Capítulo 56 || La verdad

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—¿Está seguro que no quieres hacerlo? —pregunta la ginecóloga, por segunda vez.

Vuelvo a negar con mayor firmeza sin abandonar la mirada de mi pequeña que hace inconsciente, ajena a todo lo que sucede a su alrededor.

Han pasado solo minutos, largos y eternos minutos en que no he podido separarme de ella. Shang me advirtió que el tiempo de espera a terminado, pero para mí no, nunca habrá un tiempo límite y ambos hombres lo comprendieron. Sacarme sería imposible.

—Quiero hacerlo con ella. —Despego la mirada unos segundos para ver a la mujer de mirada cálida y cabello cobrizo. —Ella quería que lo hiciéramos juntos y así será. Solo mantenme al tanto del estado de mi hijo.

Asiente con un amago de sonrisa.

Ya no incomoda. Llamarle por lo que es me llena de una sensación extraña, reconfortante, explosiva, miles de chispas de alegría que muchas veces no logro controlar. Por primera vez me siento feliz de saber que ese ser existe, es un calmante a mi angustia, a la soledad que me cubre por encima del silencio de mi princesa.

—Como usted disponga. Vendré por la mañana a verificarla. —Asiento volviendo la mirada a mi princesa.

La escucho salir y cerrar la puerta a su paso.

Tomo su mano con cuidado. Acaricio su piel suave, la atraigo a mis labios en busca de su aroma corporal, ese aroma único que me haría reconocer su cuerpo entre los millones de personas del mundo, y no está. El nauseabundo olor a medicamentos es el que lo cubre y me repugna, quisiera tomarla en mis brazos y llevarla a casa, a su cama o la mía, entre nuestras sábanas que conservan nuestro aroma.

—Perdóname, princesa —susurro besando el dorso de su mano, abriendo sus dedos para dejar su palma sobre mi mejilla, ansiando como nada sentir sus caricias, esas suaves y tiernas muestras de afecto que me dejan completamente atontado, a expensas de su voluntad, a merced de lo que disponga para mí—. Perdóname por no estar ahí, por priorizar otras cosas antes de ti como siempre lo había hecho.

Un nudo sumamente agudo se crea en mi garganta. El peso de todos los eventos del día toma fuerza. Toda la angustia, desesperación, el pánico a perderla me cae como un yunque, ahogándome por completo, dejando caer esa capa de fuerza y volcando mi cuerpo a la más cruda vulnerabilidad, esa que los miedos aprovechan y hacen de mí esto, lo que soy, un dependiente emocional que no se logra controla al ver a la mujer que más ama en su vida inconsciente, sin un diagnóstico alentador, más allá de esperar a que ella despierte.

—Necesito que despiertes, princesa. Te necesito, necesito ver tus ojos para sentir que todo está bien, necesito tus palabras de aliento que me llenan de fuerzas, necesito tu optimismo, tu carácter, tus manos sosteniendo las mías. Te necesito de tantas maneras. —Cierro los ojos al sentir que las lágrimas quieren salir.

Los abro con la esperanza que se haga realidad mi súplica, imaginando que podría ser como las películas, donde la protagonista despierta aturdida, pero no lo hace, permanece igual, inmóvil, con sus preciosos ojos ocultos a los míos.

Esta es mi realidad. Tengo que lidiar con esto por el tiempo que disponga su cuerpo y me cuesta. Suelo tener paciencia la mayor parte del tiempo cuando se refiere a ella, pero ahora no, no cuando la siento tan lejos, tan ausente, como si de un momento a otro dejara de existir.

—¿Damon? —Giro la cabeza abruptamente hacia la puerta, donde Shang me observa fijamente. —Toda la familia está ansiosa, es mejor que salgas y le digas cómo está. —Suelto el aire pesadamente.

Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)Where stories live. Discover now