¡NO MIRES! (parte II)

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Me sostuvo por los hombros y  me acerco hacia el impidiendo que volviese a ver hacia allí. No era posible lo que mis ojos percibieron en un principio. Él se resistía a dejarme, sin embargo debía hacerlo, para eso había entrado allí, para eso había regresado a mi infierno. Lentamente mire hacia Zo, el negaba con la cabeza, sin embargo yo me gire y volví a tener ante mi todo otra vez.

La habitación pequeña y atestada me mareaba por su olor a moho y a recuerdos del pasado. Por todas partes fotos de ella atestaban las paredes sin dejar un centímetro libre. Como único mueble  una silla en medio en frente a lo que no podía ser otra cosa más que un ataúd de cristal. En su interior estaba ella, perfecta, parecía estar dormida, su cuerpo cubierto con un vestido de lino, demasiado fino para esta época del año, su pelo todavía relucía, sus manos cruzadas ante su pecho llevaban todavía el anillo de compromiso que tanto me gustaba ponerme, la luz de la bombilla que pendía del techo sacaba destellos de cada una de las facetas de los brillantes que en forma de espiral envolvían su debo con oro blanco. Sí era ella, no había duda, mi madre perfecta, conservando todavía su juventud, estaba parada ente mí. Me acerque, tropecé con pequeña mesa en mi camino tirando a mi paso un álbum de fotos que se abrió por la pagina donde estaba yo con mi abuela sentadas bajo una parra, donde las uvas doradas se endulzaban gracias al sol y el calor del verano.

Zo permanecía detrás de mi, mientras desde la otra habitación llegaban sonidos ahogados del tercer hombre revolviéndose en su silla para intentar liberarse, no importaba, ya nada importaba, ya que ante mi permanecía en silencio la mujer que me trajo al mundo, la única que me dio el cariño que necesite aunque fuese tan solo por unos pocos años de mi vida.

Otro paso más y tendría la tapa de cristal a la altura de mi mano. No podía ser real, incluso para mi padre esto era demasiado espeluznante. ¿Cómo era posible que ella estuviese así perfecta ante mi? ¿De que iba todo esto? ¿Si habría la urna se despertaría? ¿Estaría viva? Y si esto fuese cierto, si todo esto estuviese sucediendo de verdad, si esto no fueses más que imaginaciones de mi mente trastornada, ¿me reconocería? Otro pasó mas, adelante. En ese momento pensé que tal vez todas esas historias fantásticas de vampiros y otros seres mitológicos sobrenaturales e inmortales fuesen verdaderas. Que locura.

Ahora que la tenía tan cerca había algo extraño en ella, su piel sonrosada poseía un tono apagado, su pelo no era del mismo color castaño que recordaba de la fotografía que había logrado conservar antes de que mi padre se deshiciera de todos sus recuerdos en la casa. Aunque deshacerse de ellos no era del todo cierto, con solo mirar a mi alrededor era obvio que guardo todo aquí y sospecho que viene muy a menudo a verlos o sabe dios a que mas.

Deslice mis dedos a través de los pequeños pasadores que mantenían encerrada mi madre,  abrí la puerta esperando olor a formol u otra sustancia que la mantuviese así, perfecta, hermosa. Me lleve la mano a la boca, Zo intento pararme para impedir que siguiese adelante, aun si la abrí. Lo único que baño mi rostro, no fue el olor repulsivo que estaba esperado, sino que fue el suave perfume a flores que solía ponerse ella cada día, este dulce aroma me atrapo en un sinfín de imágenes de las dos juntas hace ya demasiados años. No aparte mi mirada de su rostro mientras mis dedos notaban el tacto suave de su piel fría. Me acerque respire profundamente y lo vi. No era ella, no era más que una copia, una copia de látex perfecta.  ¿Qué clase de mente enferma manda hacer un maniquí con el rostro de su esposa muerta?

-          ¿Es un maniquí?-  la voz de Zo me sobresalto

-          Eso parece.- conteste, que mas decir, realmente me sentía defraudada de que no fuese ella. Por un momento creí haberla recuperado.

-          Es tu madre  ¿no?

-          No, es solo un muñeco, ella esta muerta.- me sentí tan estúpida por haber albergado locas esperanzas de inmortalidad.

-          Lo siento yo no quería…- cubrí sus labios con los míos, el no tenia porque disculparse, no debería haber centrado mi ira en Zo, el único que estaba ahí para mi, el único que me ayudaba e intentaba comprenderme.

Cubrí el grotesco maniquí con una vieja sabana que allí había y me gire para  inspeccionar el resto de la habiatción; comencé por las paredes, fotos de mi madre, por todas partes, recortes de prensa enlazados entre ellas: “El reconocido empresario Roberto Sánchez gana el premio al hombre del año por su labor empresarial y humana…en la fotografía podemos verlo en la entrega de premios acompañado por su esposa Victoria Pérez y su única hija Margarita Sánchez”, “ El empresario Roberto Sánchez acude a la inauguración de una nueva factoría de conservas en las costas Gallegas... Su fortuna actual se estima en 100 millones de euros”, “Margarita Sánchez, una de las herederas mas apetecibles del país, tanto por su belleza como por su dinero, de vacaciones en Sansenxo con unos amigos”… una tras otra las noticias continuaban, girando todas en trono a la vida de la familia de mi madre. Era como si mi padre estuviera estudiando cada uno de los movimientos de ella incluso antes de conocerla, como indicaban las fechas de los reportajes. La había perseguido, la había acosado sin que ella se diese cuenta y al final la había conquistado sin saber realmente que se estaba casando con un monstruo. Se iban aclarando las cosas, él era así por el dinero, pero todo no le había salido como él quería el parecer.

Las imágenes de mis padres juntos y felices en sus primeros años de casados me llamaron la atención en la cronología que mostraban las fotografías de la pared.  Mi padre sonreía, estaba eufórico: “Margarita Sánchez ha anunciado su compromiso con un joven desconocido llamado José Cuestas”. “La boda de  Margarita Sánchez y el joven José Cuestas se realizara en la intimidad  de la casa familiar de Roberto Sánchez en Sansenxo”, “Roberto Sánchez fallece de un inesperado ataque cardiaco a la edad de sesenta años”, “Margarita Sánchez vende la conservera familiar y se retira de la vida publica” este era el ultimo recorte de prensa después eran todo fotografías. Él la hizo desaparecer como lo hizo conmigo.

Me llamo la atención el cambio claro en las fotografías, en la cara de mi padre, se endurecieron sus rasgos, el ceño fruncido, ojos huraños, mas parecido a como es ahora justo en la época en la que se anuncio que mi madre estaba embarazada de mi. Yo le arruine sus planes al nacer, ya que al fallecer mi madre todo pasaría a mí y no a él. Todo cobraba sentido. 

ANÓNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora