Tregua

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París.

Versalles se alzaba a nuestros pies como una gran obra de arte.
Christian me ayuda a bajar del coche con la expresión más seria y tensa que le haya visto en mi vida. Solo cuando me mira sus pensamientos se dispersan un poco.

-Estas deslumbrante, Ana. Pareces una verdadera reina.
Sonrío un poco y me engancho de su brazo que se tensa estrechándome más contra él y entrelaza sus dedos con los míos. Arrastro la cola de mi vestido de terciopelo color vino, de manga larga y sin escote, y llevo una banda de visón desde mi hombro cruzando mi pecho, mi costado y mi espalda hasta cerrase en mi hombro. Me han recogido el pelo y llevo una sencilla y discreta tiara de oro.
Christian está espectacular con un esmoquin negro y su pajarita. Le miro y me embebo de ese aíre poderoso suyo que me vuelve tan loca. Dirige a Sawyer una mirada fulminante y éste se acerca con discreción mientras todo nuestro puñetero equipo de seguridad nos Rodea.

-Ostavaysya ryadom s nim. Yesli vse stanet ser'yezno, vytashchite yeye otsyuda. (Manteneos a su lado. Si la cosa se pone seria, la sacas de aquí.) -Sawyer asiente e Christian lo coge del brazo acercándose de un modo tan terrorífico que los pone a todos en alerta-. Yesli s nim chto-to sluchitsya, mozhete schitat' sebya mertvym. (Como le pase algo, podéis darlos por muertos) -sisea en voz baja y en ese ronco y sexy ruso que me pondría cachonda de no ser porque estamos aquí para ver al hombre que quiere destruir a Christian y que intentó matarme.
Sawyer asiente de nuevo con la cara muy seria y da la vuelta para ponerse a mi lado junto con todos los demás. Miro a Christian con el ceño fruncido pero él me ignora.

-Me van a pisar el vestido -mascullo entre dientes pero Christian ni siquiera me mira.
Tan solo dirige una rápida mirada por encima de su hombro y noto como el aire se despeja tras de mí.

La fiesta es en un salón lujoso lleno de importantes obras de arte, esculturas magníficas e impresionantes lámparas de araña que le dan el toque de ensueño a toda la estancia. Muchísima gente conglomerada habla distendida con copas de champán en la mano. La suave música de fondo ameniza la reunión. Una bonita pieza, una obra de arte como es La bohéme. Christian coge dos copas de una bandeja y me pasa una. Cuando me mira sigue estando muy serio, tenso y con todos los sentidos en alerta.

-Deja de preocuparte. ¿Qué crees que va a hacer aquí, delante de tanta gente?
Su mandíbula se tensa pero me da un breve asentimiento de cabeza.

-No estaré tranquilo hasta que volvamos a casa. -dice mirándome con tensión -. No le temo a nada, Ana, sólo a vivir sin ti. Por eso debo acabar con Linc antes que él lo haga con nosotros.
Echo una mirada por encima de mi hombro y recorro la sala hasta acabar de nuevo en sus ojos.

-Baila conmigo -le pido y él me mira inseguro-. Me encantó hacerlo la primera vez -le digo con dulzura y él sonríe un poco.
Se bebe su copa de un trago y yo dejo la mía en una mesa.

-Lo que tú mandes, reina -dice con una sonrisa y me conduce a la pista de baile donde algunas parejas llenan la mayor parte de la zona destinada.
Me atrae a sus brazos rodeándome con ellos y yo le echo las manos al cuello acariciándole la nuca y empieza a movernos lentamente.

- ¿Habías estado aquí alguna vez? -le pregunto en voz baja.

-Sí. Mi hermana estuvo trabajando aquí un tiempo de modelo y vine un par de veces a sacarla de apuros.
Levanto una ceja inquisitiva.

- ¿Me vas a llevar a ver la torre Eiffel? -pregunto con dulzura y él sonríe y asiente.

-Por supuesto, debes llevarla.
Christian endurece la expresión mirándome y lentamente, como si con él no fuese la cosa, se vuelve. Detrás de él, está Linc. La última vez que le vi no me fijé bien en sus facciones, esta vez estoy dentro del juego y sé que debo hacer.
Sonrío amable y miro a Christian con una mirada eclipsada.

Loba rojaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt