Capítulo 15 (Parte 1)

3.9K 279 4
                                    

En el momento en el que Marcus abre la boca para hablar, un sonoro trueno silencia sus palabras. Un par de segundos después le sigue otro. Y después un rayo. Alzo la cabeza. Rayos, relámpagos y truenos comienzan a cubrir el cielo, llenándolo de bonitos y extraños colores.  Cuando bajo de nuevo la mirada hasta los Aspirantes descubro que al menos la mitad de ellos miran absortos hacia arriba, con la boca entreabierta. Incluido Marcus y alguno de los ángeles.

Una fría gota cae en mi nariz, sobresaltándome. Agua. Comienza a llover. Prácticamente se puede oír el descontento a mi alrededor.

—Lo que faltaba— susurra Kalie a mi lado, molesta.

Pronto una fina llovizna ha cubierto todo el bosque, como una pátina. Una pátina mojada y fría.

—Mira el lado bueno— le digo a Kalie, sonriendo— Ahora tendremos que volver al Refugio.

A ella se le ilumina el rostro, pero un segundo más tarde se apaga de nuevo.

—Leia, estamos a horas del Refugio.

—Oh.

Frunzo los labios, disgustada. Se me había olvidado por completo.

—Pero algo tendrán que hacer, ¿no?— digo, señalando con la cabeza a los ángeles y a Marcus, que se han levantado y discuten de nuevo.

Kalie arquea las cejas.

—No creo que nos dejan aquí, a la intemperie, empapándonos bajo la lluvia.

Mi amiga se encoge de hombros.

La lluvia se intensifica hasta que todos estamos duchados de pies a cabeza. Los goterones aumentan su grosor y bañan a todo aquel que toca.

Me aparto un mechón húmedo del rostro.

—No lo sé. Pero capaces sí que son, y lo sabes.

Suelto una risita floja. Claro que son capaces de eso. De eso y mucho más.

Un cuerpo mojado se arrastra hasta nosotras. Reconozco el cabello oscuro pegado a su cabeza. Es Daniel. Sonrío. Él se ve sorprendido, perdido y molesto, todo al mismo tiempo. Los mechones ondulados que forman su pelo se han alisado completamente por la lluvia, y se adhieren a su cuello, frente, y ojos.

—Hola— saluda, esbozando una sonrisa tensa.

—Hey— saludo a mi vez.

Bajo la luz fantasmagórica de los truenos, él hace una mueca.

—¿Sabéis? Vamos a seguir. He escuchado a escondidas la conversación de Marcus. La verdad es que tampoco se cuida demasiado en bajar el volumen.

—¿Qué?— pregunta Kalie, inquisitiva— ¿Y adónde vamos a ir? Por si no se ha dado cuenta, estamos en mitad de un bosque que parece que no ha visto un serrucho o un hacha para podar en siglos.

Ella señala los bosques a nuestro alrededor, disgustada.

—No tengo ni idea— suelta Daniel, sentándose junto a nosotras. En ese momento suelto un estornudo. Él ríe— Pero espero que hagan algo pronto, porque si no vamos a acabar todos resfriados.

—Me parece que tarde— murmuro, sonándome la nariz. De nuevo, ellos se ríen.

—¡Aspirantes!— grita Marcus, haciéndonos sobresaltarnos a los tres— ¡En marcha! ¡Nos vamos!

Daniel, Kalie y yo intercambiamos miradas excéntricas, pero nos ponemos en pie sin rechistar. Quizá podamos resguardarnos bajo la copa de algún árbol hasta que la lluvia amaine.

Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora