¿Te has divertido?

231 57 8
                                    

Poco menos de una hora después llegamos a Guildford.
La vieja casa de planta baja y enorme porche sigue en el mismo sitio donde la recordaba.

- ¿Cómo puede alguien vivir aquí? -dice Lily con escepticismo mirando hacia la casa.

-Pues fliparías si la vieras por dentro. Además de que Ros hace un chocolate de muerte. Ven. Te la presentaré -la animo y ella niega-. Solo será un momento, mujer. Me has traído hasta aquí, debes estar cansada. Luego te vas. -Mira recelosa la casa y cuando me mira sonrío con ternura y ella suspira y asiente-. Guay. -Salgo del coche y me engancho de su brazo guiándola hasta el porche.

-Solo un momento, Anastasia. Debo volver al trabajo.
Asiento.

-Si le has dicho a alguien que venías a verme Christian lo relacionará rápido -digo desanimada.

-No. En el trabajo he dicho que iba a una reunión. Saben que tardaré. -Asiento-. Además, como soy la hija del jefe. Nadie me recriminará si no vuelvo a mi hora.
Me río.

-Claro -digo y abro la puerta para dejarla pasar y ella se detiene de pronto.

-Anastasia, esto...
Le golpeo tan fuerte la cara que la tiro al suelo y ella me mira asustada.

-No necesito consejos de una estúpida como tú, ¿me oyes? -siseo y ella se arrastra hacia tras.

-So...solo quería ayudarte. ¿Me has engañado? -dice aterrada.
Cojo la vieja guía de teléfono que hay encima de la vieja consola llena de polvo y se la tiro encima.

- ¿Te crees que soy tonta? -digo con una aterradora voz presa de la rabia y ella niega. Le tiro una lámpara, una silla, un teléfono, un cenicero... cojo una vara que hay apoyada en la pared-. ¿Crees que he creído por un solo momento, alguna de tus mentiras? -ladro y ella niega -. Y si son verdad, me importa lo mismo porque Christian es mío. Sea como sea, haga lo que haga, no me importa, es mío. ¿Te queda claro? -digo con una mirada asesina.

-Te denunciaré, hija de puta -le doy una patada en las costillas y ella se encoge de dolor.

- ¿Pero qué coño tienes en esa cabecita? -pregunto con burla-. Has entrado en un edificio por la puerta de atrás, me has sacado arrastras y me has traído hasta un lugar apartado para advertirme que deje a mi novio al que adoro -digo con una voz lastimera y me limpio una lágrima imaginaria.

-Que zorra.
Le vuelvo a dar una patada en la barriga y ella chilla de dolor.

-Que sea la última vez que te atreves a entrar en el puto edificio, la última vez que entras así en mi oficina para interrumpir el maravilloso desayuno que mi hombre pide para mí y sobre todo la última vez que mencionas a Christian en mi presencia para hablar mal de él -siseo y ella llora.

-Me obligó a abortar a nuestro hijo -susurra-. Me follaba cuando quería, le di todo lo que quiso y cuando le dije que estaba embarazada me obligó a abortar. Dijo que no era suyo, que yo era una cualquiera y que como se me ocurriera tenerlo me lo quitaría para darlo en adopción y no lo vería jamás -dice entre lágrimas-. Es un monstruo.

- ¿Y aún así le persigues para llamar su atención? El monstruo eres tú -digo con crueldad y ella baja la mirada llorando desconsolada.
Respiro hondo.

-Engancha, ¿verdad? Todo él. Tiene ese aire de peligro y posesión que te deja aturdida. Todo de él te hechiza; su olor, su mirada, la manera de tocarte, su voz cuando te dice que es lo que más le gusta de ti y todas las cosas que va a hacerte. Te podrías volver loca cuando le tienes a tu disposición, cuando le miras y lo ves tan perdido y prendido de deseo por ti y te folla hasta que llegas a olvidar dónde estás. -Respiro hondo y cierro los ojos un segundo-. Aún puedo sentir su enorme polla dentro de mí. Es increíble -suspiro-. Pero sé que tú no sabes lo que es eso. -Solloza-. Tú no sabes lo que es que te toque todo el cuerpo, que te haga correrte una y otra vez, que te cuide, que te mime, que te mire como si no existiera otra persona en el puto planeta. A ti solo te follaba y se largaba. Ni siquiera sabes lo que es dormir con él como lo hago yo todas las noches. -Llora con más ímpetu-. Y otra cosa que no sabes, es que Christian, adoraba a nuestro bebé. Lo amaba más que nada. Así que ni se te ocurra comparar a mi bebé con el bastardo del tuyo, zorra. -Levanto la vara para darle con él y ella se encoge llorando y se mea encima.
Su bonita falda blanca de Valentino se llena de una enorme mancha amarilla. Me echo a reír sin poder parar.

Loba rojaWhere stories live. Discover now