N° 29 Salazar, Janzu

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Verona se encontraba en el suelo apoyando su espalda en la cama. Una botella yacía en el suelo a su lado, mientras que Verona veía a la nada. Era la primera vez que Verona dejaba a lustre sus defectos sin usar maquillaje. Sus bolsas eran más oscuras, no había dormido mucho y menos alimentado. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y una lágrima dejaba su camino marcado sobre su mejilla. Verona no tomó la libertad de secarla y simplemente la dejó correr.

¿Alguna vez has llorado porque tú eres tú?

Verona tomó la botella robada de sus padres y tomó grandes sorbos como si de agua se tratara. Cuando su corazón explotó como un globo de cristal, lo dejó volar muy alto y se destrozó muy pronto.

Ella pensaba que necesitaba beber y llorar un poco y luego estaría perfecta. Pero no era así.

—Verona —gritó su madre desde la sala—, es hora de ir al colegio.

—Voy. —Gritó Verona con la lengua enrollada.

Se levantó del suelo con dificultad dejando la botella en el suelo. Se balanceó de un lado para otro y logró sustentarse de su peinadora. Observó los artefactos que se encontraban en la tabla de madera. Sólo había cepillos y maquillaje, no tenía humor para ir despampanante y romper corazones, ya que sólo quería romper uno, pero él se lo rompió a ella.

Alzó la mirada observando el espejo y algo le dio pavor. En el espejo se reflejaba la imagen de Kristen sobre su cama sentada de rodillas con la cabeza de un lado mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Una sonrisa tan bizarra de oreja a oreja que hacía que los ojos de Kristen se colocara más grande.

Verona giró violentamente y en su cama no había nadie. Se seguía aferrando a la tabla de madera blanca con sus uñas. No se podía volver loca, o en realidad Kristen se encontraba allí. No sabía si era el efecto del alcohol.

—Verona —gritó su madre nuevamente—, vamos tarde.

—Un segundo. —Gritó Verona y tomó su bolso que se encontraba al pie de la cama.

Se largó cerrando la puerta detrás suyo y la botella de alcohol se desparramo contra el suelo desechando too su líquido por toda la plataforma.

***

Verona caminaba por los pasillos tratando de lucir sobria. Lo había logrado en el coche con su madre y supuso que no iba a ser difícil en la escuela. Caminaba lo más rápido que podía para juntarse en el comedor con los demás evitando a Andy pero le iba a ser complicado, ya que ahora pertenecía en el grupo.

Todo iba perfecto hasta que en uno de los pasillos laterales encontró a Andy acorralando a Rosallie, y ella no se inmutaba. Rosallie subía la mirada para verle y él la bajaba. Una línea diminuta los separaba. Andy y Rosallie se habían olvidado de quienes le rodeaban, y Verona lo sabía porque eso era lo que sentía cuando Andy estaba así de cerca.

Ambos rieron y Rosallie bajó la mirada, al subirla encontró la mirada de Verona. Ambas se observaban, Rosallie con una sonrisa, mientras que ella la observaba con melancolía y depresión. La sonrisa de Rosallie desapareció y Andy fijó la mirada de igual manera.

Verona quería decirle tantas cosas. Puedes tomar tu amor de doble moral y quedártelo. Pero se sentía débil y atemorizada, no lo soportó más y entró a la cafetería a paso veloz.

—Creí que se lo tomaría mejor —dijo Rosallie y subió la mirada para ver a su enamorado—, ¿O no se lo has dicho?

—Si se lo dije —Andy volvió para verla—, pero pensé que lo tomaría peor.

Ambos rieron entre dientes. Rosallie tenía unas ganas increíbles de besarle, pero sabía que en la escuela no se aceptaban ese tipo de cariños entre los alumnos.

La Clase 09 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora