CAP 6

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Desperté con los rayos del sol en la cara. Y me estiré para quitarme la modorra. Miré a mi lado, y vi que el príncipe seguía dormido como un bebé.

Me levanté y sigilosamente me fui alejando del lugar, para seguir caminando sin rumbo. Había sido agradable conversar con el príncipe exiliado, pero yo no era del tipo de personas que se apega a alguien emocionalmente.

Lo había sido anteriormente, y había salido lastimada.

Lastimada por mi familia.

Por mis amigos.

Por Lee.

Y no quería sentir aquel sentimiento otra vez, así que decidí seguir por mi camino yo sola.

Luego de una hora caminando sentí pisadas aproximarse hacia mí, así que cerré los ojos y solté un bufido.

A los pocos segundos aquella bestia se paró frente a mí, bloqueando mi paso.

El caballo avestruz y el príncipe.

–No es algo muy cortés abandonar a un acompañante al lado de una fogata apagada, ¿no crees? –Preguntó, arqueando una ceja.

Una pequeña sonrisa torcida apareció en mis labios.

Quizás muy en el fondo, yo tenía razón.

El príncipe y yo podríamos llevarnos bien, ambos estábamos perdidos sin saber qué camino seguir en nuestras vidas.

–¿Vienes? –Me ofreció su mano para ayudarme a subir a la bestia.

Sin decir nada, tomé su mano y con un impulso subí a la bestia. No quise abrazarlo así que posé mis manos en sus hombros, y la bestia comenzó a caminar sin rumbo.

No dijimos nada en horas, hasta que él habló, girando la cabeza levemente para hablar conmigo.

–¿Estás planeando aprender los otros elementos y todo lo que debes aprender al ser la akiva?

Esa pregunta me tomó por sorpresa.

Sabía que sí tenía que hacerlo, porque era una obligación, y ese era mi destino: ayudar al avatar a terminar con la guerra, y para eso tendría que aprender todo lo que un akiva debería saber.

Pero, ¿quería hacerlo?

Era una pregunta que no podía responderme.

La verdad era que yo no sabía si podía ser capaz de cumplir con mi destino. No sabía si podría ser capaz de lograr terminar con la guerra.

–No lo sé. –Respondí, seria.

No quería hablar de eso en ese instante, y él pareció comprenderlo, porque no volvió a decir nada más hasta que llegamos a un pueblo abandonado.

–No puede ser. –Maldijo por lo bajo, mirando hacia un lugar específico, luego de unos momentos.

Fruncí el ceño, confundida por lo que acaba de decir, y dirigí mi mirada hacia donde él estaba mirando. Una mujer vestida con la ropa de la nación del fuego caminaba hacia un chico vestido con la ropa de... ¿Un nómada aire? ¿Era ese el famoso avatar?

–¿Quién es ella? –Pregunté, curiosa.

–Mi hermana. –Respondió, molesto.- Espera aquí.

Bajó del caballo avestruz y corrió hacia la escena, rompiendo una vieja madera y poniéndose delante de ella. 

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now