〡02. Nada

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Alex fue el primero en hacer un movimiento, sacando así, su celular del bolsillo de su chaqueta

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Alex fue el primero en hacer un movimiento, sacando así, su celular del bolsillo de su chaqueta. Los cuatrillizos lo imitaron y prendieron las linternas de estos, dispuestos a tener mejor visión, de aquel polvoriento, sucio, viejo y tenebroso altillo*.

Se dividieron y comenzaron a buscar en los rincones. El tercero de los hermanos se acercó a una pila de cajas y, a lo que parecía ser, un tocador cubierto por una sabana.

—Me muro si llega haber alguna muñeca —murmuro Danny, causando que más de uno carcajeara por lo bajo. — ¿Qué? ¿Nunca han visto Annabelle? —les preguntó.

— ¿Siempre habla mucho? —Alex miro al más alto de los hermanos, a la par que realizaba aquella pregunta.

—A veces, pero te acostumbras —le respondió sin más.

—Encontré el espejo —murmuro Danno, llamando la atención de todos.

Los demás se acercaron a él, lo ayudaron a retirar lo poco que faltaba de la tela y, tal como les había dicho, el tocador con el espejo roto estaba ahí; más no había nada raro.

— ¿Qué decía el acertijo? —Sam miro al pelinegro, esperando que este leyera lo que tenía en aquel trozo de papel.

—"...En los ojos del gato, junto al río verde, hay muchas señoras. Junto a ellas hay un gorila que las acosa y un ángel que las daña..." —le respondió el de iris azul, leyendo lo que había copiado de la carta original.

—Bien... —comenzó Jack.

—Hay que buscar los ojos de un gato, algo parecido a un ángel, gorila o señoritas —termino Marck y, al momento, le regalo una media sonrisa a su menor. Volvieron a dividirse en aquel rincón, buscaron sin parar algo relacionado con lo mencionado, pero nada apareció.

Daniel decidió revisar cuatro cajones que había del lado derecho del mueble. En el primero solo encontró viejos embaces de maquillaje, algunos vacíos y otro completamente llenos; el segundo tenía diversas prendas de bebe; el penúltimo tenía en su interior algunas libretas con hojas amarillentas, pero ninguna tenía algo de lo que buscaban; y al final, intento abrir el último de los cajones, pero este no cedió ante los deseos del castaño.

—Chicos, este no abre —le aviso algo fastidiado por no haber logrado su cometido.

Con esas últimas tres palabras, la adrenalina inundo los cuerpos ajenos, porque si uno no habría era porque algo ocultaba, sino, por qué habían de tener un cajón cerrado en un ático que parecía no haber sido limpiado en mucho tiempo.

—Déjame intentar —le pidió Marck, quien se arrodillo frente al tocador y reviso sus bolsillos. —Les dije que era buena idea poner una navaja suiza con las llaves de auto —su tono causo que los contrarios rodearan sus ojos.

Seguido a sus palabras movió su mano con habilidad y eligió la pequeña lima que aquella herramienta escondía, la introdujo en la cerradura y, con algo de fuerza, la hizo entrar. Luego comenzó a moverla, intentado que esta girara, y lo logro, la lima giro, pero no lo hizo sola; puesto que la cerradura decidió acompañarla en todo momento.

¿Quién es el asesino?Where stories live. Discover now