Capítulo 55 || Una luz de esperanza.

3.8K 443 83
                                    



Salgo a trompicones del restaurante. Samuel se ve igual de desesperado cuando sale indicándole a la seguridad guiarnos al hospital que alguien le dice por teléfono.

Inhalo y exhalo frenéticamente, sin embargo, el aire no logra llenar mis pulmones. Es como si se hubiese extinguido, como si se hubiera reducido al punto de provocarme un ataque de ansiedad que me hace sentir mareado.

Le indico acelerar al chofer con un tono suave que Samuel capta inmediatamente.

—¿Estás bien? ¿Damon? —Palmea mi mejilla asustado al ver mi estado desorientado. —¡Maldición, Damon, no te desmayes ahora!

Cierro mis ojos tragado el exceso de saliva que se concentra en mi boca. Las náuseas llegan, lucho por controlarme, pero las palabras de mi hermana y la recreación de mi mente me arrastran nuevamente a esa desesperación por llegar, incrementan la impotencia de no haber estado con ella. Debí ir por ella una vez llegué, pero mi maldito estómago ha estado tan descompuesto que me tiene bipolar, ansioso, por segundos famélico y al siguiente asqueado por todo.

—Estoy bien —le respondo con los ojos cerrados.

—Mantente así, estamos por llegar. —Lo hago.

Mi cuerpo se mantiene completamente sin fuerzas. Es como si un muro hubiese caído sobre mi cabeza dejándome mareado, atontado, a un paso de perder la conciencia.

Pasan largos y tortuosos minutos en que llegamos al hospital. Mi cuerpo cobra fuerzas cuando comprendo que puedo verla, estoy en el mismo lugar y solo nos separan unos pasos.

—¡Ariadna! —La llamo, al verla en el cuarto de urgencia. Habla realmente afectada con alguien por teléfono.

Limpia sus lágrimas antes de mirar en mi dirección. Liss y... ¿Amanda? Se alteran al verme.

¿Qué hace aquí?

Ahora no tengo tiempo para esa mujer, y peor, reprocharle por sus hipócritas lágrimas.

—¿Cómo está? ¿Dónde está? ¿Cómo está mi bebé? —Sus ojos me miran con tristeza. Un hueco enorme atraviesa mi pecho al verla sollozar.

No, Dios.

Que no sea lo que estoy pensando.

Quizá he sido un imbécil por rechazar ese bebé, pero fue por miedo...

No me lo arrebates, por favor. Esto la terminaría por destruir —ruego mentalmente.

—No sabemos nada. El doctor no ha salido —responde luchando contra sus sollozos.

La angustia vuelve, un escalofrío atroz me atraviesa, mi vista se vuelve borrosa obligándome a sostenerme de Ariadna.

—¡Mierda! —gruñe Samuel antes de guiarme a una de las bancas blancas que reposan frente al letrero de sala de espera—. Liss, busca agua, por favor.

—Estoy bien —digo con dificultad. Levanto la mirada para ver a mi hermana—. ¿Cómo la viste? ¿Cómo fue? Se supone que la cuidarías.

La culpa que gritan sus ojos no me conmueve ahora. Me siento agotado, el dolor que cubre mi pecho me tiene completamente dócil, a deshabilitado las fuerzas que pueda tener mi cuerpo, más mi corazón late a una velocidad sobrenatural.

Estoy aterrado, jamás había sentido que podía perder tanto como ahora. Ni siquiera el miedo en aquel accidente se compara, esto va más allá de mí, es como si las dos personas que están bajo supervisión, formaran parte de mi alma, perder a alguna mata por completo mi ser.

Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora