CAP 37

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Entonces vi al tipo con un tercer ojo lanzarnos sus rayos, y luego llegó Zuko para comenzar a pelear con él y gritarle que abortara la misión.

Todos comenzamos a atacar al tipo, el cual lanzó a Zuko por un barranco y yo creé mi nube sólida para volar y salvarlo, lo cual no me costó mucho.

–¿¡Estás bien!? –Pregunté, mirándolo.

Él asintió y regresamos a la plataforma, luego de que Sokka con su boomerang hiciera que una parte del templo cayera al precipicio junto al tipo de un ojo destructivo.

Luego Zuko se disculpó y trató de explicarse de una mejor manera, y Aang le agradeció por evitar que le disparara a él.

–Zuko, creo que tú y Jazz están destinados a ser mis maestros fuego. Ambos saben lo que puede significar herir a alguien a quien quieren.

Miré a Zuko y bajé la mirada por un instante, pero asentí.

–Gracias por aceptarme, Aang. –Dijo él.

–Espera. –Lo interrumpió.- Primero debo preguntarle a mis amigos si están de acuerdo. ¿Toph?

–Por mí está bien. Tendré tiempo para vengarme por lo de mis pies. –Sonrió.

–¿Sokka?

–Yo solo quiero vencer al señor del fuego. Si crees que nos puede ayudar, déjalo entrar. –Dijo él.

–¿Katara?

–Te apoyaré en tolo lo que creas correcto. –Dijo ella, molesta.

–¿Jazz?

–Claro que sí. –Dije, con una leve sonrisa.

–¡No los defraudaré, lo prometo! –Exclamó él.

Todos se fueron, dejándolo allí. Y dejándome allí con él.

No supe qué decir.

–Te llevaré a tu habitación. –Dije, y comencé a caminar.

Su habitación era frente a la mía. Qué ironía.

Zuko comenzó a desempacar y no supe si acercarme o no, simplemente lo miré desde mi habitación. Parte de mí solamente quería correr a sus brazos y besarlo, y parte de mí solamente quería sanar, y dejarlo ir por haberme lastimado.

Vi a Katara entrar a su habitación por unos minutos y luego cerrar la puerta de golpe.

Supe que era momento de que fuera y dijera algo, lo que sea.

Me acerqué y abrí la puerta. Él se encontraba sentado en la cama, cabizbajo.

Me miró unos segundos y regresó su mirada al suelo. Yo cerré la puerta detrás de mí y me senté a su lado.

Noté que había una imagen de Iroh entre sus cosas. Sonreí con nostalgia.

–Lo extraño. –Dije, mirándolo.- A Iroh.

–También yo. –Confesó, suspirando.- Nunca pude decirle que lo sentía, que sentía mucho haberlo traicionado. Y haberte traicionado a ti. Rompí mi promesa.

–Yo también la rompí. –Suspiré.- Te traicioné al no elegir estar de tu lado.

–Pero tú elegiste el lado correcto.

–Aun así, rompí mi promesa.

–Es justificable.

Sonreí sin mostrar los dientes. Este era el Zuko que conocía, el Zuko que amaba.

–Descansa, ¿sí? Si necesitas algo, mi habitación está al frente.

Me acerqué para besar su mejilla, pero no lo hice. Lo dejé solo, para luego entrar a mi habitación.

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now