21. La pesadilla

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Ryan

Después de la magnífica tarde que pasamos juntos, decidimos venir a mi casa y dormir aquí, son apenas las dos de la mañana y parece que ninguno de los dos tenemos sueño.

Almu pone su cabeza en mi pecho y su brazo rodea mi estómago. La agarro de la cadera y la pego a mi después de darle un beso.

Apago la luz estirando el brazo libre que tengo. Mi móvil suena y trato de levantarme pero Almu me lo impide estrujándome más contra ella, como si tuviera miedo de que me vaya.

—Por favor...— susurra con temor y se me parte el alma, —No me dejes— balbucea y yo la beso en la frente.

—No lo haré, esta vez no— sonrío y la doy un largo beso sencillo.

Ya no quiero huir, mi pequeña.

—Te quiero— declara y un nudo se me forma en la garganta.

Trato de decirla que yo la amo pero no sale palabra de mi boca.

—Esta bien— dice con ternura, —No espero que me respondas. Solo quiero que lo sepas— explica y yo la abrazo.

—Gracias— digo y su aroma invade mis fosas nasales.

Ese aroma que tantas veces he extrañado. Sonrío con dulzura todas esas noches en las que ella y yo no nos hablábamos. Olía su perfume en mi almohada mientras pensaba en ella.

Vaya, estoy jodido.

-

Llevo media hora sentado en la silla con mi computadora. Almu sigue durmiendo mientras que yo miro vídeos de YouTube. No he podido pegar ojo, así que espérate hasta que me aburra y tenga sueño.

Bostezo y me masajeo la cara. Mensajes de instagram saltan a mi buzón del Mac, los ignoro y sigo viendo vídeos.

Siempre son chicas las que comentan en mis historias o publicaciones, al principio las respondía y les seguía la corriente, a veces quedábamos y follabamos, pero sólo era eso, deseo. Con Almu es mucho más. Me encanta ver como se sonroja cuando digo guarradas o groserías, como su piel se eriza con mi tacto como se remueve cuando la beso en el cuello, en ese punto tan débil que ya conozco y como gime cuando atrapo su labio entre mis dientes y hace ese sonidito al soltarlo. Teniendo a Almu, no me hace falta ninguna más, es solo ella.

No entiendo como los hombres o las mujeres son infieles, teniendo una pareja que los ama, los quiere y que encima le puede dar lo que buscan de la otra persona. Y odio tanto a esa gente, no se dan cuenta del daño que les puede llegar a hacer a la otra persona solo por satisfacer sus necesidades.

Un susurro me hace volver a la realidad. Me quedo mirando a Almu fijamente, que se remueve en la cama.

—No...— susurra y agita los hombros, —¡No!— grita y doy un salto, —¡No, por favor!— chilla y voy corriendo hacia ella.

—¡Papa!— vuelve a gritar, —¡Por favor, papa, no!— lagrimas recorren sus cachetes, mojándolos.

—Almu...— susurro y la agito suavemente, tratando de despertarla.

—¡No!— gesticula en el aire y se remueve salvajemente en la cama, —¡Mama, corre!

La abrazo y susurró en su oido, —Despiértate, Almu, es un sueño. Estoy aquí...— la sobo la espalda y ella se despierta, abriendo sus ojos bruscamente.

Respira con dificultad, gotas de sudor bajando por su cara, mezclándose con las lagrimas, —Ryan...— susurra y me abraza con temor.

—Está bien... estoy aquí, pequeña— la beso el cachete y ella me sujeta con fuerza.

Ready Girls?✔️ (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now