Capítulo 16.

10.8K 630 22
                                    

La sala de idiomas tiene un ambiente incómodo y silencioso para cuando llego arrastrando mis pies por el suelo. El profesor Abernathy está del otro lado de la sala, ordenando los incontables documentos que tiene esparcidos sobre una mesa. Y aunque tenía la ligera esperanza de que me dedicara una sola mirada en cuanto me sintiera llegar, lo cierto es que él jamás se vuelve para darse cuenta de mi aparición.

- Ya estoy aquí, profesor Abernathy -indico tras aclararme la garganta.

- Lo sé. Te he oído entrar -me dice sin siquiera moverse.

Intento empezar una vez más.

- ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?

- En realidad, ya no te necesitaré más el resto de la semana -se voltea, mirándome con una espeluznante frialdad-. Puedes irte, Ellie.

Me ordeno ponerme en marcha, pero mis piernas se resisten y me dejan plantada en la puerta, con mi mirada perdida en medio de los indescifrables ojos del profesor Abernathy.

Ni siquiera entiendo por qué me siento tan desilusionada de encontrarme una vez más con el despiadado profesor Abernathy; pero de alguna u otra manera no puedo impedir que un inmenso dolor me invada tras haber perdido al Tad Abernathy gentil y agradable de antes.

Debería estar enfadada por todo el horror que me hizo pasar cuando dejó mis heridas a la vista de tantas personas. Pero no lo estoy; porque lo único que quiero ahora es tener de regreso al Tad Abernathy que puede hacerme sentir realmente bien con tan solo una mirada, y tengo la seguridad de que ya nada podrá permitir que vuelva.

Cuando mis piernas se mueven, advierto que lo hacen en sentido contrario; así que en cuanto reacciono por completo, yo ya estoy a pocos centímetros del profesor Abernathy. Él me mira con una intensa confusión, y yo busco una respuesta rápida a mi actitud antes de perder el control sobre mis propios pensamientos.

- Necesito mi abrigo -suelto de repente, y aunque de verdad quiero mi abrigo de vuelta, no es sólo eso lo que necesito de Ta Abernathy.

Sus dedos rozan mis manos al dejar mi abrigo sobre ellas, y lo cierto es que se siente realmente bien. Noto que su mirada no se aparta de la mía, y cuando estoy a punto de marcharme lejos de él, me entra el valor suficiente para decirle lo que realmente quise soltarle todo este tiempo.

- Creí que habías dicho que podía confiar en ti -decirlo me deja una dolorosa sensación en todo mi ser. El piso se balancea bajo mis pies, y tengo que aferrarme a una de las mesas para no perder el equilibrio y caer-. ¿Por qué me quitaste el abrigo si sabías todo lo que ocultaba con él?

El profesor Abernathy baja la mirada, ocultando un extraño reflejo en sus ojos. Entonces se voltea a toda prisa, y da unos cuantos pasos que pongan una buena distancia entre ambos.

- ¿Y qué importancia tiene confiar en mí si ya tienes a Aaron junto ti? -Me dice, y descubro que suena tan frío como su mirada-. Vete ya, ¿quieres? Tengo muchas cosas que hacer por mi cuenta.

Tardo unos segundos en reaccionar, pero al final lo hago. Así que me tambaleo hacia atrás y después camino hacia la salida, dedicándole una última mirada al profesor Abernathy antes de desaparecer como él tanto quería.

Una de las cosas que me permiten sentir seguridad en los días que no forman parte La semana del mes es encontrar a Thomas esperándome en la sala con los ojos brillando de alegría. Sin embargo, el jueves cuando atravieso la puerta principal de la casa y descubro que mi hermano no está sentado sobre el sofá como de costumbre, una terrible preocupación se apodera de mí hasta desesperarme por encontrarlo.

Lo descubro bajo las sábanas de mi cama, con el rostro pálido y su mirada repleta de temor. No me atrevo a pensar que se debe a una repentina aparición de mi padre, porque Thomas no le tiene tanto miedo a La semana del mes como para estar igual de horrorizado como ahora. Así que me quedo sentada a su lado y espero a que las palabras fluyan por sí solas.

- ¿Qué sucede, Tommy? -Susurro, esperando que sea suficiente para que me diga la verdad.

- Alguien me está siguiendo -me confiesa-. Es un hombre, lo he visto hoy. Me estuvo siguiendo desde que vine del colegio, Ellie.

- ¿Un hombre? -Repito, y de pronto soy atacada por innumerables recuerdos del asesino de mi madre-. ¿Cómo era?

- Era grande, vestía de traje negro, y además era muy musculoso -dice a toda velocidad-. Había creído que era papá, pero ese hombre parecía más joven. Creo que no pasa de los veinticinco años.

Me quedo helada, con el oxígeno extinguiéndose en mis pulmones y el horror apoderándose de mí hasta sentir que soy yo quien corre peligro en vez de mi hermano.

Es él; es el asesino de mi madre. Ni siquiera podría dudarlo. Ha estado tanto tiempo atormentándome que no me permití imaginar que empezaría a hacer lo mismo con mi hermano; pero lo ha hecho, y yo no he podido impedírselo.

- ¿Por qué yo? -Thomas se cubre el rostro con las manos, temblando de horror-. ¿Qué es lo que quiere de mí?

Trato de pensar en una respuesta a sus preguntas, pero yo tampoco la encuentro. Thomas no tiene nada que ellos puedan necesitar. Si se lo llevan, lo único que lograrán es destruir mi vida y hacerme añicos; nada que les importe realmente.

Entonces, la respuesta se catapulta en mi cabeza de repente, como si fuera algo que no pudiera evitar aunque quisiera. ¡Hacerme añicos y destruirme!

- Thomas, necesito que mañana no salgas de tu colegio hasta que yo llegue por ti, ¿queda claro?

- Pero tú sales del colegio una hora después que yo. -Protesta.

- ¡No importa! Yo iré por ti y punto -gruño, más asustada que enojada-. Tienes que prometérmelo, Thomas. ¡Prométeme que esperarás a que yo llegue por ti!

- Lo prometo -dice al fin, y me abraza con fuerza-. ¡Lo prometo por mamá!

No me toman más de varios minutos advertir que todo esto es exactamente igual a lo ocurrido hace siete años antes del asesinato de mi madre. El hombre, la promesa, y el temor. Todo es igual; pero esta vez no voy a permitir que las cosas terminen igual de mal.

Ellos querían atrapar a la persona más importante en la vida de mi padre para hacerlo añicos; porque su único objetivo era él y nadie más. Ahora quieren atrapar a Thomas; porque su único objetivo soy yo, sólo yo.

El asesino de mi madre no quiere a Thomas; me quiere a mí.
Y yo no pienso caer en su trampa como lo hizo mi madre.

• • •
¡Heyy! ¿Les gustó el capítulo? Deseando que sea así. Pronto subo. Gracias por leerrr. Voten y comenten, hermosas. xox

Maltratada por un profesorWhere stories live. Discover now