Capítulo 6: Cielo gris

137 33 9
                                    

La primera semana después de mi lesión fue sumamente divertida, os lo aseguro. Por favor, detectad el sarcasmo en mi voz.

Pensaríais que después de pasar a la "segunda base" con KiBum, mi vida se convertiría en algo como esas series y libros de romance erótico donde los dos protagonistas se convierten en conejos e inauguran cada habitación de una casa con fluidos que mejor me abstengo de describir. Pues, sorpresa: no. Básicamente yo estuve por órdenes del Dios terrenal —ya sabéis de quién hablo— en la cama de manera permanente.

Y si creéis que compartíamos cama, pues va a ser que tampoco. Yo estaba en la habitación de invitados de la casa, pero la que estaba destinada a ser para los amantes, ya que estaba al lado del cuarto principal y una puerta comunicaba las dos estancias. Dicha puerta tenía seguros por ambos lados y creo que tanto él como yo los habíamos puesto. ¿Qué? No soy una prostituta necesitada, y si él estaba en modo silencioso conmigo yo tampoco le iba a hablar.

Como si me importara que entrara en una rabieta por quién sabe qué.

Pero en la cama de una habitación, solo, tenía demasiado tiempo libre. Leí más que nunca en mi vida, sobretodo artículos sobre KiBum y su mafia. Principalmente porque hay que conocer dónde te estás quedando a dormir, no me malinterpretéis. También le di mil vueltas a todo lo que había ocurrido, así como el mal humor del niñato que se creía jefe de una mafia. Bueno, lo era.

Vosotros entendéis que estoy molesto, no me juzguéis.

Volviendo a mi exhaustivo análisis. Debió ser porque él no consiguió, ya sabéis, el mismo placer que yo. "Tirarse del acantilado". Estuve toda la semana esperando a que apareciera por la habitación, por eso ya tenía mi defensa preparada. Él vendría cortante, como siempre, y yo diría "Yo me ofrecí a arreglar tu problema y tú no quisiste. No me culpes injustamente". KiBum se quedaría asombrado por mi capacidad de entender por qué estaba enfadado y después me gritaría.

Bla, bla, bla, un poco de discusión y se soluciona con un buen beso. Puede que algo más. Yo ya lo tenía todo planeado, así que imaginad mi enfado cuando él no siguió el guión de mi cabeza y no dio señales de vida por mi cuarto. Qué poca profesionalidad, por favor.

Así que ya os podéis imaginar el panorama que me acompañó durante siete largos días. Yo no podía caminar, me traían la comida al cuarto, prefiero no hablar del tema de ir al baño a hacer mis necesidades con compañía y demasiado tiempo libre. Intenté empezar algún libro, serie o película, pero comprender que en casa del mafioso todo es aburrido. Por si todo lo ya expresado era poco, el cielo gris que vi en la limusina acabó en la tormenta de verano que predije. Llovía constantemente y ni siquiera me podían sacar a pasear con una silla de ruedas. Estaba peor que un perro lisiado.

El séptimo día de mi confinamiento, exigí ver a KiBum.

— El gran señor está ocupado, señor Choi —me contestaban siempre educadamente, mientras que mi mal humor iba en aumento.

— ¡Tengo que hablar con él! ¿Por qué no quiere verme? ¿¡Qué he hecho!? —puede que estuviera un poco desesperado en saber por qué aquel hombre pasó de besarme cada vez que me veía a ignorarme como si fuera una rata en su garaje.

Aún debía tenerme cierto aprecio si mandó que mi habitación estuviera en la del amante, ¿no? ¿Entonces qué diablos pasaba? ¡Y decían que las mujeres eran indescifrables! ¡Ja! ¿Siquiera el que lo dijo había tratado con un mafioso gay? Buena suerte con eso, querido.

Mi humor aquel séptimo día no era lo que podríamos describir como "feliz". Soy una persona activa y eso de mantenerme tumbado horas y horas no se me da muy bien, además de que tenía un temor que me corría desde dentro... ¿y si había hecho algo mal? ¿Estaría KiBum castigándome? ¿Esperaba que yo me diera cuenta de mis errores? ¡Por la diosa, esperemos que no! ¡Yo le había preguntado si quería arreglar su "problema", ¿por qué me culpa ahora?!

Pactos de papel 【 MinKey 】Where stories live. Discover now