Capitulo Veinticuatro

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Ximena

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Ximena

No era él. Abel me estaba mintiendo. Él no era mi admirador secreto.

Lo descubrí durante en el receso, cuando él me dijo «Amor, ¿Recuerdas aquella frase que te escribí en las cartas? »al momento me emociono escucharlo recitar en persona una de aquellas cosas escritas que me sacaron suspiros me ponía a brincar de felicidad. Pero lo que paso no llego a ponerme feliz.

La frase que dijo fue «El alma que hablar con los ojos puede con los ojos también puede besar con la mirada». Esa frase no había estado en ninguna de las cartas y esa frase era de Gustavo Adolfo Bécquer, admito que me deprimió saber que no era el.

Tenía tantas ganas de decir «Es todo, tú no eres mi admirador. No pienso seguir contigo» pero no pude cortar con él, no encontré las fuerzas necesarias.

Busque lados positivos. Encontré uno a su favor. Abel me gustaba desde que volví a San Francisco, era prácticamente igual a mí y me divertía hablar de libros con él. Pero durante el día de hoy se portó como un presumido, si, fue lo que hiso. Solo estaba hablando de partidos con Maicol y cuando yo le empecé a sacar un poco el tema de algún libro el me respondía «Nena, Libros no por fis, ahora quiero besarte»y hablaba muy enserio, por un momento pensé que quería unir sus labios con pegamento líquido a los míos para que estuvieran juntos toda la eternidad. Como siempre, no me pude negar y despegarme de él.

Por primera vez en el día me sentí tranquila. No sé si porque estaba ya lejos de Abel (aunque solo fueran unos cuantos asientos) o porque estaba al lado de Alex, otra vez. Me gustaba eso, no lo entiendo muy bien. No entiendo a Alex o a mis sentimientos. Estoy en un conflicto difícil de resolver. Alex me hace sentir cosas, cosas que quiero que pasen pero a la vez tengo tanto miedo de que esas cosas pasen y se destruyan con la misma rapidez de lo que duran. Querer intentar algo y a la vez tener miedo a intentarlo es uno de los peores sentimientos que se experimentan durante el amor en la adolescencia.

Aun me duele pensar en lo que confeso Maicol sobre que Alex, se limpiaba mis besos cuando éramos novios. Trato de no verle un punto bueno pero lo veo «Solo éramos niños» me repite mi subconsciente, y tiene razón. Pero cuando algo te duele de verdad es casi imposible olvidarlo.

La clase de la maestra Romí finalizo. En todas las clases que tenía alrededor del día me hacían querer dormir y pedía que acabara lo más rápido posible. Pero en literatura con la maestra Romí, no es el mismo caso que con las demás materias. Esta clase tiene tres cosas que me gustan: Libros, escribir relatos y Alex.

Admito que quería que me hablara en susurros durante las explicaciones de la maestra como suele hacerlo todos los días. Pero hoy no fue así, tenía una cara larga y aburrida, perdida en sus propios asuntos. Era raro verlo de esa manera.

Guarde mis cuadernos con lentitud aun con esa esperanza viva de que Alex me digiera algo, pero no fue así. Su cara de pocos amigos no se esfumo y se cruzó la puerta del salón desapareciendo de mis ojos. Abel puso su mano en mi hombro, me dijo que nos fuéramos. Trate de no parecer exasperada o cansada de él, aunque en realidad lo estaba. Estaba harta de ser su novia, y eso que no llevamos ni una semana , no podía contar exactamente cuántos días más duraríamos, pero tenía el presentimiento de que serían pocos.

Mi precioso ex©༯✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora