Epiphany

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Narra Layla

La sensación era familiar, tanto que no me sorprendía ni por un segundo ese dolor de tener el corazón roto. Tengo presente cada una de las veces que me he sentido así a lo largo de mi vida. Jamás me he sentido suficiente, ni como hija, como amiga... ni siquiera como mujer.  No importaba cuanto lo intentara, en el fondo yo sabía que en cualquier momento las personas que más amaba terminarían alejándose de mi por el simple hecho de que no soy capaz de mantener algún tipo de relación emocional o afectiva sin arruinarla.

Si tuviera la oportunidad de comenzar a nombrar cada una de las relaciones que he arruinado en los últimos meses, no terminaría nunca, pero la más dolorosa siempre serán mis padres. La decepción de sentir que todo lo que un día solías creer se vuelve trizas frente a tus ojos es el peor dolor que un ser humano puede sentir. Mi padre jamás pudo verme como esa hija a la que podía darle todo su amor de una manera incondicional, en el fondo siempre sintió la necesidad de depositar todo ese amor en alguien más. Yo nunca fui suficiente para él, ni la familia que solíamos tener lo fue. Por eso en cuanto me enteré de la verdad, no dudó ni un segundo en dejarme de lado. Es algo que ha estado esperando por años, darle el lugar de hija a alguien más. Alguien que sí pudiera ser suficiente.

Por otro lado se encontraba mi madre, alguien a quien idealice toda mi vida. El invernadero representaba todo lo que no había podido tener pero de alguna manera, era como tener su esencia cerca de mi. Creí que encontrarla seria la clave para curar todas esas inseguridades que siempre he tenido, como si de esa manera pudiera tener la certeza que de alguna manera si soy suficiente. Jamás olvidaré la sensación de verla, de ver el increíble parecido que nos unía y la manera en que me miraba. Como si fuera la primera vez. Tampoco olvidaré lo que sentí al ver a Victoria, y ver que ella también tenía los mismos rasgos que yo. Ver que ella también era su hija. Caer en la realización de que la vida de mi madre había continuado sin mí fue otro de los peores dolores que pude haber sentido. No tenerme no le impidió formar una nueva familia y tener otra hija a quien si pudiera darle todo ese amor que jamás me pudo dar a mi.

Si miro en retrospectiva, puedo ver lo jodido que es. Creí que continuar sin ellos era posible. El alivio que sentía cuando Alexander estaba cerca era algo incomparable a cualquier cosa que había sentido antes. La protección y seguridad de saber que no importaba si todo mi mundo se podía venir abajo, mientras estuviera en sus brazos nada ni nadie podía hacerme daño. Amarlo de la forma en que lo hacía era algo que jamás creí posible, y mucho menos sentirlo devuelta. Una vida sin él era algo que había comenzado a aceptar, pero en cuanto lo vi cruzar la puerta el día que me reencontré con mi madre, sabía que no había manera en la que pudiera alejarme. Amarlo era lo único en mi vida que podía sentir que era realmente verdadero.

Alexander era lo único real para mí hasta que Victoria apareció en mi vida. Tener una hermana era algo que jamás me había planteado y honestamente, jamás creí que las dos pudiéramos congeniar o incluso ser capaces de hablar civilizadamente. Ahora en estos momentos todo era tan diferente, sería capaz de atravesar una bala sin pensarlo con tal de tener la seguridad de que ella va a estar bien.

Es interesante como todo lo que me ha pasado me ha llevado justo a este momento. Con un arma apuntándome directamente en la cabeza, sabiendo que no tengo ni un solo lugar al que deba escapar. De alguna manera me siento aliviada, el miedo ha desaparecido y me ha dejado completamente expuesta. Si este era el final, estaba lista para afrontarlo. Siempre me he preguntando cuando sería el día en que terminara todo para mí. Lo soñé un par de veces, la manera en la que sucedería e incluso me preparé psicológicamente para cuando ese momento llegara. En el fondo sabía que era inevitable.

—¿Algo que quieras agregar? —Pregunta Rebecca con su dedo índice a punto de apretar el gatillo. Yo niego.

Cierro los ojos rogando que de alguna manera Alexander, Victoria y Luke pudieran perdonarme. Les prometí que nunca dejaría de luchar pero simplemente ya no puedo más, no cuando me he perdido a mi misma. Esto es lo correcto. Es la salida que necesito. Aprieto mis puños aún manteniendo mis ojos cerrados esperando escuchar el estallido.

MI GUARDAESPALDASWhere stories live. Discover now