¿HAY ALGUIEN AHÍ?

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-Eso da igual hay que hacer algo, ¿no te parece? no se puede quedar así. Si nadie hace nada, tipos como ese seguirán haciendo lo que quieran impunemente.- Kenzo se encontraba alterado. No le gustaba la idea de quedarse con los brazos cruzados.

-Claro que puede quedarse tal y como esta. Es mi problema, yo decido y he decidido que lo mejor es aléjame de él. Ya se olvidara de mí. De todas formas le hago un favor yéndome.-Las palabras escapaban de mi boca velozmente, ¿estaba enfadada con él por decirme lo que yo ya sabía que debia hacer, o conmigo misma por ser  una cobarde y huir?- No me quiere Kenzo, nadie en mi vida me ha querido nunca. – No se porque dije eso. Se me formó un nudo en la garganta que no me dejaba seguir hablando. Trague saliva, respiré hondo, pero aun así no conseguí reprimir mi llanto. Me frote lo ojos violentamente con la manga de la sudadera. No quería llorar más, había cubierto el cupo de lágrimas para toda una vida.

- Está bien, esta bien lo que tu digas. Es tu vida yo no soy nadie para decir como tienes que llevarla - se rindió, se veía claramente molesto con el rumbo que había tomado la conversación.- ¿Entonces en que te puedo ayudar?, ¿Necesitas que te lleve a algún lado?, ¿Tienes algún sitio donde quedarte?- No me gusto la manera en que dijo esto, significaba que me quedaba poco tiempo a su lado y eso me asustaba, pero era lógico que me lo preguntase. Ya había hecho suficiente por mí. Además quien querría estar cerca de alguien como yo, únicamente traigo problemas. Él tiene su vida y yo no soy más que una anécdota a comentar con la familia y amigos, de cuando una loca invadió su casa una noche de invierno. ¿Cuándo me había creado la falsa ilusión de que él podría llegar a ser alguien importante en mi vida? El hecho de que se portase muy bien conmigo no significa nada más que es una buena persona, solo eso, nada más que eso… por muy doloroso que me resultase.

-No te preocupes. Ya lo hablaremos en otro momento.- dijo Kenzo al ver que me quedaba muda inmersa en mi mundo interior de absurdas fantasías. Se dio media vuelta y salió hacia la cocina.

Seguro que estaba arrepentido de haber abierto la puerta a esta extraña loca, pensé. No podía dejarlo así. Lo seguí, estaba sentado con los codos sobre la mesa mientras se revolvía el pelo en señal de desesperación.

-Mira. La verdad, no se donde ir. Cuando planee todo esto solo queria escapar de esa casa,  pensé que una vez que estuviese lejos de este maldito pueblo, todo fluiría y se arreglaría por si solo con el tiempo.- dije.- Soy una ingenua por pensar eso, lo se.

Él levanto la cabeza, y me miro por encima del hombro. La comisura de sus labios dibujaba una media sonrisa.

-Entonces si tienes un plan. Marcharte de este pueblo ¿no?

-Bueno si se puede llamar plan a eso, pues si lo es- sonreí a medias.

-Yo tenía planeado irme mañana, se me acaban las vacaciones y tengo que volver a casa. Si quieres puedes acompañarme. Si no te doy miedo, jejej.

-Claro.- sonreí

-Claro que te doy miedo o claro que vendrás conmigo

-Iré contigo…-se a donde sea, como si vas al mismísimo infierno, pensé. Definitivamente estoy loca, se me ha ido la cabeza, sí estoy loca por este extraño. ¿Qué puedo hacer?

-¡Bien!- Exclamo Kenzo

Cenamos tranquilamente charlando de tonterías, hasta que llego la hora de dormir. Me cedió su cuarto pese e mis insistentes quejas y el se quedo en el sofá.

Todo comenzó de una manera siniestra esta es. La casa me era familiar, ya había estado allí otras veces. Conocía donde estaba cada una de las cosas, como si fuese mía.

A media que iba caminando por el largo pasillo las luces se encendían iluminando las fotografías de momentos pasados vividos por una pareja que parecía feliz. No me sorprendió verme en ellas abrazada a él.

Al final se abría una puerta que daba a una habitación tenuemente iluminada. Sabía que era su despacho y él estaba dentro, se escuchaban sus dedos teclear sobre el ordenador. Tenía ganas de verlo, lo añoraba.

Estaba a punto de cruzar la puerta cuando alguien a mis espalda me dijo

-Despierta, he escuchado un ruido fuera.- sentía como me tocaban el brazo. Si embargo nadie había allí, detrás de mi.- Despierta, despierta. Esto es de locos, si al menos supiera tu nombre.- susurro- Si que duerme profundo esta chica.

La luz se apagó a mí alrededor, llevándose con ella la casa, las fotografías y el teclear del ordenador. Poco a poco mis ojos de fueron adaptando  y pude distinguir una sombra a mi lado. Yo estaba tumbada mientras me tocaba suavemente un brazo, intentando despertarme. Se estaba formando un grito en mi garganta, cundo note su mano sobre mi boca

- ¡¡¡¡shhhh!!!! No hagas ruido, no grites, soy yo Kenzo. Levántate. Necesito que te escondas en el baño, ahí alguien merodeando fuera.

-¿Cómo?- se me ahogaron las palabras.

-Escóndete donde te ha dicho. Mientras yo echo un vistazo.

-No salgas por favor.-  agarre su brazo intentando impedir que se fuese, estaba segura de quien era el que andaba por ahí fuera.

-Tranquila, ve corre.

-No, voy contigo.-dije.

ANÓNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora