EPÍLOGO

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Rodeados de alegría, amor y por supuesto, mucho sexo, llegamos al día de hoy cuando celebramos nuestra Boda de Granito ¡Cielos! Parece mentira que estemos cumpliendo veinticuatro años de casados. Muy temprano en la mañana llegaron veinticuatro ramos, con veinticuatro rosas cada uno, ahora rojas, que encargué para mi nena, porque sí, mi Sissi siempre será mi eterna nena, la que me bendijo con cuatro hijos maravillosos, inteligentes, independientes y autónomos. Físicamente, aunque los cuatro son rubios de ojos azules, los dos mayores son muy parecidos a mí, altos y fuertes, los otros dos salieron a su madre, delgados y de menor estatura.

Mi nena y yo seguimos tan enamorados como al principio, nuestros hijos nos miran incrédulos, cuando nos encuentran bailando y besándonos apasionadamente como novios recién casados o cuando nos perdemos uno en la mirada del otro y de inmediato desaparecemos por horas en nuestra habitación. A pesar de nuestra edad, mis cincuenta y ocho años recién cumplidos y los cincuenta de mi nena, aún nos vemos muy bien. Quizás en mi abundante cabello rubio cenizo, queda más de lo cenizo que de lo rubio y los hermosos rizos de mi preciosa mujer, han ganado destellos de luz con algunos escasos hilos de plata. Danny, quien ya tiene cuarenta y dos, afirma que ahora él y yo parecemos hermanos, pero que él es el hermano mayor. Mi hijo mayor y Jandiara celebraron recientemente sus diez años de matrimonio y nuestros dos hermosos nietos, hacen lo que quieren con todos sus abuelos.

Cada vez voy menos a la empresa, prefiero estar junto a mi nena las veinticuatro horas del día; de hecho, estoy planeando retirarme definitivamente en unos meses, ahora que Danny y Adam están haciendo un excelente trabajo, Andrew acaba de graduarse de abogado y comienza a trabajar en un prestigioso bufete y los más jóvenes, Aaron y Amelie harán una gira internacional con su compañía de ballet.

Para celebrar nuestro aniversario, Sissi organizó una cena para veinticuatro personas. Nosotros dos, nuestro hijo Danny con su mujer y sus hijos, nuestros otros cuatro hijos con su respectiva compañía cada uno, Donnie con su esposa y sus dos hijos y los más fieles amigos de Danny, John y Pete, con sus esposas e hijos. Si esos dos nos sorprendieron con las circunstancias de su boda, nos dejaron noqueados al divorciarse casi al mismo tiempo y casarse esta vez John con Kathy y Pete con Molly, como pensábamos que lo harían al principio. Por los vientos que soplan, los cuatro van a terminar siendo consuegros, porque el hijo de John y Molly no disimula que se muere por los huesos de la hija de Pete y Kathy y viceversa.

La comida es deliciosa, la compañía inmejorable, pero la cena me está pareciendo demasiado larga. Ya quiero que se vayan todos porque solo puedo pensar en llevarme a mi nena arriba, pasar la noche adorándola y devorándola, para después, llevármela mañana muy temprano en Tormenta IV a nuestra cabaña de Oregon, donde ella decidió que pasemos veinticuatro días encerrados, celebrando nuestro amor. La atrapo entre mis brazos en el momento que va a la cocina a buscar el postre. La cargo, la pego en la pared donde todo comenzó y la beso ardientemente, mientras le explico al detalle mis necesidades más urgentes.

- ¿Crees que se queden hasta muy tarde? – la sostengo por las nalgas y pego su sexo contra mi erección - ¡Necesito urgentemente, estar dentro de ti, nena!

- ¿Qué tal si hacemos mutis? - responde ella gimiendo, con sus piernas rodeando mi cadera, mientras una de sus manos se aferra a mi cabello y la otra frota mi polla, por encima de la bragueta - Están acostumbrados a vernos desaparecer.

- Cierto, no sé por qué no simplemente les decimos... señoras y señores, quedan en su casa, nosotros nos vamos a nuestra habitación, antes que nos volvamos locos, no podamos controlarnos y terminemos follando frente a ustedes, contra cualquier pared o en la cocina.

- ¡Por Dios! – dice Danny entrando en ese momento ––¿Quién me dijo que no debía hacer pasar vergüenza a una chica, manoseándola donde puedan ser descubiertos?

- Perdona querido – responde mi nena, sin avergonzarse ni soltarse de mi – Pero nadie dijo nada acerca de no poder manosear a mi chico, cuando y donde me provoque. Eso es exactamente lo que estaba sucediendo.

- Es verdad – la secundo, mientras alzo mis manos, sin cambiar de posición, con ella pegada a la pared y colgada de mi cuerpo - No era yo quien estaba metiendo mano.

- ¡No mientas! Vi tus manos en el trasero de mi madre. Ustedes nunca van a madurar ¡Parecen conejos! – dice antes de abandonar la cocina, riendo y llevándose el pastel que Sissi iba a servir como postre.

Continuamos besándonos y acariciándonos, mientras escuchamos a Danny, contarle a gritos al resto de los invitados, que encontró a sus padres metiéndose mano en la cocina y que les recomienda servirse el postre ellos mismos, porque no cree que su madre deje de hacer lo que está haciendo, para hacerse cargo.

- Ya todos lo saben – dice mi nena, sobre mis labios – ¡Subamos a nuestro paraíso!

Esas palabras siempre hacen que me desconecte de todo lo que está sucediendo en mi entorno. Son el mantra que me hace perder el control. Dejo de ser yo y fluye otro desde un mundo donde solo existe ella. Quedo ciego y sordo ante cualquier otra persona o cosa. Podría temblar la tierra bajo mis pies y no me enteraría. La cargo en brazos y me dirijo a la escalera, pasando frente a todos. Comienzo a ascender lentamente, sin dejar de besarnos y nos encerramos en nuestra habitación. Es nuestro mundo privado. El paraíso perfecto donde solo existimos nosotros dos.

- Estoy teniendo un déjà vu – dice John.

- Me quitaste las palabras de la boca – le dice Pete, volteando a mirar a Adam para contarle – Hicieron exactamente lo mismo, hace más de veinticuatro años, el día que supimos que venías en camino.

- ¡Eso es amor! – dicen a dúo Molly y Kathy.

- ¡Mierda! ¡Espero que no decidan darnos un hermanito a estas alturas!- señala Adam.

- ¡Por qué no? Hacen hijos demasiado guapos – afirma su compañera, mirándolo enamorada.

- ¿Llevas protección, pa? – grita Danny, que sigue en modo bromista.

- ¡Respeta a tu padre! – le dice Jandiara, riendo.

- ¿Por qué no eres así de romántico? – pregunta su mujer a Donnie.

- Porque como esos dos, no hay otros – responde su marido

- ¿Cuándo se pondrán menopáusicos? – increpa Andrew.

- La menopausia no quita el deseo sexual – le aclara su acompañante

- Quizás encontraron la fuente de la juventud - sentencia Aaron.

- ¡Sí, debe ser el sexo! – le dice su amiga con un coqueto guiño.

- Lo de nuestros padres... ¡No es normal! – afirma Amelie, mirando seriamente a su compañero que sonríe embobado, para que no se haga ideas.

No los escucho, si lo hiciera les diría que no saben de qué hablan. Nadie lo sabe ¿Cómo podrían? Mi nena es la única. Nunca he dicho esto a nadie, pero siento que ella fue creada exclusivamente para mí y por eso no respondía al contacto de ningún otro hombre. Tal vez me fue enviada por un ángel que aún tenía fe en mí y no me había dado por perdido. La puso en mi camino para que fuera mi complemento, para salvarme de mí mismo y hacerme feliz.

Solo Sissi conoce a fondo al depredador que se esconde en mi interior, todo lo que llegó a ser y hacer. Con su dulzura, domesticó ese lobo, hasta convertirlo en su perrito faldero. Es la única que pudo comprender, aceptar, seducir y enamorar a mi demonio interno. No le teme, no lo anula, ella tiene las llaves de nuestro paraíso privado, donde lo controla o lo libera a su antojo para nuestro mutuo placer. Lo recibe a gusto, lo provoca, se somete a su desenfreno y lo disfruta tanto como lo hace él. De no ser ella quien es y como es, yo no habría podido llegar a ser tan feliz.

FIN

SUBLIME PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora