Vilendar

262 34 1
                                    

Tras sanar sus heridas gracias a las habilidades curativas de Kerom, Dolg se puso al frente de sus dos compañeros y emprendieron de nuevo el camino a Vilendar.

- Para que el poder que tienes no te consuma ni te haga aumentar de tamaño, debes entrenar tu cuerpo y tu mente en el combate, Lecand.
Dijo Kerom, revelándole a Lecand lo que deseaba.

- Ya veo, lo he comprendido en cuanto he combatido contigo.

- Oye, ¡que también he ayudado!

- Si, la verdad es que sí, pequeñín, gracias por haberte quedado cerquita.
Dijo Kerom como agradecimiento.

- Me debes una, tus poderes parecen muy dependientes de todo lo demás en general.

- Me alegra que hayas comprendido bien mis poderes.

- Solo para estar seguros, ¿nadie necesita comer?
Preguntó Lecand, extrañado de que en todo el tiempo que llevaban juntos nadie hubiera comido.

- No gracias, no tengo boca.

- Entonces como...

Pero Kerom pareció adivinar la pregunta de Dolg.
- Considerad mi voz como un eco mágico emitido desde el fondo de mi ser.

- Tampoco necesitamos dormir.

- Interesante... yo tampoco necesito dormir, pero me gusta hacerlo de vez en cuando, mi poder me mantiene muy alerta.
Dijo Lecand, aprovechando para contar algunos de sus dones.

- Ya, ya, por eso dormías como un lechón cuando entramos al castillo, ¿eh? Pero bueno, yo tampoco necesito dormir, creo que diez años fueron suficientes.

- Yo os gano a los dos, ni comer, ni dormir, ni hablar, ni respirar...

- Los antiguos sois raritos.
Mientras Lecand decía esto, examinaba de cerca las vendas y la piel negra de Kerom.

- No me mires tan de cerca hombre, dame un poco de privacidad.
Mientras decía esto, Kerom se tapó los hombros, avergonzado.

- ¿Cuánto falta para llegar?
Preguntó Dolg, mientras alzaba una de sus espadas hacia el cielo.

- No debe faltar mucho, si mi ojo no me falla, es aquella ciudad, en el horizonte.

- ¿No podemos ir más rápido?
Preguntó Dolg a Kerom, esperando una solución rápida.

- Mis poderes de brujo no me permiten crear ese tipo de portales, algunos magos si pueden, nos tocará ir andando.

- ¿Queréis ir rápido?

- ¿Qué solución ofreces, Lecand?

- Kerom, tú me aguantas el hacha, os llevaré debajo de los brazos.

- ¿Qué velocidad puedes alcanzar?
Preguntó Kerom mientras Lecand le entregaba su hacha.

- No soy bueno con los números, digamos que soy más rápido que un humano corriendo.

- ¿A qué esperas Lecand? Nos espera un buen mar de te--
Dolg no pudo terminar la frase y Lecand ya los había cogido, Kerom estaba bajo el brazo derecho y Dolg bajo el izquierdo.

- ¡No seas tan brusco, hombre!
Kerom le pegó un puñetazo al pecho de Lecand, pero este no se inmutó.

- ¡Allá vamos!

Lecand empezó a correr hacia la ciudad, levantando una altísimo nube de polvo y hierbas arrancadas.

- ¿No se te había ocurrido hacer esto antes?

- Sí, pero nadie había preguntado.

Una vez los tres aventureros llegaron a las puertas de Vilendar, Lecand descargó a sus compañeros y cruzaron las puertas de la ciudad.

El último rey goblinWhere stories live. Discover now