Capítulo 28 La siguiente vez

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Desde el hangar llamé a Danny, me dijo que estaríamos solos y le avisé que llevaría la cena. Quería sorprenderlo y volé a la ciudad vecina a buscar unas costillas de cerdo a la barbecue que sabía que le fascinaban. Para acompañarlas pedí espárragos frescos, patatas dulces horneadas y un gran tarro de guacamole. No llevé las obligatoria papas fritas que Danny siempre exigía, porque llegarían blandas. Pasaría por ellas, a un lugar de hamburguesas que estaba muy cerca de nuestra casa, de ese modo seguirían crujientes. Llegué al anochecer y encontré a Danny viendo televisión en el salón. Lo apagó al verme y se acercó conmigo a la cocina. Después de la deliciosa cena, me preparé un buen café, me serví una copa de coñac y me reuní con mi hijo, que estaba acostado en el sofá más grande del salón.

- Estoy tan lleno, que creo que dormiré acá, porque no me puedo mover – dijo al ver que me acercaba.

- Comiste demasiado, casi el doble que yo – señalé, sentándome en un sillón frente a él. y tomando mi café.

- ¿Sabe qué pa? He estado pensando.

- ¿Debo preocuparme?

- ¡No juegues! Esto es serio.

- Bueno ¿Qué has pensado?

- Cuando tú dices que no estás listo... ¿Significa para enamorarte? Porque según me has dicho, no te privas de follar.

- Algo así.

- ¿Cómo sabes que no estás listo?

«Porque estoy roto» fue lo primero que acudió a mi mente, pero no creía que era lo que Danny quería escuchar «Porque nadie me quita el aliento, acelera o detiene mi corazón, solo con mirarla como lo hacía tu madre. Porque me será imposible reemplazarla»

- Solo lo sé.

- Necesito que seas más específico, por favor. Sé que amaste muchísimo a mamá, pero ella ya no está y me consta que quería que fueras feliz. Me dijo que me asegurara que lo fueras, que te ayudara a rehacer tu vida.

- ¿Eso te dijo? ¿Cuándo?

- Muchas veces. Comenzó a hablarme de su enfermedad cuando yo tenía doce años, cuando empezó a sentirse mal. Me estuvo preparando para enfrentar su final durante dos años y siempre hablaba de cómo deberían ser las cosas, cuando ella se hubiera marchado.

- Sabía que te hablaba de su enfermedad, pero no sobre lo demás.

Cada vez que escuchaba a Eva Luna hablando con Danny, me alejaba porque estaba seguro que no podría actuar con la serenidad que ella lo hacía y quebrarme frente a ellos, no iba a ser bueno para nadie, especialmente para Danny.

- De verdad quiero saber... ¿Por qué crees no estar listo?

- Porque siento que me falta algo. Es como si una parte de mí se hubiera ido con ella. Quizás por eso me cuesta tanto estar listo para empezar otra relación.

- Justo en eso es en lo que he estado pensando. Recuerdo perfectamente el día que te conocí. Me di cuenta cómo mirabas a ma, mientras ella cocinaba. Nunca más he visto a alguien mirar así a otra persona.

- Estaba impresionado – admito.

- Era más que eso. He visto a mucha gente impresionada. Yo mismo me he impresionado varias veces con cosas increíbles, pero nunca al grado que vi en tu rostro. Si tuviera que definirlo, lo más cercano sería decir que la mirabas con veneración.

Mi hijo estaba en lo cierto. Solo mirarla me hacía sentir que el pecho me iba a estallar. Ese día en particular, no creía lograr que alguien como ella, tan por encima de mi moral y espiritualmente, me correspondiera. No creía merecerla después de la vida que había llevado antes de conocerla. Eva Luna no solo fue una mujer muy hermosa que me amó y me dejó su mayor tesoro, su hijo Danny, también fue un ser humano excepcional.

SUBLIME PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora