CORRE, CORRE. (corregido)

1K 21 6
                                    

Allí acurrucada sobre su regazo, en la oscuridad total de nuestro escondite, espero mientras las pisadas vacilantes del tercer hombre de mi padre se acercan lentamente por el pasillo hacia nosotros, hacia la puerta del despacho de José. Se detienen, parecen dudar y se alejan. Estoy segura de que no sabe cómo decirle a ese hombre sádico, cruel,... que tiene como jefe, que lo hemos amordazado, pegado y torturado no hace más de una hora, y que han entrado en ese cuarto suyo tan revelador propio de un psicópata. ¿Podrá más su lealtad que su temor a la reacción de José? Me pregunto mientras reclino mi cabeza en el pecho oscilante de Zo. Su respiración aunque algo agitada calma mis nervios, allí en la relativa tranquilidad del agujero de la pared, siento sus latidos en mi oí­do y suspiro. Levanto la cabeza, miro hacia arriba, intuyendo donde debe estar su boca, con esos labios carnosos y me aventuro a estirar mi cuello y besarlo con acierto. Me encantaría estar en otra parte, que esto se acabe de una vez por todas y disfrutar de él, mi Kenzo, mi Zo, mi salvador. Mientas divago en mis más fervientes deseos, los pasos acelerados del tercer hombre vuelven a aproximarse a nosotros, parece que se ha cargado de valor porque esta vez sin dudar llama a la puerta y espera contestación.

-¿Sí ?- Ese timbre de voz oscura, fuerte, huraña, provoca que el vello de mis brazos se erice y que un escalofrío cruce mi espalda provocando que me encoja y me acurruque más si cabe sobre Zo, que me abraza más fuertemente, como siempre, protegiéndome; temeroso de decir nada sin embargo sin poder contenerse, me susurra muy bajito.

- Tranquila todo saldrá bien.- Besa mi pelo y deja sus labios posados sobre mi cabeza mientras inhala profundamente mi olor.

Yo no respondo, simplemente me quedo quieta y agudizo mi oí­do, curiosa pero temerosa de escuchar la conversación de esos dos horrendos hombres. Me da miedo que hablen de Yuna o de Romero, de alguna barbaridad que haga daño a Zo.

Mientras tanto de fondo se escucha un clic de una cerradura abriéndose, un paso y ya ha entrado. Le toca enfrentarse a él. Lo compadezco.

- Buenas señor.- Hace una pausa demasiado larga que incomoda a mi padre.

- ¿Qué sucede Manuel? ¿Ha llegado ya Carlos o Antonio?

- No señor, todavía no.- Las palabras tiemblan en su boca a medida que habla. ¿Quién se iba a imaginar que este fuese el mismo al que Zo amordazo y pego? El duro tercer hombre de mi padre se acobarda en su presencia, como todos... Todos salvo ella. El rostro sonriente, malicioso y con esos ostentosos labios rojos vino a mí, preguntándome por enésima vez ¿quién sería esa mujer y porque tenía tanto poder sobre él?

- ¡Y bien! ¿Qué pasa ahora?... Estás colmando mi paciencia... ¡Habla de una vez o vete a hacer tu trabajo que para eso te pago!

El chirriar de la suela de sus zapatos en el parqué del despacho dejo claro que Manuel se había acobardado, por suerte para nosotros. Deje escapar el aire de mis pulmones, no me había dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración.

- ¡Espera!, antes de irte, ¿has hecho lo que te dije?, ¿cómo ha ido con esa insoportable chillona mujer pelirroja?, ¿cómo se llamaba?,... ¿Yuna?- Lo que me temí­a está a punto de suceder. Noto como Zo se tensa, su espalda recta, los músculos de sus brazos alrededor de mí, apretándome más fuertemente.

- Esto es de locos. -Susurra a mi oído.- Debería salir de aquí y partirles la cara. Como se atrevan a hacer daño a mi familia...

- ¡Shh! Lo siento, siento haberte involucrado en toda esta mierda, ¡Shh!- Acaricio sus mejillas intentando retenerlo a mi lado, por miedo a que salga y le suceda algo malo, no lo podrí­a soportar.- Seguro que Yuna esta bien.- Digo.- Estaba amordazado y atado hasta hace un rato, no creo que le haya dado tiempo a hacer el encargo de mi padre.

ANÓNIMAWhere stories live. Discover now