por caer—. Eren seguirá con el plan inicial cuando la vea morir. Estoy casi seguro que se la llevará con él.

Sus ojos se mantuvieron pegados en la joven que se detenía en una de las calles de Liberio, compraba fruta y le sonreía al hombre que la atendía. Siempre había sido tan pura, amable y respetuosa. Él estaba aturdido por su belleza e instinto de paz, mismo instinto que la hizo sufrir en ese cruel mundo lleno de guerra.

Lamentaba mucho las crueles palabras que le dijo aquel fatídico día, pero solo así pudo sacarla de ese infierno que la atormentaba. Había buscado una manera para que ella se alejara del ejército, de las guerras y la muerte. No fue la manera correcta de hacerlo, pero pudo estar tranquilo cuando la vio partir, y aunque tenía el alma rota, ella podía ser libre de cargar con la muerte de las personas de la isla. Sin embargo, jamás imaginó que Eren podría conocerla. Jamás cruzó por su mente la idea de que su hermano menor conociera a esa mujer llena de bondad. Ahora ellos mantenían una relación, la misma que él una vez quiso tener con ella, pero que frenó para protegerla.

— ¿Qué hago cuando la tenga? —cuestionó mirando fijamente a Zeke.

— Protegerla. —susurró, expulsando el humo del cigarrillo que sostenía entre sus dedos—. No dejes que Eren Jaeger se entera que ella sigue con vida.

Lo mejor para ambos sería estar separados. Eirene provenía de un lugar más allá de su imaginación, una diosa como ella no podía emparejarse con un demonio como él. Ella era paz y él era destrucción y por más que se esforzará en ayudarlo, ya no había redención para Eren Jaeger, el genocida más grande toda la historia entre el conflicto Marley/Eldia.

B R O K E N ¦ EREN JAEGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora