¡ESTAS BIEN!

1.4K 25 6
                                    

Ya había escuchado suficiente,  después de todo yo tenia el control en mis manos y él lo único poder que creía tener era el terror que ejercía sobre mi, sin embargo eso había cambiado, yo era diferente,  ya no le tenia miedo. Termine de deslizarme al exterior y deje la ventana del aseo arrimada por si no encontraba a Kenzo y tenía que volver a entrar. Con mi espalda apoyada sobre la fría piedra me deslice hasta la esquina de la casa que daba al patio trasero, nadie podía descubrir que estaba allí, era imposible estaba protegida por las plantas descuidadas del jardín, sin embargo la angustia de que me encontrasen  e hiciesen daño a Zo por mi culpa provocó que mis movimientos fuesen más lentos de lo que debían, se me acababa el tiempo.

Con una rápida ojeada decidí que la mejor manera de llegar hasta el cobertizo era correr y rezar para que nadie me viese. Me puse en tensión, preparando mis músculos para realizar una salida veloz y salté al ruedo, corrí como si me persiguieran una jauría de perros rabiosos, gracias a ello en unos segundos ya estaba oculta tras la leña acumulada al lado del cobertizo. Un sitio perfecto para mis propósitos, allí protegida podía asomarme  para observar a través de la polvorienta ventana el interior y comprobar  mis sospechas.

Pude ver como dos hombres de espaldas a mí, de pie, charlaban tranquilamente, sin darse cuenta de mi presencia. Sin embargo no había ningún rastro de Zo. Desesperada me acurruqué y pensé que hacer, el tiempo corría, una hora no es demasiado, debía actuar rápido, ¿dónde podría estar? Alguien venia hacia donde yo me escondía, escuche sus pasos aproximarse por el patio, no tenia escapatoria si me encontraba aquí, pero si me movía me vería. Contuve la respiración dándolo todo por perdido, arrepintiéndome de no haber accedido sin rechistar a las peticiones de mi padre para evitar así que le hiciesen daño a él, mi vida, mi amor, no podía perderlo. Por suerte cuando ya debería haberme visto, lo único que escuche no fueron los gritos dando la alarma de que estaba ahí, de que me había escapado otra vez, sino que hasta mis oídos solo llego el lento chirriar de los goznes oxidados de la puerta del cobertizo al abrirse. Pronto supe de quien se trataba, ya que nada mas entrar comenzó a hablar.

-          Traedlo.- la inconfundible voz de esa mujer que pretendía que mi padre terminase su trabajo y se librase de mi,  provoco que los pelos de mis brazos se me pusiesen de punta y que un escalofrió recorriese mi espalda.

Con las rodillas temblando volví a levantarme,  ahora allí en medio estaba ella y los otros dos traían el cuerpo medio inerte de Zo, arrastrando sus pies sobre el sucio suelo mientras lo sujetaban por debajo de los brazos. Lo sentaron en una vieja silla que allí había. Uno de ellos arrojó un cubo de agua sobre él para que reaccionase, se veía muy mal, lentamente  levanto su cabeza y entonces pude ver que estaba vivo, con un ojo morado, pero vivo. Desorientado observo a su alrededor, fijándose en esos tres extraños que lo mantenían retenido contra su voluntad, parecía confuso hasta que algo cambio, una chispa de vida donde antes solo había dolor y angustia cruzaron sus ojos cuando nuestras miradas se encontraron. Estaba segura de que me había visto, el si podía mientras los otros dándome la espalda  comenzaron con el interrogatorio.

-          Parece que Clara se ha encaprichado mucho contigo ¿Quién eres? ¿Por qué estas con ella? - Zo sonrió pero no contesto.  Ella era la que mandaba, ella era la culpable de que estuviese en esta situación. Con una leve indicación suya con la mano, el mas alto se acertó a Kenzo y le propino un puñetazo en el estomago. Zo sonrió mientras se incorporaba en la silla tras el golpe que hizo que se doblase.

-          ¿De verdad merece la pena que sufras todo esto por un cría de la que estoy segura nada conoces?- continuo ella.

-          Si.- Pago su respuesta con un fuerte golpe que esta vez provoco que un hilo de sangre brotase de la comisura de sus labios.

-          No vas a conseguir nada con esa actitud muchacho, es mejor que respondas a lo que preguntar por el bien tuyo y el de Clara.- dijo el más bajo de los dos. Como respuesta únicamente obtuvo desprecio en la mirada de Zo, lo que provocó que siguiesen con los golpes hasta que ella dijo basta.

-          ¿Es por qué quieres su dinero? ¿Cómo os conocisteis? ¿Fue ella la que te busco? Me estas sacando de mis casillas, contesta de una vez o atente a las consecuencias.- nada solo silencio.- muy bien muchacho. Metedlo otra vez en el hoyo y después venid conmigo ya es hora de que yo me ocupe de todo esta tontería, esa cría me las va a pagar.

Ella espero a que encerrasen de nuevo a Zo, tras unos segundos salieron del cobertizo. Era el momento de actuar, “ahora o nunca” pensé.

Tenía unos minutos para lograr liberarlo. Cuando estuve segura de que no escucharían el ruido de los cristales de la ventana al romperse, estampe un tronco de leña contra ellos haciéndolos añicos. No era demasiado grande yo si podía pasar pero tendría que buscar otra forma de salir de allí con Zo.

Dentro se levanto una nube de polvo cuando mis pies chocaron contra el suelo al saltar dentro del cobertizo, rompiendo en miles en pequeños fragmentos los pedazos de ventana bajo mis botas.  A tan solo unos metros estaba la puerta que mantenía encerrado a Kenzo. Corrí hasta ella y me apresure a abrirla, sin éxito, porque un enorme candado mantenía a buen recaudo a su prisionero evitando que pudiese escapar.  Dentro no se escuchaba ningún ruido. Eso me preocupaba, apoye mi oreja contra el metal de la puerta y permanecí atenta esperando por lo menos oír su respiración, sin embargo nada, solo silencio. Deseaba gritar su nombre llamarlo a voces para ver si así conseguía alguna señal de que estaba vivo, pero no podía por miedo a ser descubierta. Busque a mí alrededor intentando encontrar algo con lo que hacer palanca. Había cientos de trastos desperdigados por todas partes cubiertos por polvo atrapado en enormes telarañas.  Removí frenéticamente una montaña de herramientas de trabajo que vi a mi derecha y mis manos se cerraron alrededor de un hacha mellada. Si no podía forzarla ha echaría abajo a golpes. Levanta la pesada hoja por encima de mi cabeza sujetándola con fuerza por el mango y de un golpe seco hice que esta volase hacia la puerta y se clavase en ella. Se engancho, no podía sacarla, apoye una de mis piernas a un lado del donde se encontraba el filo hundido en el metal y tire fuerte, nada, imposible. Fué entonces cuando desde en interior escuche un leve murmullo, no mas alto que un quejido, apoye mi oreja y escuche nuevamente. Si se oía algo, eso me dio fuerza y  de un solo empujón logre arrancarla.  Ahora apunte antes de dar el siguiente golpe, si conseguía romper el candado todo acabaría por fin. Debía darme prisa, esto me estaba llevando más tiempo de lo que esperaba y seguramente en un minuto escucharía el grito de alarma de esa loca cuando descubriese la cama vacía  con las sogas desperdigadas por la habitación. Respire hondo, conté hasta tres; uno… dos… tres… con todas mis fuerzas golpee el maldito cerrojo logrando romperlo por fin. Conteniendo la respiración, entre, estaba oscuro, únicamente la luz filtrándose por un pequeño agujero en la pared me dejo ver a Zo sentado en el centro de la pequeña estancia mientras las motas de polvo doradas por efecto de la luz al incidir sobre ellas se arremolinaban a su alrededor. Era una visión tétrica pero esperanzadora, ya que él levanto su cabeza y así nuestras miradas de encontraron. Corrí le quite la mordaza de la boca y lo bese; ya sé que era una imprudencia por mi parte, que teníamos poco tiempo para escapar pero lo necesitaba más que respirar. Después de obtener mi recompensa, breve pero intensa, acabe de desatarlo lo mas rápidamente que me permitían mis manos temblorosas. Cuando Zo se noto libre me estrecho entre sus brazos escondió su cabeza entre mi pelo y solo dijo

-          ¡Estas bien!, ¡estas bien!, mi amor…

ANÓNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora