Not too evil

845 23 5
                                    


Narra Layla

Alexander me sostiene entre sus brazos mientras nuestras miradas se pierden en la hermosa noche que nos regalaba la ciudad de Nueva York. Las luces de los edificios iluminaban la noche de una manera maravillosa, incluso podíamos ver el puente que conectaba con Brooklyn y las luces a su alrededor.

Los labios de Alex pasaron sobre mi mejilla hasta mi oreja, donde susurró unas cuantas palabras que enviaron un sonrojo que cubrió mis mejillas. Realmente podía ser romántico cuando se lo proponía, una faceta que siempre quería tener presente. Cuando me volteó, me encuentro con una mirada que me transmite absolutamente todo lo que está sintiendo. Sus manos me sujetan por la cintura y se inclina para besarme de nuevo. Puedo sentir mi corazón latir con fuerza como en cada beso. Sus labios eran preciados, poderosos y me deleitaban cada vez que tocaban los míos.
Envuelvo mis brazos a su alrededor, sosteniéndolo cerca. Cuando su lengua acaricia la mía, enseguida puedo sentir cada parte de mi estremecerse por completo. Alex se da cuenta, puedo sentir su sonrisa sobre mis labios. Me separo de él y le doy un último beso fugaz para terminar de sellar el momento.

—¿Es hora de irnos? —Me pregunta con esa mirada que me ruega que nos quedemos más tiempo.

—Mi hermana jamas me perdonaría si no llegamos a su cumpleaños a tiempo. —Digo en un suspiro. —Estoy segura que todos ya deben encontrarse ahí.

—¿Todos? —Me pregunta sin creerme del todo. Yo ruedo los ojos y golpeó su pecho levemente haciéndole saber mi disgusto.

—Tienes que estar de broma. —Digo sin gracia alguna. Conozco esa mirada suya. —No, de ninguna manera voy a invitarla.

—Escúchame, Layla... —Comienza a decir, pero yo cortó sus palabras.

—No quiero arruinar nuestro momento hablando del pequeño demonio, Alexander. —Digo sin querer sonar molesta, pero me irritaba hablar de lo mismo.

—No puedes ignorar lo que sucede, no por siempre. —Dice con ese tono lleno de sabiduría que siempre utiliza para reparar las cosas. —Ella es tu hermana y tratarla con la punta del pie no cambiará absolutamente nada.

—¿No vas a rendirte, cierto? —Cuestionó mientras niego con la cabeza. —Después de todo lo que me ha hecho... ¡Lo que nos ha hecho!

—Se que eres mucho más madura que todo eso, sino no insistiría en que se dieran una oportunidad de reparar las cosas. —Dice acariciando mi mejilla con suavidad. Yo dejó salir un largo suspiro.

—¿Por qué la quieres tanto? —Le preguntó sin poder comprenderlo.

—Espero puedas decírmelo tú misma en un futuro no muy lejano. —Contesta simplemente con una sonrisa.

—Mejor vámonos ya antes de que me arrepienta y te deje aquí. —Digo frunciendo el ceño mientras me doy la vuelta y me dirijo hacia las escaleras. El me sigue y me detiene antes de bajar.

—Jamás podrías alejarme. —Dice envolviendo sus brazos a mi alrededor y besando mi mejilla. Mi corazón hizo una voltereta. Un solo gesto provocaba tanto.

-...-

En cuanto llegamos al departamento, Alex besa mi frente y se dispone a cambiarse para ir a la fiesta. Cuando me dirijo a la habitación para cambiarme, puedo notar que no hay rastro del pequeño demonio. Por más que quisiera ignorar el hecho de que no está, no puedo evitar escuchar las palabras de Alex resonar en mi cabeza. En verdad puedo amarlo y odiarlo al mismo tiempo. Dejo mi vestido de lado, y me dirijo hacia la azotea.

Al llegar, enseguida puedo sentir el olor a tabaco. El pequeño demonio no podía ser más predecible y patética. Cierro los ojos e intentó controlar mis emociones, por primera vez tenía que ser lo suficientemente madura para lidiar con esta situación. Me acerco hacia ella sintiendo como la fría brisa de la noche me cubre por completo, no comprendía como podía estar aquí sin ningún tipo de frazada y únicamente con un cigarrillo.
—Esto tiene que dejar de hacerse costumbre. —Digo rompiendo el silencio y asustándola en el proceso. Ella salta y me mira aterrorizada.

MI GUARDAESPALDASWhere stories live. Discover now