Ataque final

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Esa noche, en el lugar que el grupo había dejado atrás, una ominosa sombra tapaba la poca luz que iluminaba el bosque allá por donde pasaba.

- Es una lástima, Osrug, una verdadera lástima...
Dijo Caín, saliendo de entre unos arbustos. El no-muerto apenas tenía carne, la justa en la cara para poder mover la mandíbula y articular palabras sin que esta se desencajara totalmente.

- Sabes, siempre te he admirado, tú y yo somos muy parecidos.
Se hizo un silencio leve y Caín prosiguió con su monólogo.

- Sí, ya sé que te han traicionado, pero ya te lo advertí, conversamos antes de que partieras en busca de Allea y el kobold. Eres la triste víctima de una traición y eso no debería quedar así, ¿no es cierto?
De nuevo Caín calló y esperó la respuesta del inmóvil cadáver que se hallaba ante él.

- Para Jacob, alguien tan poderoso como tú, que ha dominado totalmente a los demonios más fuertes, no eres más que un mariscal, un soldado de alto rango desechable. Pero Osrug, para mí tú serás más que cualquier gran mariscal, vas a ser mi mano derecha y una pieza clave en mi plan, solo necesito tu aprobación y te daré lo que quieres...
De todas partes empezaron a aparecer cadáveres controlados por Caín; pájaros, bestias, un dragón, un minotauro, un centauro... Todos ellos se acercaron alrededor del cadáver de Osrug, dejando espacio a su maestro.

- ¿Sí, Osrug? ¿Sí? Tengo la ligera sospecha de que tú y yo nos lo vamos a pasar muy pero que muy bien.

Caín le clavó la mano al cadáver en el pecho; la sangre brotó sin parar, dejando el cuerpo de Osrug totalmente pálido. Tras eso, Caín convocó una magia que, como un humo de color verde, recorrió primero todo su cuerpo y después el de los no-muertos que ya controlaba, iluminando los huesos, cuencas y viejos ropajes de todos los presentes. Cuando el humo acabó su recorrido, fue directamente a la boca de Osrug. Caín retiró sus dedos del pecho de Osrug, lentamente, y cuando extrajo el último, Osrug abrió los ojos.

- Gracias, maestro.
Dijo Osrug, complacido, arrodillándose ante Caín.

- Por favor... es para mi un honor alzar a semejante figura del descanso eterno que nunca pidió.
Dijo Caín, indicándole a Osrug que se levantara.

- Cuéntamelo todo, quiero saber tu plan, mi cuerpo anhela la venganza, tanto que apenas puedo relajar mis músculos.

- Eso se llama rigor mortis, se te pasará en breve... Para empezar, sin sangre eres inmune a gran cantidad de venenos y por supuesto a magia de sangre, aunque nunca he tenido el placer de conocer a nadie que la practicara. Si se dieran ciertas condiciones, conmigo como maestro serías totalmente inmortal, pero para mantener la carne en tu cuerpo, tendrías que recurrir al canibalismo.

- No me interesa mi aspecto ni la inmortalidad, solo quiero verlos a todos muertos.

- Recuerdo tan bien esas palabras, pero sabes, dichas suenan todavía mejor que pensadas... Cuando el nigromante que me alzó acabó muerto, pensé que había llegado mi hora, pero no, yo seguía en pie... Durante unos meses estuve pensando, y llegué a la conclusión de que había habido algún fallo en su magia que me había permitido seguir en este mundo con total independencia de él. Pasaron los años y confirmé mi propia inmortalidad, así como el deterioro de mi aspecto y pensé exactamente eso mismo.
Caín sonrió.

- ¿Y tu plan?
Dijo Osrug, impaciente.

- No los has visto, pero Allea y los demás han estado de fiesta con los magos.
Dijo Caín, señalando a unos matorrales, donde claramente alguien había removido la tierra para acomodarse.

- ¿Saúl? ¿Más traidores?
Dijo Osrug, hecho una furia.

- Paciencia, mi querido brujo, todo va según lo planeado... todo.
Al decir el último todo, Caín se giró hacia sus otros esbirros, y algunos de estos le sonrieron y otros tantos asintieron.

El último rey goblinWhere stories live. Discover now