Capítulo 3.

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Aaron me espera a la salida del colegio, mirándome con una de sus sonrisas amplias de siempre. Parece que no hubiera dormido por un mes entero; sus ojos me observan por encima de unas notables ojeras, y su pálido rostro hace un gran esfuerzo por sonreírme. Me alegra saber que ha venido sólo para estar un rato conmigo, pero reconocer que lo ha hecho enfermo, de pronto, hace que me sienta enteramente culpable.

- ¡Qué bueno verte, preciosa! -Me saluda, agarrando mis cosas para llevarlas por su cuenta. Trato de impedírselo, aferrándome a mis pertenencias por un instante. Pero Aaron, que es fuerte incluso estando enfermo, consigue arrebatármelas sin haberse esforzado para hacerlo.

- No debiste tomarte la molestia de venir por mí, Aaron. Realmente no te ves bien.

- ¡Tonterías! -Protesta, divertido-. No hay nada que me impida venir al colegio por ti. Ni siquiera un resfriado de fin de semana, que por cierto, no será suficiente para negarme ir a la fiesta de esta noche.

Mientras caminamos, pienso en lo diferentes que somos Aaron y yo. Él es un chico atractivo, alto, y musculoso. Su cabello es una extraña mezcla entre rubio con castaño, y posee unos ojos color verde que intimidan. Además es popular; muchas chicas van babeando tras él, pero Aaron parece ni siquiera distinguirlas. Está todo el tiempo cuidando de mí, tanto así que ni siquiera se preocupa por tener una cita con alguna de las muchas chicas que enumera su lista de pretendientes.

Quizá sea mi mejor amigo, pero hay miles de razones por las que aún sigo preguntándome por qué se preocupa tanto por mí.

- ¿Ha sucedido algo nuevo durante las clases hoy, hermosa? -Pregunta, y es tan acertado que tengo que aclararme la garganta para soltar algo audible.

- Hay un nuevo profesor de inglés -Él abre los ojos de golpe, y puedo jurar que hace su mayor esfuerzo por no perder el control. Yo también hago lo mismo, impidiéndome recordar al nuevo profesor mientras me sujetaba el brazo al final de la clase y me decía que no era invisible para él.

- ¿Cambiaron al viejo Patterson?-Me pregunta, aunque simplemente lo hace para creérselo él mismo-. ¿Cómo pueden? ¡Ese viejo me hacía pasar la materia y yo nunca hice algo en su clase! ¡Haré que lo traigan de regreso! ¡Haré una recolecta de firmas para la causa!

- No lo sé. Este nuevo profesor parece ser agradable para todos.

- ¿También es un viejo olvidadizo como el señor Patterson?

- Tiene veintidós años -Le informo a modo de respuesta, mientras cruzamos la calle y empezamos a caminar por el parque.

- ¿Veintidós? ¡Pero es demasiado joven!

- Y además es el hijo del rector.

- ¿Del rector? -Grita, deteniéndose en la mitad de la acera-. ¿Por casualidad es Tad Abernathy?

Trato de recordar su nombre, y luego asiento con la cabeza.

- Creo que ni con un millón de firmas haríamos que lo echaran. El rector está demasiado orgulloso de su hijo, sería incapaz de negarle lo que quiere -Dice, tan desilusionado como yo-. Bueno, creo que me estoy tomando las cosas a la ligera. Aún no lo he conocido, puede que sea un tipo agradable -Hace una pequeña pausa, y luego me mira-. Es un tipo agradable, ¿verdad?

Recuerdo su sonrisa, su mirada profunda, y su ánimo increíble. Tal vez sea un tipo agradable, pero el simple hecho de que me haya distinguido aun a pesar de lo poco visible que soy, no me da una completa seguridad de ello.

- No lo sé; es como todos los profesores en su primer día -Sacudo mis brazos y él los observa, sólo de ese modo consigo apartar su vista de mi rostro para que no note el dolor que me invade al tener que mentirle.

Maltratada por un profesorWhere stories live. Discover now