CAP 36

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Le lancé una bola de fuego a Zuko. Él la desvió de vuelta con fuego control y yo continué atacándolo, pero noté que él solamente se defendía y no me atacaba.

–¡Jazz, escúchame! –Gritaba él, mientras evadía mis ataques.

–¡No tengo nada que escuchar, traidor! –Grité de vuelta, dejando que mi tristeza se convierta en ira.- ¡Te dije lo que sentía por ti! ¡Te dije que todos me traicionaban siempre, y no te importó! ¡Me traicionaste igual y rompiste tu promesa!

Entonces él no dijo nada y se quedó quieto.

–Lo sé.

–¿Por qué no te largas? ¡Ya me has dañado lo suficiente, y a Aang y a los demás también!

Entonces Zuko se dio la vuelta y se fue. Yo me enfurecí y lancé una ráfaga de fuego al suelo, quemando muchos árboles. Luego corrí para contarles a los demás que Zuko nos había seguido.

Eso fue hasta que me detuve a pensar, antes de llegar al templo.

¿Por qué Zuko había ido a la prisión durante el eclipse? ¿Había ido a liberar a Iroh?

Quizás había cambiado. Quizás se había dado cuenta de lo que realmente es bueno.

O quizás fue a matarlo.

Decidí no hacer ninguna acusación y regresé a donde me lo había encontrado, y comencé a caminar hacia donde él había ido.

Luego de unos minutos encontré su pseudo campamento.

Él estaba gritándole a una rana, y no se había percatado de mi presencia.

–¿¡Cómo se supone que voy a convencerlos de que estoy de su lado si ahora ella me odia!? ¡Yo la herí, y me arrepiento! ¡Elegí mal, y me arrepiento! ¿Qué tienes que decir al respecto? –Le gritó a la rana, que se fue saltando.- Sí. Yo también diría eso. –Dijo, bajando la cabeza.

Entonces una luz de esperanza se encendió en mí.

Zuko podía redimirse.

Me había lastimado y mucho, pero todos merecen una segunda oportunidad.

Además, aún lo amaba con todo mi corazón. Siempre iba a ver algo bueno en él a pesar de todo.

–Diré que estás perdonado. –Dije, caminando hacia él.

Zuko se sobresaltó y giró para verme de un salto nervioso.

–Me has herido, Zuko. –Dije. Él bajó la mirada.- Pero eso no significa que no merezcas otra oportunidad. Estás arrepentido, y es por eso mismo que creo que puedes enmendar tu error. Creo que puedes ser el Zuko al que conocí, ese Zuko que me persiguió en el caballo avestruz y no me dejó sola.

Él me miró, mordiéndose el labio de los nervios.

–Conozco al verdadero tú, y eso es lo que me importa a mí. Quizás me cueste confiar en ti como lo hacía antes, pero es algo en lo que podemos trabajar, porque aún hay algo en mí, que dice que puedo confiar en ti.

–Yo... es más de lo que merezco. –Fue todo lo que me dijo.- Gracias, Jazz.

–Voy a regresar con los demás. –Dije.- Deberías venir antes del anochecer, me aseguraré de que no te echen, si realmente nos convences de que tus intenciones son buenas de verdad.

Zuko asintió y yo regresé al templo en mi nube sólida.

Al momento Aang y los demás aterrizaron en Appa.

–¿Quieren que les muestre una de las habitaciones secretas? –Preguntó él.

–Eso tendrá que esperar. –Dijo Toph, señalando detrás de Appa.

Entonces Appa se movió, y dejó ver al príncipe.

–¡Hola, soy Zuko! –Saludó, con una sonrisa sincera.

No pude evitar sonreír también.

Todos menos yo se colocaron en posición de ataque.

–Escuchen, supe que vendrían hasta acá, así que pensé en esperarlos aquí.

Appa lo lamió con cariño y él se asqueó un poco. No pude evitar reír levemente, y Aang se sorprendió.

–Lo que quiero decirles es que cambié. Ahora soy bueno, quisiera unirme a su grupo y también le puedo enseñar fuego control a Aang.

–¡Aang ya tiene una maestra de fuego control! –Exclamó Katara.

–¿Qué quieres qué!? –Exclamó Toph, sin comprender.

Entonces todos comenzaron a gritarle y yo me mantuve en silencio, hasta que lo echaron e hicieron que se fuera.

Entonces yo me enfadé con ellos.

–¿Por qué habrá querido engañarnos así? –Preguntó Katara.

–No creo que haya sigo un engaño. –Gruñí, para luego formar mi nube de humo para ir tras él.- Regresaré más tarde.

Sin decir más, salí volando hacia su mini campamento y lo vi gritándole a la rana de nuevo.

–Zuko... –Lo llamé.- Lamento que te echaran así. Te expliqué que es difícil volver a confiar cuando te lastiman...

–Lamento todo lo que te hice. –Fue lo primero que dijo, acercándose a mí.- Elegí mal, y lo siento.

–Te perdono, Zuko. –Dije, tratando de sonreír.- Pero no me será fácil confiar de nuevo. En especial si la persona que te hirió es a quien más quieres. –Susurré, pero él lo escuchó al estar cerca de mí.

–¿Y esa persona era yo?

–Ya no importa. –Suspiré, y formé una nube para luego regresar al templo con los demás, donde simplemente me acosté para dormir.

La mañana siguiente Toph llegó con los pies quemados, y todos dijeron que Zuko lo había hecho a propósito.

Me sentí mal sin saber por qué, y entonces una explosión se escuchó.

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now