Heridas a flor de piel

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Narra Alex

Poner el departamento en renta resultaba como una buena idea ahora. No podía seguir viviendo aquí sabiendo todos los recuerdos que invadían cada rincón del lugar. Rebecca no volvería, por lo que tenía que borrar todos esos recuerdos de una buena vez. Luke colocó todas las pertenencias que quedaban de ella en una caja, mientras que yo guarde el resto de mis cosas en una maleta. Lo que quedaba no era mucho, la mayoría de mis pertenencias se encontraban en la casa de Layla.

Quizás no era muy lógico conseguir otro departamento. Ser guardaespaldas de tiempo completo solo me dejaba con un día de descanso. Solía tener dos días, pero preferí solamente uno desde lo sucedido con Rebecca. Necesitaba mantener mi mente ocupada. Ahora necesitaba vender el departamento rápidamente.

—Conozco a una persona que podría estar interesada. —Dice Luke dejando la caja en el suelo. —¿Estás seguro de esto?

—Completamente. —Respondo enseguida. —Dile que el departamento está amueblado, no quiero conservar absolutamente nada.

Luke asiente y no cuestiona mis peticiones. Necesitaba avanzar y ahora era momento para hacerlo. Desde que Rebecca decidió irse sin decir más, no dejaba de mandarle mensajes rogando para que volviera, pero todo eso terminaba ahora. Ella no quería volver y ahora yo no quería que volviera.

—¿Podrías encargarte? Necesito volver al trabajo. —Digo sin querer pasar un minuto más en el departamento.

—Claro. —Afirma. —¿No es tu día de descanso?

—Lo es pero quiero asegurarme que todo está bajo control. —Contesto mirando la hora. Lo más seguro es que Layla ya se encontrara despierta.

—Creo que es genial que hablaras con Layla acerca de Rebecca. —Las palabras de Luke me hacen abandonar mis pensamientos en un segundo.

—Yo no he hablado con Layla acerca de ella. —Respondo sintiendo la furia acumularse en mi cuerpo.

—Oh mierda. —Murmura Luke mientras trata de alcanzarme cuando me ve dirigirme hacia la puerta del departamento. — ¡Alex, espera!

Ignoro sus palabras y cierro la puerta en un portazo. Si no calmaba mi temperamento ocasionaría algún tipo de accidente, pero eso era lo que menos me importaba. Conté hasta diez. Todavía molesto, conté hasta veinte. No funcionó. Maldije todo el camino hasta la casa de Layla. Para su propio bien, era mejor si se encontraba tres metros bajo tierra.

Al llegar me dirigí hacia su habitación a toda prisa. Abrí la puerta de golpe encontrándome con la rubia saliendo del baño con una bata y una toalla alrededor de su cabello. Sus ojos se abren al verme y me grita que me marche, pero en lugar de eso me le acerco más y la tomó por los hombros obligándola a mirarme.

—¡Dime exactamente lo que sabes, Layla! —Le exijo tratando de controlar mi enojo lo más que puedo.

—¡¿Acaso has perdido la cabeza?! —Dice apartándose de mi agarre. —¡Largo de aquí!

—¡No tenías ningún derecho en meterte en mi vida! —Le gritó perdiendo la paciencia por completo.

La iría hervía en mi interior. Ya era bastante malo saber que Layla había manipulado a Luke para sacarle información mía, pero por más enojado que me encontraba con ella, una parte de mi quería que lo negara. Una parte de mi se aferraba a que ella no era lo suficientemente egoísta para hacer algo tan bajo. De sólo pensarlo me molestaba y me daban ganas de hacer estallar cosas por los aires. Layla abrió la boca, pero no dijo nada. Sus mejillas se ruborizaron, y en cuanto sus ojos azules me miraron avergonzados, sabía que ya no había vuelta atrás.

MI GUARDAESPALDASWhere stories live. Discover now