Invencible

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- Caín...
Dijo Jacob con una voz seca, levantándose y bajándose del morro del dragón.

- Mi señor.
Dijo el nigromante, caminando tranquilamente hacia él.

- ¿Qué puedes hacer por Elena?

- Si me da un minuto, la traeré de vuelta.
Sonrió el no-muerto.

- Bien. En cuanto acabes de alzarla, quiero que seas testigo, junto con Grag y la propia Elena de mi poder.

- No debería poder controlar así el poder de la semilla, ¡deberían aparecer portales por todas partes!
Dijo Valak.

- ¿Portales como este?
Detrás de Jacob se abrió un portal, muy pequeño, del que salían numerosas manos de demonios.

Valak se quedó mudo y dejó de moverse.
El portal se cerró, cortando algunas de las manos que salían de él.

- Está controlando la semilla...

- ¿¡Y eso qué quiere decir!?
Preguntó Kerom, desconcertado.

- Nunca un ser había sido tan fuerte como para resistir los efectos de la semilla. La semilla te consume para abrir portales a mi mundo. El último demonio de cada mundo acumula un residuo de poder que dejan todos los demás y lo materializa, creando la semilla del conflicto. Si la semilla germina, por así decirlo, el hospedador se convierte en una fábrica de portales, hasta que muere de agotamiento.

- Y si debería ser solamente un enlace entre mundos, ¿cómo es que controla él a la semilla?
Dijo Lecand.

- Yo te lo diré...
Jacob corrió increíblemente rápido hacia Valak y miró a Lecand. El hombre puso la palma de su mano derecha en el pecho del demonio y éste empezó a deshacerse, como si fuera una estatua de polvo.

- He trascendido toda forma de poder.
Dijo Jacob, separando súbitamente su mano de Valak.

- Ha sido un honor luchar a vuestro lado. Espero que salvéis vuestro mundo...

Lecand cargó contra Jacob y le clavó la espada que le había dado Valak. El demonio, por su parte, también clavó las tres espadas restantes al humano antes de desaparecer por completo.

- No siento nada de dolor...
Jacob se arrancó las cuatro espadas y, una a una, cerrando su puño, las destrozó como si fueran un trozo de madera podrida.

- Valak...
Dijo Kerom, enfurecido.

- Solamente lo ha tocado y ya ha acabado con él...
Dijo Dolg

- Hay que seguir, por Zulmag y por Valak, por todo Lokran, no podemos dejar que Jacob acumule semejante cantidad de poder.
Dijo Allea, lanzando hechizos curativos a Lecand y barreras a todo el grupo.

- Tú... Maldito humano... no, maldito demonio.
Dijo Kerom, acercándose a Jacob.

- Antiguo, mide tus palabras, podrían ser las últimas.

- ¿Sabes algo? Los antiguos no somos la raza más poderosa por nada.
Las vendas de Kerom se separaron de su cuerpo, comenzó a levitar y su ojo se iluminó.

- Comprendo mejor la magia de lo que piensas, gracias a la semilla veo cómo fluctúa el maná. Además, alguien tenía que decíroslo, pero esta no es tu guerra, ni tampoco la de un demonio. ¡Vuélvete a ocultarte y a dormir como el resto de cobardes de tu especie!
Jacob cargó contra Kerom y le dio un puñetazo en el pecho, pero Kerom no recibió nada de daño.

- No soy tan débil como puedas pensar, Jacob.

- Déjame adivinar, un antiguo simbiótico. Eso lo hace todo aún más fácil.
Jacob se giró hacia Lecand y de un salto se situó ante él.

El último rey goblinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora