Amnesía.

276 64 1
                                    

Cuando me quiero dar cuenta mi primer día ha terminado y por fin pude concentrarme en el trabajo como se espera de mí. Me siento contenta conmigo misma. Cierro mi oficina y veo a Hanna salir de la suya con mala cara.

-Al parecer el día ha sido duro para ambas -le digo y ella se sobresalta.

-Princesita, no te había visto -suspira-. Sí, ha sido una mierda.

-Vámonos de copas. Eso nos levantará el ánimo -asiente levantando el pulgar.

El garito se llama Amnesia. Un nombre muy apropiado, según el grado de alcohol que yo llevo en sangre, ahora mismo no sé ni cómo me llamo.

-Por el gilipollas buenorro que tienes por novio -dice Hanna arrastrando las palabras.
Me río.

-Vas pedoo... -Doy un respingo al oírme. -. Mierda, yo también -digo señalándome y ella se echa a reír, tanto que se cae del pequeño taburete.
Y yo al cogerla, me caigo también.

-Qué coño tienes, tía -dice muerta de la risa. Nos miro como puedo a las dos tiradas en el suelo, bulliciosas, alocadas y borrachas. Y entonces, le veo.
Mierda.
Viene hacia mi furioso, casi echando humo por las orejas, acuchillándome con una mirada feroz y a mí se me para el corazón.
Esta tan guapo y se ve tan sexy. Lleva unos vaqueros azules y una camisa vaquera. Se planta delante de nosotras y se queda mirándome con la desaprobación y la rabia pintadas en la cara. Está para mojar pan. Lleva el pelo impecable y los reflejos cobrizos le brillan con las luces de neón.
Se cruza de brazos tensando sus bíceps que se le marcan en la camisa y a mí se me hace la boca agua.

-Ana. Ana... -susurra Lise-. El jefe supremo está aquí, tía.
Tan solo en ese segundo reacciono y la miro. Sin poder evitarlo me echo a reír de nuevo y ella me sigue.
Luke y Taylor aparecen detrás de él.

-Ah, y las carabinas -se burla y yo me río aún más.
Christian se agacha cortando mi risa en seco y se inclina para mirarme desde más cerca.

- ¿Otra vez corriendo detrás de mí? -le digo con mucha chulería y una pequeña sonrisa amenaza con estirar sus labios pero la frena en seco cuando se da cuenta.

- ¿Te has emborrachado ya bastante? -sisea cabreado.

-No. Aun te veo la cara de gilipollas -digo encabronada y él parpadea sorprendido como si le hubiese golpeado la cara.
Endurece la mirada y me levanta del suelo cogiéndome por las axilas. Tan solo sentirle y mi cuerpo reacciona empujando contra él.
Puto alcohol.
Me rodea con sus enormes brazos y se acerca a mi cara rozando su nariz con la mía y la reacción natural de mi cuerpo me hace cerrar los ojos. Y le huelo. Y le siento. Y Dios mío.
Como le echo de menos.

-Lástima, porque me vas a ver, y mucho-dice él igualando mi osadía. Gira la cabeza y mira a Hanna-. Ya os vale -nos regaña-. Hanna, Luke te llevará, y tú te vienes a casa conmigo. -Me coge en brazos con cuidado y me mira muy serio-. Se acabó la diversión, Ana -dice y yo bufo rodeándole el cuello con mis brazos.

-Aguafiestas -le digo al oído y le muerdo el lóbulo de la oreja.

-Si quieres fiesta, yo te daré una privada. -Sonrío contra su oído y le beso suavemente el cuello-. ¿En serio te vas a poner así, en medio de un pub después de más de un mes sin poder tenerte? -dice malhumorado.

- ¿Estás necesitado de algo? -ronroneo en su oído y su rugido me traspasa el alma. Un sonido primario, acorde con su alma animal. El rey de la selva como dice Lise.

-De ti, en todos los sentidos y a grandes escalas. -Sonrío mirándole embobada, casi en las nubes y le acaricio la nuca -. Me da que mis gráficas en negativo bajarán un poco más -dice con cariño.
Me río.

-Sal a bolsa. Seguro que encuentras un comprador rápido para tus acciones.
Me mira con mala cara.

-No soy de los que se rinden en las adversidades -dice abriéndose paso conmigo por medio del pub abarrotado de gente-. Además de que ya no me vale ningún comprador. -Me mira con una sonrisa traviesa y sin que se lo espere le robo un beso-. Estás muy borracha -afirma.
Asiento con una sonrisa y me echo en su hombro.
Un deportivo de color gris marengo espera aparcado fuera del local y algunas personas se fotografían con él. Lo recuerdo de haberlo visto en el garaje. Es un Aston Martin. Un grupo de mujeres silban y le gritan piropos a Christian cuando pasamos por su lado. Yo les hago un gesto poco apropiado de una dama. Christian me deja en el suelo y veo una mano en su hombro.

-Oye, guapo. Te dejo mi número por si la chica se duerme -dice con voz melosa una rubia vestida de negro y labios rojos. Antes que se dé cuenta le cojo la muñeca, le hago un giro y la tengo en el suelo rabiando de dolor.

-Me has roto la mano, hija de puta -chilla.

-Dale ahora tu número, zorra -escupo con asco las palabras.
Sus amigas la rodean para ayudarla y me miran temerosas.
-El grupito de lumis, ¿tenéis algo más que darle? -En la calle se hace el silencio y nadie dice nada.
Me giro hacia Christian fulminándolo con la mirada y él sonríe orgulloso.

-Eres una fiera. -Me dice con un tono lleno de placer que me pone los pelos de punta. Me rodea con su brazo la cintura y me ayuda a subir al coche dejando atrás a sus fans y el eco distorsionado de sus chirriantes voces. El estado etílico en el que me encuentro está empezando a causar pequeños apagones en mi cuerpo dejándome parcialmente inmóvil -. Mañana tendrás una importante resaca -dice en voz baja y me pone el cinturón. Antes que se incorpore empuño su camisa.

-La próxima vez que dejes que una mujer te toque, no vas a poder follar en dos semanas -le digo en voz baja y fría, destilando rabia.
Él sonríe exultante.

-Cielo, da gracias a Dios que te quiero demasiado, sino, serías tú quien no se sentaría en dos semanas sobre ese bonito culo por hablarme así.
Sonrío burlona.

-Atrévete. Verás lo que pasa -digo en un tono sugerente, lleno de expectación y ganas, dejándole boquiabierto. Le sonrío haciéndome la desentendida y acaricio el suave cuero del asiento -. Me gusta este coche.
Se inclina y me besa con fuerza los labios.

-Te compraré uno -dice y sale del coche cerrando la puerta.
Apoyo la cabeza y cierro los ojos. Todo da vueltas y siento que floto en una suntuosa nube...y todo se vuelve...oscuridad.

Loba rojaWhere stories live. Discover now