Diferentes razas unidas

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Los Lacetalios, los orcos y los elfos desde la llegada del rey Temple, el padre de Nicolay, unieron fuerzas para poder comerciar con más rapidez. El Imperio se negaba a que todos los reinos unan fuerzas, ellos solo querían que cada reino se las arregle con sus recursos.
Geld' Gan y Æzir tuvieron un contrato para guardar el material prohibido y los elfos juraron, mientras que los orcos hicieran su parte del trato, darles el diez por ciento de las ganancias del reino.
Lacertalia uno de los reinos más grandes, no por su territorio, si no, por los montones de casas juntas, una arriba de la otra o pegadas entre sí, tenía al mejor herrero de KeraCroon.

-Desconocido: Disculpe, ¿Me puede afilar esta espada?

-Jaig: Claro, serán treinta monedas de oro.

-Desconocido: Está bien...

Una persona abre la puerta.

-???: Buenas tardes, vengo a pedir que me fabrique un arma.

Jaig estaba afilando la espada y sin mirarlo le dice.

-Jaig: Tendrá que esperar.

-???: Estoy un poco apurado pero lo haré.

Y cuando iba a hablarle, levanta la vista.

-Jaig: ¿¡Príncipe Nicolay!?

-Nicolay: ¿Sí?

-Jaig: ¿Que hace aquí?

-Nicolay: Necesito un arma de la mejor calidad.

-Jaig: Tome son treinta monedas.

Le da la espada afilada al señor y enseguida atiende al príncipe.

-Jaig: ¿Que arma desea?

-Nicolay: Yo venía por un báculo, ¿Puedes hacerlo?

-Jaig: Por supuesto, no por nada soy el mejor herrero.

En menos de veinte minutos terminó de hacer el báculo pedido. Era un bastón dorado, con detalles de cristal en el mango. En la parte superior había una esfera de vidrio rodeada por una especie de flor semi abierta del mismo material dorado.

-Nicolay: Bastante bueno parece.

-Jaig: Pues por algo soy el mejor.

-Nicolay: ¿Cuánto será?

-Jaig: Cortesía de la casa señor.

-Nicolay: Toma.

Le tira una bolsa de oro con más de cien monedas.

-Jaig: No hace falta.

-Nicolay: De algo tienes que sobrevivir, nos vemos ¿Puedo saber como te llamas?

-Jaig: El mejor herrero de KeraCroon, el segundo en el mundo, Jaig.

-Nicolay: Cuento contigo en la próxima.

El príncipe sonríe y sale del lugar con su nueva arma.

-Jaig: Algo se trae entre manos... si necesita algo de la mejor calidad es que pronto tendremos una guerra o algo por el estilo, es raro verlo por un lugar tan bajo.

Más tarde, ese mismo día, en Æzir.

-Nicolay: Así que dices que vendrá la era de la guerra...

Un viejo con una voz ronca y confiada decía haber soñado con una era catastrofica.

-Anciano: Lo juro... fueron muchas cosas rápidas, pero vi a una mujer y a usted pelear, en un lugar desértico *Tose* era muy confuso todo.

-Nicolay: Sigue.

-Anciano: Es que en mi familia, mi abuelo era profeta, él predijo la llegada del mal Imperial.

-Nicolay: Esos años para el Imperio fueron lo peor, en todo caso, continúa.

-Anciano: Ella le gritaba, reclamando algo y usted con una especie de bastón intentaba protegerse de los golpes que recibía.

-Nicolay:《¿Cómo es que sabe acerca de ese báculo si todavía nadie lo ha visto?》Bueno, un dos por ciento te creo.

-Anciano: ¡Se lo digo enserio majestad! 

-Nicolay: De todas formas no tienes forma de comprobarlo.

Se para y comienza a caminar hacías las puertas del castillo.

-Anciano: ¿No me cree? ¡Pues usted mañana morirá!

-Nicolay: Si, si. Guardias.

Al día siguiente, Nicolay se iba a encontrar en la plaza del reino con la princesa de los imperiales, para hacer las pases entre los reinos y planear un casamiento.

 Se encontraron allí como lo habían indicado al atardecer, comenzaron a hablar, hasta que ya al caer la noche, desde un lugar el príncipe recibe una flecha en el pecho. La princesa Lyce comienza a gritar pidiendo ayuda, agarra a Nicolay, lo tiene en sus brazos hasta que llegan los guardias y todos se dan cuenta de que el príncipe, inteligentemente se había puesto una armadura de metal que lo protegía.

 Al abrir los ojos, Nicolay ve una bella mujer, rubia y muy pálida 

-Nicolay: ¿Ly...Lyce?

-Lyce: Aquí estoy príncipe.

-Nicolay: ¿Que pasó?

-Lyce: Le dispararon con una flecha.

La princesa la agarra y se la muestra a Nicolay.

-Nicolay: Esto es...

En ella había un símbolo, justamente en la punta.

-Nicolay: Una flecha del clan Celer, tiene un veneno muy costoso.

-Lyce: ¿Porque... la casa de los Celers?

-Nicolay: Tengo que llamar a alguien, porfavor acompáñeme a mi habitación.

Ambos fueron dentro del castillo, la guardia estaba concentrada en cada rincón del reino buscando al mercenario.

-Nicolay: Si ellos contrataron a un mercenario para matarme, yo contrataré a uno también.

-Lyce: ¡No puede hacer eso!

-Nicolay: ¿Disculpe? 

-Lyce: Aclaremos el asunto, aunque lo intentaron asesinaron, siguen siendo ellos parte de mi reino, por lo tanto es mi responsabilidad.

-Nicolay: Mejor hablemos de esto a fondo, si no tendré que tomar medidas severas, usted sabe el precio de un asesinato, en este caso, el intento de uno.

-Lyce: Es muy tonto de su parte hacer esto ya que ustedes me tienen aquí y tranquilamente podrían... un momento.

-Nicolay: ¿Estamos pensando en lo mismo?

-Lyce: Es obvia la respuesta... ellos intentaban perjudicarme... los Celers.

-Nicolay: Al matarme, la ciudad no la dejaría ir y amenazaría con asesinarla al Imperio, todo para que se ataquen unos a otros, ¿Acaso querían una guerra masiva?

-Lyce: No sé lo que traman, pero debo arreglar las cosas en mi reino.

-Nicolay: ¡No puede ir sola! 

La princesa se asombra a la vez que se sonroja.

-Nicolay: Disculpe... me refiero a que es peligroso, déjeme mandar tropas con usted, aunque lo adecuado sería que el rey Imperial venga hacía aquí.

-Lyce: Deberíamos mandarle un comunicado, él tomará medidas en el reino y nos responderá con lo que el crea adecuado hacer.

-Nicolay: Me parece correcto, ¿Me haría el favor de sentarse?

Dice mientras separa una silla de su escritorio, invitándola a escribir.

KeraCroonWhere stories live. Discover now