Deep thoughts

287 15 2
                                    


Narra Layla

Extiendo la bata hasta que alcanza mis rodillas. En cuanto me coloco sobre la pequeña banca, puedo sentir cómo la tela permanece por encima provocando que la brisa cubra mis piernas con su frescura. El otoño se estaba acercando, podía sentirlo. El lago comenzaba a enfriarse y las hojas de los árboles comenzaban a transformarse en un tono más cálido.

—Hola, me dijeron que querías verme. —Escucho la voz de Victoria irrumpir mis pensamientos. Se coloca a mi costado con la misma expresión de siempre. Una sonrisa que nunca llega hasta sus ojos.

Él brilló en su mirada había desaparecido hace mucho tiempo, como si estuviera viviendo en automático. También podía notar como su rostro se volvía más pálido y la comisura de sus labios más agrietada, como si el nerviosismo la obligara a morderlos constantemente. Ella se coloca a mi costado y las dos permanecemos en la banca con la mirada perdida en el lago.

—Ayer recordé lo qué pasó después del accidente. —Digo después de unos segundo rompiendo el silencio. —Antes de que me trajeran Aquí. —Puedo sentir como su mirada se encuentra fija en mi, sin embargo no la miro devuelta.

—Él realmente quería ayudarte, Layla. —Dice mi hermana con un semblante triste. Como si sintiera lástima por mi. Probablemente si lo sentía.

—Espero que este bien. Donde sea que esté. —Mumuro con el mismo tono neutro. No quiero dejar que mis emociones tomen lo peor de mi, ya he pasado por eso y no quiero regresar ahí.

—Ambos pasaron por muchas cosas. Tantas que ni siquiera podría describirlo con palabras. —Dice ella en un suspiro.

No respondo, y no es porque no quiera hacerlo sino por que realmente no se que decir. Ha pasado un año, un año desde la última vez que vi a Alexander y le rogué de la manera más dolorosa que se alejara de mi. Le hice pasar por tantas cosas que él no merecía y sin embargo estuvo ahí para mi hasta el final, hasta que ya no pudo más. Yo nos orille a esto. No lo culpo por no quedarse y mucho menos por continuar con su vida cuando yo perdí el control y me perdí a mi misma. Por más que doliera tenía que admitir que nos hacíamos más daño juntos que separados.

—Creo que el problema es que siento demasiado. —Digo rompiendo el silencio. Victoria me mira con incredulidad. —Y todo comenzó desde que yo era una niña. Creer que mi mamá nos había abandonado fue el peor de los dolores. Pero nada se compara con el dolor de verla continuar su vida sin mi. Y no te culpo por ello. Tener una hermana ha sido el único consuelo que he sentido a lo largo de mi vida. Saber que puedo contar con alguien, y saber que ese alguien es de mi familia es algo que jamás pensé tener.

—¿Estas segura de que no me guardas ningún tipo de rencor? —Me pregunta con los ojos cristalinos. El arrepentimiento en su mirada era devastador.

—Para nada. —Le aseguró con una sonrisa agridulce. —Al principio debo admitir que si. Tu tuviste a una madre muy diferente a la mía. Nuestras situaciones son completamente diferentes, sin embargo ambas tuvimos que cargar con los errores que cometieron nuestros padres. Al igual que yo, tuviste que superar tus propias batallas y madurar demasiado rápido.

—Nada se compara con todo lo qué pasó este último año. Realmente creí que nunca volveríamos a hablar de esta manera. —Su mirada permanece sobre la mía. Pequeñas lagrimas caen sobre sus mejillas. Se ha estado conteniendo. —Creí que había perdido a mi hermana.

—Te miro y no puedo creer que eres una mujer hecha y derecha, Victoria. —Digo con nostalgia. —Con o sin mi estoy segura que hubieras podido sola.

—Te equivocas. —Contesta enseguida. –Ingresarte aquí fue la decisión más difícil que he tomado. Me dijeron que una vez que ingresaras no podría verte más. Por lo menos no los primeros seis meses. Me dijeron que el proceso era tan "largo" y "desgastante" que lo mejor era que la familia continuara con su vida. Pero yo no podía dejarte a aquí sola.

MI GUARDAESPALDASWhere stories live. Discover now