La propuesta definitiva

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Disclaimer: El mundo de «Fairy Tail» pertenece a Hiro Mashima. La siguiente historia no tiene ánimo de lucro, ni nada parecido. Sólo es una historia creada por divertimento.

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Lucy se sentó con su bandeja del desayuno nada más iniciar la trifulca entre Natsu y Gray. Por supuesto, tenía razón este último. Por culpa de Natsu, el Maestro les había comunicado que de nuevo su recompensa se vería reducida por los daños causados a los edificios del poblado. Natsu se había llevado por delante medio pueblo con sus llamas y habían exigido compensación por ello.

Resopló y decidió que la noticia no le indigestara el desayuno, a fin de cuentas, era un riesgo que tomaban todos cada vez que salían con él en una misión.

Los observó de reojo cuando llegaron a las manos y suspiró. Esperaba que no revolvieran demasiado el gremio, pues quería desayunar tranquila y eso pasaba por que su mesa acabara intacta.

Pero de pronto, Juvia se metió en medio y, gracias a eso, la pelea terminó. Desde que Gray aceptó sus sentimientos por la maga de agua, las peleas tenían un curioso resultado: ganaba cualquiera que se enfrentara a Gray. Y no era porque le noquearan, sino porque las dejaba a medias para irse con ella. Juvia no soportaba que su novio se desnudara cada dos por tres y había decidido corregir esa manía haciendo ella lo mismo. Evidentemente, a Gray le molestaba que los ojos de otros hombres se posaran en su novia semidesnuda, así que acababa por llevársela... durante mucho rato.

Suspiró cansada... No debería darle envidia la vida sexual de sus amigos, pero lo hacía. Lucy había aceptado que en su caso se retrasaría mucho... mucho tiempo el adquirir el conocimiento práctico del tema. Porque implicaba que primero dejara de estar enamorada de un estúpido Dragon Slayer de fuego que tenía interés cero por las mujeres y, segundo, que se enamorara de un hombre normal y corriente que quisiera ahondar en las bondades de una relación de pareja.

Cogió el vaso con molestia y le dio un trago al zumo. Pensar en eso la cabreaba bastante, sobre todo porque no terminaba de ver una salida a su situación.

Miró de reojo en dirección a Natsu, el cual estaba sentado en el suelo con su mirada fija en la puerta por donde se había marchado la pareja. Parecía disgustado y eso que había ganado la pelea. Cualquiera pensaría que debería estar más contento, pero ella sabía que Natsu no podría jamás considerar como ganado un combate que su contrario dejara a medias.

Sonrió y volvió a retomar su desayuno. Aunque no habían pasado ni diez segundos cuando Natsu se sentó en frente de ella.

—¡Estúpido Gray! —espetó de malos modos.

—¿No se supone que has vuelto a ganar la pelea? —le picó con intención. Sabía que le molestaba mucho y era algo que sucedía a menudo desde que la pareja se hizo oficial—. Deberías estar contento.

—No, porque así no es satisfactorio ganarle —refunfuñó—. Empiezo a estar harto de que Juvia se lo lleve así.

—Yo no diría que es sólo cosa de Juvia. —A fin de cuentas, era Gray el que siempre casi se la echaba al hombro para sacarla de allí—. Creo que Gray tiene una parte importante de culpa en eso.

—Pero si no fuese por ella, Gray no me dejaría tirado en tantas peleas. Así no hay quien pueda disfrutar de un buen combate —se quejó. Parecía un niño al que le hubieran quitado su juguete preferido, y sonrió.

—Está claro que tiene otras prioridades.

—Ya me he dado cuenta... —dijo con tono reflexivo—. Lo que me da que pensar...

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