Capítulo 16 Un lobo una perra rabiosa y una sanguijuela

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Capítulo 16 Un lobo, una perra rabiosa y una sanguijuela

Leila se arrastraba hacia atrás mientras aquella bestia llamada Bastian avanzaba lentamente hacia ella. Sus ojos amarillos, ojos de animal salvaje al acecho miraban fijamente a Leila. Leila seguía retrocediendo por el suelo mientras sus negras orbes se mantenían fijas en aquella criatura gigantesca. Nunca había visto cosa igual. La manera tan rápida en la que Bastian se había convertido en aquel enorme lobo la había tomado por sorpresa, desconcertándola y aterrándole a la misma vez. Y al momento aún no sabía qué hacer ni cómo reaccionar para defenderse, si es que podría hacerlo. Por vez primera, desde que había sido convertida en vampiro, se sentía la presa. Jamás pensó que dentro del mundo sobrenatural que ella comenzaba a conocer existiese algo tan abominable y aún más peligroso que un vampiro. Así qué no sabía sí aquello debía ser fuente de tan profundo terror, pero ante su desconocimiento el miedo invadía su existencia y la dominaba.

Su cuerpo finalmente encontró obstáculo en el grueso tronco de un árbol. El hedor a perro sucio era insoportable para ella. Una hilera de saliva colgaba de las mandíbulas entreabiertas del monumental lobo. Este pegaba su húmedo y cálido hocico a la cara de Leila y ésta cerraba sus ojos con una mezcla de asco y terror. Su pecho se movía agitado, más de manera instintiva por su naturaleza humana previa que por necesidad.

Bastian, el lobo, sacaba su larga lengua de su boca y lamía de manera grotesca la mejilla de Leila, dejando un rastro de saliva pegajosa y apestosa. Leila abrió sus ojos de manera súbita. Sus pupilas dilatadas tomaban un tono rojizo iridiscente. El contacto de la baba en su cara hizo que ardiera su piel, pero de igual modo algo en ella enardeció de tal modo que instintivamente provocó una reacción en ella. Leila se enderezó aún sentada en el suelo y abrió sus fauces dejando ver sus protuberantes colmillos. Ambos rostros, frente a frente se miraban de manera amenazante. La mujer vampiro emitió un chillido que hizo que el lobo retrocediera. Leila aprovecho la recién abierta brecha entre ambos y de un solo movimiento Leila se puso de pie. Sería ella o la bestia.

Leila era quien avanzaba ahora y Bastian retrocedía. Con su mano palpó su mejilla y sentía que ardía de caliente. Esto la enfureció y a abalanzándose sobre la monumental bestia peluda le propinó un golpe en la cara. El rostro del lobo se sacudió de manera violenta dejando escapar un hilo de sangre mezclado con saliva. Se escuchó el crujir de sus colmillos y huesos de la mandíbula producto del golpe. Leila vio y entendió entonces que causó dolor en el can salvaje y sabía que podría defenderse.

Ambos estaban mirándose fijo, en guardia. Bastian gruñía, Leila también. Sendos seres mostraban sus largos colmillos como ritual de dominio. La vampiro descubrió en esos momentos que había encontrado a su enemigo natural, mitad hombre, mitad lobo.

Y el animal se colocó en posición de ataqué y gruñó nuevamente de manera sostenida. Y allí comenzó el ataque. Ambos se abalanzaron el uno sobre el otro y chocaron de manera colosal haciendo que la tierra casi temblara bajo sus pies. Cayeron estrepitosamente en el suelo y rodaron sobre la hojarasca de manera abrupta y violenta. Leila se aferraba al monumental animal tratando de provocar daño pero su piel era tan gruesa como la de un elefante. Sus uñas afiladas no penetraban y era tan ancho que enterrar sus colmillos se le estaba haciendo difícil.

