Miles de cosas, miles de momentos pasaron por mi mente mientras iba en aquel viejo taxi. Culpabilidad. Yo tenía la culpa de todo esto, de todo lo que le había pasado, yo le había hecho daño. Yo había sido una completa imbécil, podría haber estado felizmente junto a él, pero elegí el camino equivocado sin saber como acabaría. Y acabó mal, Justin estaba en el hospital, él estaba mal, ni si quiera sabía que le iba a pasar realmente.
"Te quiero Melissa."
Y volví a llorar, por mi cabeza pasaban pensamientos fugaces que me decían que había posibilidades de que perdiese a Justin, de no volverlo a tener junto a mí, y la simple sensación me desgarraba por dentro, me hacía temblar.
"Tú eres muy importante para mi, rubia. Eres todo lo que necesito en este momento."
¿Habéis escuchado hablar de eso que dicen, que en un momento determinado, miles de momentos pasan por tu mente? En un segundo, en dos, en tres... todo pasa, todo te mortifica en lo más profundo de tu corazón. Y duele, de verdad, no le quería perder. De ningunas de las formas, no soportaría que algo malo le llegase a pasar. No podría vivir sin él. Él le dio un sentido totalmente diferente a mi vida desde que apareció, la lleno de momentos inolvidables, de ternura, de amor...
"–Realmente estas deseando verme. Pero bueno... –insinuó, bromeando. Me reí. –Eres tú el que se muere por verme. –dije. –No, tú. –Tonto. –Fea. –Idiota. –Preciosa."
Cuando estabamos juntos... solía llegar a casa, cansada de trabajar, o después de haber tenido un día algo duro... y ahí estaba él, siendo simple y sencillamente como él era... alegrándome con cada segundo que pasaba junto a mí, completandome como nadie lo había hecho, ni lo hará.
Sentí como las lagrimas querían salir a montones de mis ojos, quería que el tiempo pasara rápido, quería estar segura de nuevo, quería que mi cuerpo dejara de temblar, y eso solo pasaría cuando supiese que él estaba completamente bien.
"Pase lo que pase. –susurró.
Pase lo que pase. –afirmé."
Miles de promesas, miles de tonterías que pudieron haberse olvidado... pero decidimos hacerlo mal, decidimos alejarnos... decidimos no querernos bien, a pesar de querernos más que a nada.
-Señorita, ya estamos aquí. –asentí sorbiendo mi nariz y le pagué.
-Gracias. –le agradecí realmente, ya que había sido complicado conseguir un taxi a estas horas de la madrugada.
El gran hospital del centro de Los Ángeles se alzó ante mi vista. Caminé hacía la puerta principal rápidamente y antes de poder hablar con alguien vi a Ryan al final del pasillo. Su cara mostraba todo lo que yo temía.
"No hay nada ni nadie que nos vaya a separar."
Y por un momento mi mente divagó, casi como si todo se nublase, hasta pensar: ¿Que me había llevado hasta este justo momento?
-Ryan, Ryan... –susurré sin ser muy consciente mientras él me envolvía en sus brazos.
-Ey, sh, ven aquí, relájate. Todo va a estar bien. –besó mi cabeza. Lloré sobre su pecho.
-¿Te-te han dicho algo? ¿Saben algo ya? –veía borroso debido a las lagrimas.
-No, le están haciendo pruebas. –suspiré, con una sensación horrible. La espera se me haría eterna aunque fuesen segundos, milésimas.
