Capítulo 26.

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El camino al colegio se torna más largo la mañana del viernes, aunque eso no me impide llegar varios minutos antes de que cualquier otra persona lo haga.

Durante las clases, me distraigo observando el reloj y advierto que el tiempo pasa cada vez con más lentitud. En el descanso, me sorprende no encontrarme con el profesor Abernathy caminando por los pasillos mientras su mirada se mantiene sobre la mía, pero trato de ignorarlo y pienso que seguramente debe estar ocupado en su oficina y no le ha sido posible descansar.

Sin embargo, en cuanto quedan diez minutos para que empiece la clase de inglés y la directora nos confirma que tendremos las dos horas libres, se enciende una alarma en mi interior y empiezo a ser dominada por una extraña preocupación que no había sentido jamás.

Todos han empezado a salir; quizá han ido al jardín, a la cafetería, o incluso a sus casas. Pero yo todavía me quedo en mi puesto, mirando hacia la puerta con la esperanza de ver al profesor Abernathy atravesándola en cualquier momento. Tengo las manos frías, así como el resto de mi cuerpo que pronto empieza a temblar; y también noto que la cabeza ha empezado a palpitarme con una asombrosa intensidad.

Descubro que no puedo dejar de pensar en Tad por más que lo intente. Mi mente lo mantiene clavado en mis recuerdos, y soy incapaz de apartar todas las preguntas que se han acumulado en mi cabeza a pesar de mi gran esfuerzo.

Quiero saber qué ha sucedido con él; quiero saber si está bien; quiero entender por qué ha decidido faltar. Y, lo más importante, quiero tenerlo junto a mí una vez más.

Me cuesta muchísimo trabajo, pero al final consigo ponerme en pie y abandonar el salón con la mochila colgándome en el hombro. Camino sin dirección alguna, aunque luego termino sorprendiéndome cuando me encuentro con la oficina del profesor Abernathy justo frente a mis ojos. No sé qué estoy planeando; simplemente estiro mi mano, golpeo la puerta con ella y lo llamo desesperada.

Aun así, no recibo una sola respuesta del otro lado de la puerta.

- Él no está aquí, deberías dejar de insistir -me dice una voz firme a mis espaldas. Cuando me volteo, casi me golpeo con la puerta al intentar retroceder.

La mujer me observa con detenimiento bajo sus simples gafas de marco negro. Tiene un extraño reflejo en sus ojos; algo que me incomoda y me deja completamente helada.

- ¿Qué le ha sucedido al profesor Abernathy? -Murmuro, dedicándole una tímida mirada a la directora.

- Si lo supiera, lo habría dicho mucho antes. Sin embargo, me resulta curioso que te preocupes tanto por él -me mira, y casi puedo ver una sonrisa triunfante asomándose por sus labios-. ¿Se puede saber a qué se debe tanto interés, Ellie?

Una pregunta como esa no me habría incomodado si se tratara de cualquier otra persona; pero debido a que se trata de ella, me resulta terriblemente peligrosa y me niego a soltar una sola silaba sin haberlo pensado mejor.

Ella ha sido la única persona capaz de sospechar lo que se mantiene entre el profesor Abernathy y yo; y ahora es mi deber ocultarlo para que él jamás corra peligro por mi culpa.

- Es mi profesor, creo que resulta natural tener algo de interés.

- ¿De verdad? ¿Y entonces por qué nunca te vi tan interesada por saber de los otros profesores?

Me quedo callada una vez más, con el sudor corriendo por mi cuerpo hasta empaparme el uniforme entero. No sé qué decirle; porque sea cual sea la respuesta, podré soltar una parte de la verdad.

Él me vio cuando era invisible; él me brindó su compañía; él fue la única persona capaz de demostrar interés por mí; él fue el único por el que pude sentir infinitas emociones. Él, Tad Abernathy, trajo a mi vida la felicidad que había perdido para siempre.

Maltratada por un profesorWhere stories live. Discover now