El lobo la comprimía contra su enorme cuerpo y Leila podía sentir como sí sus huesos se quebraran. Ambos siguieron dando vueltas por la tierra hasta que llegaron a la orilla del río. Sus cuerpos enfangados y mojados luchaban férreamente dentro del agua. Leila encima, luego debajo... Bastian encima y luego debajo y se adentraban más en el río. Se podía escuchar el crujir de los huesos de ambos al chocar contra alguna piedra de manera aparatosa. El sonido del agua era como cuando se lanza un pesado objeto y la superficie se tornaba turbia y revuelta. En esos momentos ambos se hundieron en medio del cuerpo de agua y sólo emergían burbujas constantes mientras la lucha seguía cruenta en la profundidad de la laguna. Pasados unos minutos ninguno salía. La superficie quedaba inamovible, tranquila. Las burbujas ya no emergían.

De momento ambos salieron como expedidos del agua, aferrados el uno al otro. De un solo brinco cayeron a la orilla del río. Leila primero, golpeando con su espalda el suelo empedrado. Encima caía Bastian, pero en su forma humana... Completamente desnudo.

La mujer vampiro yacía debajo del impresionante hombre. Sus manos aferradas al torso descubierto de Bastian. Ella ella jadeaba por la fatiga y el respiraba casi ahogado. Leila abrió sus ojos luego de entender que el lobo se había transformado nuevamente en humano. Ambos se miraron fijamente. El calor que emanaba del cuerpo de Bastian se sentía reconfortante de algún modo y Leila se quedó quieta, disfrutando de aquella sensación de sosiego que transmitía la temperatura cálida de la piel del hombre-lobo.

El advirtió la extraña influencia que ejercía sobre la mujer vampiro y mirándola de manera sugestiva sonrió con un gesto de inusual provocación y victoria le dijo, ̶ ¿Te rindes?

—¡Jamás!— respondió Leila aún entre jadeos. Su tono de voz ahora era profundo y sensual.

—Ah, ¿no?—, en esos momentos Bastian se retiró de encima de la hermosa pelinegra y poniéndose de pie, dejo expuesta su virilidad de la manera más natural posando frente a ella. Su cuerpo bien formado y musculoso mostraba las huellas de la secuela de la lucha tan intensa que habían protagonizado el y Leila hacía un minuto. Su espalda y pecho tenían arañazos al igual que sus brazos y piernas.

Leila recorría con su vista de manera lujuriosa cada palmo del cuerpo de Bastian y el muy descarado sólo sonreía disfrutando de la impresión libidinosa provocada en la vampiro. Leila prácticamente se relamía del gusto al ver aquel hombre hermoso frente a ella totalmente desnudo. Los ojos de la pelinegra se detuvieron sin disimulo justo en la entrepierna de Bastian. Ella pensaba que él no era un humano al que seducir para alimentarse, ni otro vampiro para hacerle compañía o satisfacer su lujuria eterna. Aquello, mitad bestia, mitad humano se presentaba ante ella como algo novedoso... Un manjar que degustar de la manera más pecaminosa y salvaje.

—¿Y ahora, te rindes?—, preguntó el hombre acercándose a Leila y tomándola de la mano para ayudarla a ponerse en pie.

Una vez ambos estuvieron frente a frente, ella le respondió, —Bueno, podemos discutir los términos de una tregua.

—¡Bastian!—, se oyó a alguien gritar justo detrás de ellos. Era una mujer hermosa, alta y esbelta. Vestía sólo un diminuto vestido de piel marrón dejando sus pechos y caderas voluptuosas casi al descubierto. Sus piernas torneadas bien plantadas en el piso mientras su cabellera rojiza ondeaba en el viento, mas su rostro denotaba gran coraje, dentro de su belleza—. ¿Con qué aquí estabas? Tu sí que no pierdes tiempo. ¿Ahora andas de resbaloso con una asquerosa sanguijuela?

Leila se volteaba para mirar a la pelirroja. —¡Ja! Lo que me faltaba, encontrarme con una perra rabiosa.

—¡A quién le has dicho perra, maldita lapa chupa sangre!—, y la hembra se lanzó sobre Leila totalmente encolerizada.


***Leila acaba de encontrar su némesis... Tan calientito como ella... A ver que va a pasar ahora que la loba le hale las greñas por coquetearle a su macho... ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué les parece la pelea entre Leila y Bastian? ¿La atracción entre ambos? Por favor dejen sus comentarios y denme su opinión. Es muy importante saber que piensan de la historia. Gracias por sus lecturas y apoyo.

LeilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora