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—¿Ésto es necesario de verdad? —Pregunté con Mateo en aquella esquina donde nos había llevado.

Ambos estábamos visibles a los ojos humanos y vestidos con ropa como la de ellos.

—¿Por qué hacemos ésto? —Pregunté.

—Porque yo lo digo. —Dijo mirando hacia cierto lugar.

—¿En serio? Ya estamos aquí, solo decime el plan. —Le dije rodando los ojos.

—El plan lo sabrás luego, ven conmigo. —Tomó mi mano y comenzamos a caminar.

Arrugué el ceño cuando ví que estábamos entrando a un restaurante mediano y bastante poblado. ¿Qué hacíamos aquí?

—Que buen escenario. —Dije sarcástica.

—Lo sé. —Dijo él con una sonrisa.

Por más que yo fuera un demonio Mateo seguía poniéndome los pelos de punta. Está supremamente loco.

Y diablos, que aunque me asuste me encanta.

—¿Señor? —Preguntó el hombre.

—Mateo Palacios. —Dijo Mateo y yo oculté mi sorpresa.

—A ver. —Miró la lista en sus manos. —Una reserva de dos, con su mujer.. la señora Amelia de Palacios.

Mordí mi mejilla mientras oí como él reprimió una risa.

—Así es. —Dijo Mateo.

—Pasen, aquí está su mesa. —Dijo el hombre con una sonrisa.

Nos indicó donde teníamos que sentarnos. Solo cuando lo estuvimos lo miré mal mientras él me miraba burlón.

—¿De dónde sacaste ese apellido? —Me reí.

—Ingenio. —Dijo él.

—Yo tengo apellido. —Le dije..

—Tenías, ahora sos mía. —Se rió.

—Que sorpresa vos tan posesivo. —Musité.

Rodé los ojos y negué con la cabeza mirando la carta.

—No tenés una idea de cuánto. —Susurró pero logré oírlo.

Lo miré de reojo y volví a mirar la carta. Sorprendentemente también me parecía apetitoso, no creí que me fuera a seguir gustando.

—¿Y vos que vas a pedir? —Jodí.

Me reí y lo miré pero él solo tenía una sonrisa en su rostro.

—Sentate aquí. —Dijo señalando a su lado con la cabeza.

Yo agarré mi silla y me puse a su lado.

—¿Qué vas a pedir? —Miró la carta conmigo.

—Quiero éstas. —Señalé la carta.

Mateo asintió y luego de llamar al mesero le emitió mi orden, junto con dos vasos de agua.

No sé si lo sabían pero el agua fortalece a los demonios también.

Miraba la mesa algo nerviosa, Mateo no paraba de sonreír y me tenía inquieta lo que tramaba.

¿Sería algo malo?

—¿Mataste a Gerard? —Cambié de tema.

Mateo frunció el ceño.

—¿Eso te dijo Mary? —Preguntó con un tono un tanto molesto.

—No, solo lo pensé. —Dije yo.

Él me miraba serio antes de tomar un respiro y calmar su expresión.

Negué con la cabeza mirando la mesa, estaba pensando literalmente en nada hasta que un cosquilleo en mi pierna me sacó de mi trance.

Bajé mi mirada y encontré la mano de Mateo jugueteando ahí. Su mano fue subiendo y yo lo miré con una ceja levantada, sin embargo él ni me miraba.

Quise sacar su mano pero su voz me interrumpió.

—Sacala si querés tenes problemas. —Dijo con voz suave, pero a la vez segura.












La estoy haciendo larga perdón xd, voy a actualizar nuevamente así que no se duerman❤️

HELL II [✓]Where stories live. Discover now